Encuentro Canarias. ¿Acaso existe lo que espero?
Necesitamos que exista algo o alguien que nos permita afrontar toda la vida con esperanza. Pero un lugar así, este tipo de relaciones ¿existen? Este es el desafío que ha querido lanzar Encuentro Canarias en su primera ediciónDurante los días 10 y 11 de mayo ha tenido lugar la primera edición de Encuentro Canarias, un evento cultural en el que, a través de varias mesas redondas, conciertos y exposiciones, se ha abordado el lema de esta primera edición: «¿Acaso existe lo que espero?».
El “culpable” de que nos hayamos metido en esta gran aventura ha sido nuestro querido don Giussani. Hace un año, por el centenario de su nacimiento, lo que en principio iba a ser un pequeño gesto en torno a la exposición sobre su vida terminó siendo un día y medio lleno de propuestas y encuentros. La alegría, el bien y la experiencia de unidad para toda la comunidad fue tan grande que a la vuelta del verano nos planteamos: «¿por qué no hacer para el próximo curso un encuentro así?», y surgió lo que luego llamamos –¿cómo no?– el “Encuentro Canarias”.
Nunca hubiéramos imaginado que se pudiera organizar algo así, un verdadero lugar de encuentro, un pueblo que se entrega totalmente para expresar la belleza de lo que hemos encontrado: el que ha estado mes y medio trabajando intensamente para hacer la puerta Torii y las mesas para la exposición sobre Takashi, las que han hecho las 5.000 flores de papel para formar los cerezos, los amigos que montaron la tasca, y tantos y tantos trabajos de los cerca de 80 voluntarios que se han implicado. Pero, sobre todo, ha sido un impacto para las personas que hemos invitado; para los ponentes, para las más de mil personas que han pasado por el encuentro, y para la misma ciudad donde hemos hecho el encuentro, patrimonio de la humanidad y cuna de la diócesis de Tenerife, que se sorprendían por «un encuentro así». Como nos decía una amiga que nos acompañaba estos días, «unos habrán venido por compromiso, otros por amistad, otros porque pasaban por aquí, pero el carisma es algo que se impone».
Cuando nos reunimos para pensar en el lema, nos dimos cuenta de que la mayor necesidad, para nosotros y para todas las personas que nos encontramos cada día, es la de tener una esperanza. En un momento histórico cada vez más confuso y contradictorio, en el que las circunstancias se vuelven cada día más difíciles, nuestras esperanzas a menudo terminan en decepción, volviéndonos una sociedad cada vez más desesperada. Descubrimos la necesidad de que exista algo o alguien que nos permita afrontar toda la vida con esperanza, relaciones de amistad, lugares de convivencia con personas capaces de hacer renacer esta esperanza en nosotros. Pero este lugar, este tipo de relaciones que me hagan volver a empezar cada día, ¿existen? Este es el desafío que hemos querido lanzar a todos.
La exposición “Takashi y Midori Nagai, el sí que teje la historia” ha sido el eje central del encuentro, desafiándonos con las mismas preguntas que se hacía Takashi cuando lo pierde todo: «¿Qué es este deseo que no muere?», «¿dónde he puesto yo mi esperanza?», llevándonos de la mano a recorrer el mismo camino que tuvo que hacer él: «¿nosotros somos capaces de un amor así, mirando a la persona querida con la conciencia de que, en la vida y en la muerte, no nos pertenecemos a nosotros mismos?». La exposición nos ha invitado a mirar a estos dos testigos de esperanza que cambian la historia a través de su sí.
Otra pregunta con la que tratamos de acercarnos al lema y que se planteaba en el siguiente acto fue: «¿Es posible amar para siempre?». Las dos invitadas intentaron dar respuesta, desde sus respectivos ámbitos profesionales, a la dificultad que se presenta en las relaciones afectivas, tanto de pareja como de padres a hijos, de poder amar y relacionarnos de un modo verdadero a pesar de las circunstancias. En palabras de Teresa Suárez del Villar, «existe una paradoja imposible: la alegría en medio del dolor, esto es, aprender a cambiar la mirada» en las relaciones afectivas. Según Olga María Alegre, es posible transmitir a los hijos la posibilidad de amar para siempre, partiendo de que «solo hay un modo de amar, como ama Dios» y teniendo en cuenta que la comunicación y el perdón son imprescindibles en las relaciones familiares.
A continuación, tuvimos un apasionante diálogo sobre el trabajo como lugar de encuentro y construcción. En un mundo absolutamente individualista, emerge cada vez más el llamado «sujeto del rendimiento», que está dispuesto a sacrificarlo todo, lo que produce el alejamiento de uno mismo, es decir, una forma de vida que se convierte en una esclavitud a cambio de buscar constantemente, en los demás, el reconocimiento de lo que uno hace. En este contexto, se planteaba si es posible una forma distinta de vivir el trabajo. Gonzalo Izquierdo, Alejandro Beautell y Blanca Zamora nos testimoniaron con su experiencia que es posible vivir el trabajo con positividad: «trabajar con la conciencia de que estás construyendo una catedral, y esto te cambia», «aceptar la propia limitación en lo que se hace, sabiendo que la vida es mucho más que lo que hago», que «la verdad no está solo en el hacer, sino también en el ser». Los tres ponentes decían que esto es posible solo dentro de una compañía en la que uno se sabe querido y acompañado.
