Vasili Semionovich Grossman.

«El mal nunca vencerá»

Todo empezó durante una charla en coche en 2004: la exposición, el Centro de Estudios Vasili Grossman y ahora, por primera vez en suelo ruso, una conferencia internacional sobre el gran escritor. En Moscú, del 12 al 14 de septiembre
Giulia De Matteo

Ninguno de los miembros del pequeño equipo que hacía aquel viaje habría imaginado nunca la amplitud de la trayectoria humana y cultural que nacería de aquella charla en el coche, volviendo del Meeting de Rímini en el año 2004. Discutían sobre el escritor ruso Vasili Grossman (1905–1964) y la posibilidad de relanzar su novela Vida y destino, obra maestra de la literatura del siglo XX aún poco reconocida.

Hoy, diez años después, aquel pequeño equipo se ha ampliado y convertido en el Centro de EstudiosVasili Grossman, que del 12 al 14 de septiembre celebra su primer gran evento en tierra rusa dedicado al escritor con motivo del cincuenta aniversario de su muerto. Hasta Moscú llegarán 40 ponentes de todo el mundo para participar en una conferencia internacional titulada “La herencia de Vasili Grossman: la originalidad de un clásico del siglo XX”. Desde Vittorio Strada a los biógrafos americanos John y Carol Garrand, de Arseni Roginskij, director de la Asociación Memorial de Moscú, a Natalia Dimitrevna, viuda de Solzenitsyn.

El congreso planteará, a nivel histórico, filológico, literario y filosófico, los dos temas principales de la obra grossmaniana: la inmensa estatura humana y su eterno grito de libertad. Para que este grito contenido en las obras de Grossman no se pierda, el Centro de Estudios ha realizado un gran trabajo de digitalización de todo el material publicado e inédito del autor ruso, una opera omnia online accessible gratuitamente. - http://dc.grossmanweb.eu/CDGROSS/home.asp

Esta conferencia histórica se celebrará en uno de los pulmones más importantes de la cultura rusa: la Casa de la Emigración Rusa A.I.Solzenitsyn, fundata por Aleksander Solzenitsyn en 1995 para recoger y difundir la literatura soviética producida en el exilio. Una labor que ha sido posible gracias a importantes colaboradores, como el Centro Cultural Pier Giorgio Frassati, el Memorial International de Moscú, el Centro cultural “Pokrovskie Vorota”, la Fundación Arte, Historia y Cultura Hebraica, y Onlus, que decidieron participar en esta aventura.

El Congreso de Moscú es la última etapa de un recorrido lleno de eventos, momentos e iniciativas dedicadas a Grossman, que ha llevado al Centro de Estudios a situarse como el único polo del mundo dedicado al estudio y a la divulgación de la obra del escritor. Una etapa importante en este recorrido ha sido la exposición Vida y destino. La novela de la libertad y la batalla de Stalingrado”, expuesta desde 2006 en más de diez ciudades del mundo, como Turín, Buenos Aires, Jerusalén, Oxford, Nueva York, Washington, París y otras.

En estos años, cada vez más, la obra de Grossman ha catalizado la atención de gente común, intelectuales, profesores universitarios, entidades culturales y apasionados de todo el mundo, a propósito de una historia literaria que, desvelando las paradojas de la ideología, introduce en la carne y en el alma del lector con toda su profundidad las grandes preguntas de la vida.

Ciertamente, debieron haberlo intuido los funcionarios de la KGB que en 1961 irrumpieron en el apartamento de Grossman para secuestrar el manuscrito. Pero otras dos copias sobrevivieron a la tenaza de la censura y pasaron a formar parte del gran capítulo de la literatura clandestina y salvada en los años de la dictadura soviética. Los borradores huidos de la KGB salieron de la clandestinidad en 1980, cuando por primera vez se publicó la obra de Vasili Grossman en Lausana por la editorial l’Age d’Homme. Para la edición rusa hubo que esperar a la perestroika de Gorbachov: en 1988 salió en los primeros cuatro números de la revista Oktjabr’.

En los años ochenta, en Italia, Vida y destino empieza a suscitar el interés de la casa editorial Jaca Book y el estupor maravillado de don Luigi Giussani, que encuentra en Grossman a un auténtico amigo y compañero del anuncio al mundo, como dijo tantas veces: «Que Dios existe y que la vida puede tener un resultado feliz». Una certeza que se plasma en el oscuro drama de la guerra, de la muerte, del mal, pero que se fortalece con la amplificación del deseo desmesurado de paz, de eternidad, de bien, como escribe el propio Grossman en su novela: «He visto que no es el hombre quien es impotente en la lucha contra el mal, he visto que es el mal el que es impotente en su lucha contra el hombre. En la impotencia de la bondad, en la bondad sin sentido, está el secreto de su inmortalidad. Nunca podrá ser vencida. (…) La historia del hombre es la batalla del gran mal que trata de aplastar la semilla de la humanidad. Pero ni siquiera ahora lo humano ha sido aniquilado en el hombre, entonces el mal nunca vencerá». Grosmann define así ese carácter irreductible del deseo humano, esta potente pregunta sobre el significado de la vida.

Una chispa capaz de prender en uno de los campos de batalla más terribles del siglo XX: Stalingrado, la ciudad donde comunismo y nazismo se encuentran y al reflejarse encuentran su inesperada, increíble y trágica similitud. «Es un libro histórico, terrible, precioso», dijo don Giussani en un diálogo que se narra en el libro ¿Se puede vivir así?: «Es un libro digno de Dostoyevski. Trata de vidas totalmente masacradas y aplastadas (...) pero era justo que vivieran, porque viviendo aceptaban, sin saberlo, el camino que les conducía a su destino». Un camino que continúa, porque estas vidas que pueblan la novela siguen narrando hoy la irreductible tensión humana hacia la verdad y la belleza, entretejiendo ese “hilo rojo” que atraviesa la Historia, donde confluyen grandes y pequeños gestos de libertad y de adhesión al bien de cualquier hombre concreto.