Un imprevisto que te cambia la vida

Un diálogo entre el teólogo Michael Waldestein y el franciscano Solanus Benfatti, organizado por Crossroads, a partir de «la fascinación y la vida de don Giussani», y la relación entre fe y modernidad
Rose Tomassi

¿Qué quiere decir que el cristianismo es un encuentro? Para los que llevan muchos años en el movimiento, a veces estas palabras pueden perder un poco de gusto, de riqueza, incluso quedar reducidas a un mantra. Sin embargo, en el segundo encuentro anual organizado en Nueva York el pasado 22 de junio sobre Luigi Giussani, bajo el título "Fe y modernidad", pudimos escuchar dos testimonios que nos hicieron revivir estas palabras con una frescura nueva.

Reflexionando sobre el primer capítulo de Crear huellas en la historia del mundo, Michael Waldstein y el padre Solanus Benfatti volvieron a insistir en el don que el Espíritu Santo hizo a la Iglesia mediante Giussani. El Auditorium Loreto del Sheen Center de Manhattan estaba repleto de gente con muchas expectativas. Muchos de ellos se habían enterado del acto a través de las redes sociales, o venían para escuchar a uno de sus profesores preferidos de su época en la universidad o en el seminario. El público de CL estaba en minoría y la velada fue una gran oportunidad para volver a aprender hasta qué punto resultó profética la conciencia de don Giussani, pues la fascinación de su vida y de sus palabras atraían los corazones de gente nueva que quería tener una experiencia más profunda de Cristo.

El padre Solanus Benfatti y Michael Waldstein

Michael Waldstein es un teólogo que conoció a don Giussani hace varias décadas en Roma, y desde entonces toda su vida ha seguido el movimiento. Habló de la primera vez que vio a su esposa en sus primeros años de college en California. Suena cómico, pero es verdad -señaló Waldstein-, que uno no puede casarse sin una esposa. Por muchas ideas que se puedan tener sobre el matrimonio, en realidad este solo se cumple en el contexto de una relación con el otro. La relación que nació del primer encuentro con esta mujer ha sido preciosa, a veces dolorosa y llena de sorpresas. Pero todo sería pura fantasía sin la presencia de Suzie, su mujer, que entró en su vida para quedarse.

Comparando este encuentro con el de Cristo, Waldstein continuó reflexionando sobre cómo Juan y Andrés, al oír a Juan el Bautista proclamando a Jesús como Cordero de Dios, decidieron empezar a seguirlo. Cuando Él les vio y les preguntó: «¿Qué buscáis?», ellos respondieron sencillamente: «Rabí, ¿dónde vives?». Y se quedaron con él todo el día. Waldstein pasó luego al momento del Evangelio de Juan en que Jesús dice a sus discípulos: «Permaneced en mí y yo en vosotros (...) el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada». Señaló cómo Jesús acoge nuestra respuesta, nuestro deseo de estar con Él, y se lo toma aún más en serio atrayéndonos para que permanezcamos en Él, generando en nosotros una vida nueva. Gracias a este proceso, que implica tiempo y libertad, los acontecimientos imprevistos que irrumpen en nuestra vida pueden convertirse en encuentros que nos transforman. Volviendo a la comparación del encuentro con su mujer y al modo en que la vida de una familia toma forma mediante esa relación, Waldstein afirmó que en la vida cristiana sucede lo mismo. Solo es posible comunicarla a partir del encuentro con Jesús. Sin esta fuerza transformadora, sin ese "permanecer" generador, nos hallaríamos perdidos entre áridos principios éticos y manuales de instrucciones.



El padre Solanus Benfatti, sacerdote franciscano y profesor en el seminario de Saint Joseph en Nueva York, habló del efecto de Andrés sobre su hermano Simón después de su primer encuentro con Jesús. ¿Por qué Simón siguió inmediatamente a su hermano para conocer al Mesías? Lo siguió porque lo conocía, explicó el padre Benfatti, y sabía que su hermano nunca había sido tan él mismo como en aquel momento.

El padre Solanus Benfatti

Centrándose en lo que definió como la conversación más extraña jamás contada, describió el momento en que Jesús, mirando a Simón, le dijo: «Tú te llamarás Pedro», y Pedro acepta este nombre sin objetar nada. A propósito de esto, el padre Benfatti comentó: «Aquí podemos entender que llegar a ser uno mismo, sentirse uno mismo, no es algo que podamos conseguir con nuestro propio trabajo o como resultado de un esfuerzo, o con mucha comprensión; sucede en el encuentro con otro. Tú recibes el don de ti mismo de otro». Esta es una realidad profundamente liberadora, explicó después, sobre todo en estos tiempos. «Vivimos en una época sin precedentes, en la que sentimos con extrema intensidad el peso increíble, y superfluo, de crearnos a nosotros mismos... y nos hemos autoconvencido de que perdemos nuestra libertad si dependemos de otro».

Sin embargo, esta interdependencia en el fondo de nuestro ser no debería ser tan difícil de entender para un cristiano, pues nosotros creemos en un Dios trinitario: «El Hijo es tal solo porque siempre procede del Padre, y el Padre es tal porque genera incesantemente al Hijo». Nos somos donados a nosotros mismos a través de un acto de amor constante, «y por eso es hermoso y liberador, sorprendente, maravilloso, el hecho de que Juan y Andrés empezaran a ser ellos mismos el día que miraron a Jesús a los ojos por primera vez. Y por eso es maravilloso el hecho de que Andrés, después de ver a Jesús, vaya a ver a Simón, cambiando su vida para siempre». «Cuando empiezas a ser tú mismo puedes hacer este don también a otros», concluyó el padre Benfatti.

Michael Waldstein

El profesor Waldstein y el padre Benfatti insistieron repetidamente en que este encuentro con Jesús es fundamental en el cristianismo, y que sin este encuentro nuestra fe no sería más que una serie de reglas doctrinales y principios éticos, sin atractivo e insostenible sin la certeza de una presencia. En estos dos testimonios sobre el valor que el encuentro concreto con Cristo ha tenido en su vida, pudimos verlo de manera tangible e innegable. Pues el método que el Espíritu Santo nos ha dado a través de don Giussani sigue alcanzando a gente nueva en todos los Estados Unidos, con el nuevo libro de Carrón, Disarming Beauty, en eventos públicos como este, y sobre todo en la convivencia personal con nuestra experiencia de fe y con la invitación a "venir y ver". Así, muchos que estarán buscando el Mesías, como Juan y Andrés entonces, lo podrán encontrar mediante un encuentro liberador y gozoso con Jesús.