La segunda jornada del Encuentro Canarias comenzó con la mesa redonda “Educa el que verdaderamente espera”, en la que surgieron cuestiones que abren la pregunta de si es posible y merece la pena educar hoy: ¿existe alguna diferencia entre educar y enseñar?, ¿se puede entrar cada día en clase con positividad?, ¿qué es lo más preciado que se puede educar en el otro? A raíz de las dificultades que nacen de la labor educativa actual, nuestra amiga Marta Gómez Ortueta, maestra de Educación Primaria, nos ayudó a comprender que «educar es introducir al alumno en la maravilla que es el mundo, a través de la razón y la libertad». Este encuentro fue un momento excepcional para poder afirmar de nuevo que merece la pena educar y que educa quien verdaderamente tiene esperanza.
Este encuentro dio paso al siguiente acto de la jornada del sábado, que comenzó con la pregunta de si “La acogida es un bien o un deber”. En este diálogo se nos ponían delante experiencias que testimonian que cada persona es un bien por el mero hecho de existir. Los invitados a este encuentro hablaban del bien que supone la experiencia de acoger, en la que siempre se gana, y explicaban que ayuda a conocer una realidad diferente, que destruye mitos y permite crecer en agradecimiento a la vida. Entonces, acoger ¿es un bien o un deber? Los invitados a este diálogo coincidían en que la experiencia de la acogida abre la mirada y el corazón y supone un enriquecimiento por lo que esas personas nos aportan. La acogida a personas que migran es, por tanto, un bien en primer lugar para nosotros, porque nos hace mejores como sociedad.
Ya en la tarde del sábado, se celebró la mesa redonda titulada “La sorpresa de construir con el que piensa distinto”, en la que la alcaldesa y el primer teniente de alcalde de Tegueste, municipio de Tenerife, contaron la experiencia del pacto entre las dos formaciones políticas que gobiernan en el municipio después de las elecciones de mayo de 2023. A través de un diálogo distendido, ambos representantes políticos expresaron su satisfacción por el gobierno conjunto entre dos partidos opuestos y destacaron la importancia de conocer la historia y las tradiciones del pueblo para que, tanto quienes gobiernan como los ciudadanos, participen de esa construcción de la sociedad. Este encuentro dejó patente que un pacto político aparentemente imposible se ha convertido en una oportunidad para gobernar juntos y construir el bien común.
En la última mesa redonda de esta primera edición del Encuentro Canarias, que llevaba por título “¿Y si me equivoco?”, dos estudiantes universitarios invitaron a dos profesoras a dialogar sobre las dudas que nacen en los jóvenes frente a la elección de los estudios universitarios. Para Cristina Llanos, «la vocación de la vida es algo más que la profesión», y para descubrirla es necesario «estar atento a lo que está sucediendo y seguir las provocaciones que nos hace la realidad», y planteaba la pregunta: «¿equivocarse es un menos o es una oportunidad?». Según Rosalía Mendoza, «no hay que tener miedo. El tiempo no lo pierdes, lo vives». Ambas desafiaron a todos los presentes, entre los que había decenas de universitarios, afirmando que «el mayor problema surge cuando, para no equivocarme, no me muevo».
Los actos de estos días se cerraron con dos conciertos en los que se mostraba esta necesidad del hombre de que exista una esperanza en todo lo que vive, que es posible y se expresa de una manera magistral a través de la belleza de la música. Esta primera edición de Encuentro Canarias ha sido, sin duda, una propuesta para dialogar sobre esta espera que nace continuamente en el ser humano, una espera que está detrás de cada una de nuestras acciones cotidianas, y un lugar de convivencia que hace renacer la esperanza. El encuentro concluía con las palabras de su responsable organizativo, Vicente Martín: «El diálogo que se ha dado estos días y todo lo que ha sucedido nos ayudan a afirmar que aquello que esperamos existe».
Así lo expresaba uno de los jóvenes voluntarios del encuentro: «hubo algo que me sorprendió de mí mismo, y es que del encuentro salió un Ezequiel colaborador y trabajador, que en lo cotidiano no soy así, nunca he sido así. Yo salí el doble de contento mientras preparaba el escenario para los conciertos. Gracias a Daniel Lorenzo, el responsable al que acompañé en la parte audiovisual y al Encuentro Canarias, he descubierto qué quiero estudiar el próximo año y a qué quiero dedicarme. Como nos decía Tommaso en la misa, “el Encuentro Canarias empieza hoy, mañana, pasado y todos los días”».