William Congdon, ''Natividad'' (1960)

Congdon no se sentía digno

Se expone por primera vez en un edificio sagrado el Nacimiento que el artista estadounidense pintó poco después de su conversión. La Iglesia Ambrosiana abre el Adviento dando el paso que el pintor nunca dio
Rodolfo Balzarotti

Muchos recordarán la imagen del cartel de Navidad de 2010, la Natividad de William Congdon.

La pintura original, realizada por el artista en 1960 se expone en Milán hasta el 31 de enero de 2015, en la iglesia de San Rafael Arcángel, a pocos pasos del Duomo. Un hecho excepcional desde diversos puntos de vista. Ante todo, es un serio intento de proponer una obra de arte en un contexto que permita percibir su valor estético unido a su significado y función. En este sentido, hay que señalar que en la iglesia de San Rafael se realiza una adoración perpetua de la Eucaristía. Y que esta obra en cuestión tiene un interés y una historia muy particulares. El artista la pintó después de su conversión al catolicismo, que tuvo lugar en Asís en 1960. Ese otoño y durante todo el año siguiente, Congdon pintó un gran número de cuadros inspirándose en la liturgia y en la Sagrada Escritura. Para él fue una especie de “catequesis en pintura”, un camino personal de conocimiento de Cristo que comprometía toda su compleja humanidad de artista. Ninguna de estas obras la realizó por encargo. Ninguna entró nunca en el espacio de una iglesia. De hecho, unos años después, el artista declaró que nunca lo habría permitido, mientras su pintura no hubiera alcanzado la libertad y pureza que la hicieran digna de acompañar la oración de los fueles. Mientras vivió, no llegó a suceder. Congdon abandonó pronto los temas litúrgicos para volver a las representaciones anteriores, paisajes urbanos y naturales, aunque durante muchos años continuará aún pintando imágenes del Crucificado.

Respecto a la Natividad, solo se expuso una única vez en agosto de 1961 en Asís, cuando la adquirió Giulio Andreotti, en calidad de ministro de Industria y Comercio y por tanto destinada a las colecciones del Ministerio en Roma. Nunca se movió de esa sede para participar en muestra alguna. Durante mucho tiempo resultó incluso muy difícil localizar dónde estaba situada exactamente dentro de la sede ministerial. Solo hace un par de años fue posible encontrarla y verificar que se incluía regularmente en los inventarios de lo que hoy se llama Ministerio para el Desarrollo Económico.

Por tanto, cuando poco antes del pasado verano empezó a tomar forma el proyecto de esta exposición en Milán, se procedió a presentar la petición de préstamo, que los responsables del Ministerio concedieron, de modo que este cuadro ha podido llegar a exponerse en Milán de cara a la entrada en el Adviento.

¿Era entonces fundada la reticencia de Congdon a exponer sus obras litúrgicas en el espacio de la Iglesia? La presencia de la Natividad en la iglesia de San Rafael será una verificación interesante. En todo caso, no hay que olvidar que toda obra de arte tiene una historia y destino propios, que van más allá de las intenciones y valoraciones del autor. Y hoy, aquel paso que Congdon no se sentía digno de dar lo da la propia Iglesia ambrosiana al acoger la Natividad en una de las sedes más antiguas de su devoción.