En 2018 pasé unos meses en Roma, donde tuve la ocasión de estudiar dos cosas que me encantan: literatura e historia del arte. Como en cualquier experiencia académica o profesional en el extranjero, pude conocer mucho más que el mero contenido de las clases. De hecho, diría que esa fue la “menor” parte de todo lo que aprendí, aparte de ser una buena excusa para pasar unos meses lejos de casa, en una ciudad tan hermosa e importante para la cristiandad como la ciudad eterna.

Como me dijo un amigo mi último día antes de volver a Portugal, «lo que te llevas de aquí no son las piedras que has visto, sino las personas que has conocido». En mi vida he tenido la oportunidad de conocer a mucha gente, la mayoría están vivos pero también he conocido a otros que ya no están en el mundo. No me refiero a los santos medievales que podemos encontrar en los altares de cualquier iglesia del mundo. En Roma me topé con la historia de tres jóvenes santos de nuestros días: Carlo Acutis, Chiara Corbella y Andrea Mandelli. Este último es quizá el menos conocido, pero confieso que es la historia que más me ha interesado.

Conocí a Andrea gracias a un amigo que también se llama Andrea y que me contó la vida de un chico que murió a los 19 años y que había conocido el movimiento de Comunión y Liberación en el instituto, como yo. Su vida, como la mía, dejó de ser igual desde entonces. Todo me invitaba a profundizar en la historia de este chico. Su vida le ha enseñado muchas cosas a la mía. No estoy hablando de lecciones morales o así, sino de algo fundamental: mediante una comunión de personas, una amistad, podemos conocer a Alguien que da sentido a toda nuestra vida. Como escalar montañas, que tanto le gustaba a Andrea, siempre haciendo excursiones con su familia y sus amigos. Es completamente distinto subir a la cima uno solo o en compañía.

¿A qué dedicó Andrea sus 19 años de vida? A comunicar a todos la belleza de la vida que la fe le permitió conocer y vivir, invitando a todos al lugar de la comunión con la Belleza hecha carne. No haciendo proselitismo, sino haciéndose amigo de verdad de todos, porque un amigo de verdad no quiere otra cosa que ver a sus amigos felices.

Conocerle me ha llevado a conocer a su familia, el lugar que donde se generó su vida y su fe. Primero a través de un libro donde conocí a sus amigos, a su padre Antonio, su madre Sofia y sus seis hermanos, de los que Andrea era el cuarto. Luego pude conocerlos en carne y hueso. En mayo de 2021 conocí a los padres de Andrea y a algunos de sus hermanos, en los que pude constatar la intensidad de vida que ya había notado en el libro. También conocí a Giovanna Falcon, vieja amiga de la familia que nunca llegó a conocer a Andrea pero a quien su padre pidió que escribiera un libro sobre su vida.

Cuando el libro se publicó en Portugal, aunque las circunstancias familiares eran complicadas –la madre padecía ELA y murió unos meses después, y el marido de Giovanna, Luciano, acababa de salir de una delicada operación– tanto Antonio como Giovanna hicieron las maletas para venir a Lisboa a presentar el libro sobre la vida de Andrea, con testimonios personales muy intensos. En una carta que les escribí para darles las gracias por su visita, mencioné una intuición que había tenido: que Andrea fuera uno de los protagonistas de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa 2023, aunque jamás llegó a participar en vida en una JMJ. ¿Sería posible?

En febrero de 2022, justo en la semana del cumpleaños de Andrea, tuve una audiencia con el cardenal patriarca de Lisboa, le regalé el libro y le comenté brevemente el impacto que me había causado la vida de Andrea. También le hablé del libro como posible aportación a la próxima JMJ. El patriarca dijo que sería bueno hacer algo sobre Andrea para los miles de jóvenes que irían a Portugal.

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Empezaron entonces las conversaciones con la familia Mandelli, con los responsables del movimiento, con los obispos relacionados con la historia de Andrea y con el comité organizador de la JMJ para que pudiera tener un sitio en el “Festival de los Jóvenes”, para sumar fuerzas y proponer una exposición que contara a los jóvenes de todo el mundo quién era este chico. Yo mismo conocí la historia de Andrea en 2018 gracias a una exposición y su testimonio me marcó profundamente. ¿Quién sabe lo que Andrea podrá “hacer” con cada uno de los que visitara esta exposición?

Finalmente, la exposición estará del 1 al 4 de agosto en la Fundación Champalimaud; el 3 de agosto a las 14 horas será el acto de presentación.