Un momento del congreso en Moscú.

Grossman ha vuelto a casa

Crónica de la primera conferencia en suelo ruso dedicada al gran escritor. Una ocasión para reafirmar el valor literario, la importancia cultural y la actualidad de su obra.
Michele Rosboch

Después del primer Congreso Internacional celebrado en Moscú, en la casa de la emigración rusa, significativamente dedicada a Alexander Solzhenitsyn), bajo el título “La herencia de Vasili Grossman: actualidad de un clásico del siglo XX” (12-14 de septiembre de 2014), podemos decir que el gran escritor ruso, especialmente querido por don Luigi Giussani, cincuenta años después de su muerte ha vuelto a casa y al mismo tiempo ha adquirido aún más importancia para el mundo.

El congreso dio comienzo con una comunicación del presidente del Comité científico, Adriano Dell’Asta, al que siguieron casi 40 intervenciones de expertos de todo el mundo, muchos de ellos profesores procedentes de las principales universidades rusas. Del conjunto de ponencias destaca sobre todo el reconocimiento del papel decisivo de Grossman en la literatura rusa, el clasicismo de las cuestiones que el autor planteó al mundo, sobre todo su visión anti-totalitaria y en último término positiva de la vida humana, y en particular la importancia de sus temas en relación con la situación actual, sobre todo de Rusia. La obra de Grossman se encuentra entre las más valoradas del siglo XX, capaz de recomponer toda la riqueza de la cultura rusa en el magistral fresco que es Vida y destino. Ningún autor moderno es tan “global” como Grossman.

Junto a esta contribución también hay que señalar las intervenciones de carácter crítico-literario y filológico que subrayaron en este congreso el valor artístico y lingüístico de las diversas obras de Grossman, desde su novela principal hasta sus relatos “menores”. Las palabras de Oleg Budnickij, de la prestigiosa High School of Economics de Moscú, e Irina Scherbakova, de la Fundación Memorial, creada por Andrei Sacharov para conservar la memoria de los gulag, pusieron de manifiesto la actualidad del autor ruso. Tanto como reportero de guerra para el periódico de la Armada Roja, o como autor de la gran novela dedicada a la batalla de Stalingrado, Grossman se sitúa en un punto esencial para interpretar la historia rusa. Tanto en la versión del poder soviético post-bélico como en la del poder actual expresada por Putin, la Segunda Guerra Mundial es la “gran guerra patriótica”, la guerra que justifica la existencia de un estado nacional fuerte, que incluso puede justificar la ideología y la violencia. Pero ninguna victoria, ni siquiera la más heroica, puede justificar los gulag, los lager y la violencia perpetrada contra el pueblo.

La intervención de Irina Scherbakova iluminó, desde este punto de vista, el motivo por el que Grossman tuvo que esperar a un grupo de apasionados italianos para poder volver a casa. Grossman que escribe contra la ideología de la que todos estamos tentados, contra la ideología del Estado en particular, no podía ni puede aceptar ningún tipo de poder autoritario.
El testimonio grossmaniano de la Segunda Guerra Mundial se fundamenta, como explicaron John y Carol Garrard, profesores eméritos de la Universidad de Arizona y pioneros en el estudio del escritor, en el valor de soldados «por fin libres» de la opresora presencia del Partido y de sus fuerzas de seguridad. Por su parte, la ponencia de Budnickij destacó el papel crucial de los cuadernos de guerra de Grossman, conservados en el Archivo estatal, que nunca fueron objeto de una edición crítica y completa. Grossman era un maestro de la entrevista, como muestra su relato sobre Treblinka que llegó al tribunal de Nuremberg. Sus cuadernos son una fuente de primera mano y de gran credibilidad para explicar lo que sucedió de verdad en Stalingrado.
En este sentido, la edición crítica de los cuadernos de guerra se impone como una de las tareas que el Centro de Estudios Vasili Grossman asume para los próximos años.

Las intervenciones de Adriano Dell’Asta y Giovanni Maddalena desvelaron, por otro lado, el significado del pensamiento de la novela Vida y destino, que expresa una visión del mundo sintética, una visión personal de la libertad, donde el valor supremo es el sacrificio de uno mismo incluso en las situaciones más hostiles de la historia del hombre.

El simposio de Moscú ha hecho emerger la importancia de la obra de Grossman como clave de bóveda para afrontar ciertos problemas esenciales de la convivencia civil actual: del fundamento de los derechos de la persona libre, irreductible al poder, al valor de las “comunidades intermedias”, el juicio histórico sobre la identidad entre los totalitarismos del siglo XX, y la “decadencia” de la sociedad moderna fruto del individualismo exasperado, presa fácil para cualquier poder ideológico y tecnócrata.

El congreso moscovita ha sido también el escenario de un gran acontecimiento que no puede dejar de apasionar a todos los amantes de Grossman y de su aventura humana: la directora del Rgali (el archivo literario más importante de la Federación Rusa), Tatiana Garjaeva, ha presentado la adquisición más importante del fondo de Grossman, rescatada hace solo unos meses de los archivos secretos de Lubianka, sede de la antigua KGB. Más de cincuenta años después, el célebre manuscrito de Vida y destino secuestrado a Grossman el 14 de febrero de 1961 ha sido recuperado y pronto estará disponible para los expertos. La grafía menuda de Grossman, sus numerosos tachones, sus anotaciones y subrayados será objeto de un largo estudio y llevará años conseguir una edición crítica de Vida y destino.

Vasili Grossman ha vuelto a casa.