Los ponentes con la moderadora al terminar el encuentro

Argentina. La paz y nosotros

Crónica de un diálogo en Buenos Aires entre el nuncio apostólico en la Argentina, Miroslaw Adamczyk, el exembajador Vicente Espeche Gil y la periodista Carolina Amoroso
Verónica Pando

¿Hay una relación entre la posibilidad de hacer el bien y el bien del mundo? «Una pregunta que nace del dolor ante los hechos de violencia que suceden todos los días, guerras, en especial la de Ucrania, y también los hechos más cercanos que vivimos como argentinos; la lista es interminable». Así enumeraba la invitación al encuentro titulado “La paz y nosotros” que tuvo lugar en la Fundación Beethoven, ubicada en pleno centro de Buenos Aires.

«Pero ¿por qué se les ocurrió?», preguntó igualmente Guillermo, un invitado a quien la lluvia torrencial que cayó esa misma tarde no aplacó su curiosidad. Lo mismo sucedió con los jóvenes de varias pastorales universitarias que llegaron al auditorio preguntando: «¿qué es Comunión y Liberación?».
«Algunos amigos de CL nos sentimos provocados por el llamado tan particular del papa Francisco de acompañarlo en el cumplimiento de la profecía por la paz», anticipó Mónica Ayerbe, moderadora y jueza de Zarate – Campana. Pero «la paz de nuevo está en vilo», argumentó. A su lado estaban presentes el nuncio apostólico en la Argentina, Miroslaw Adamczyk, el exembajador Vicente Espeche Gil, presidente de la Fundación Criterio, y la periodista y conductora televisiva Carolina Amoroso.

«¿Qué relación tiene para nosotros una guerra como la de Ucrania, que nos sentimos tan alejados de ella, si no fuera por la amenaza de la guerra nuclear? ¿Qué tiene que ver esto con mi vida, con mi capacidad de bien y de mal?», planteó Mónica.
El nuncio apostólico, Miroslaw Adamczyk, abrió el diálogo compartiendo la anécdota de aquel rey que ofrecía un premio al artista que pudiera captar en una pintura la «paz perfecta». El soberano terminó eligiendo la representación de un cielo impetuoso, con rayos, truenos y una turbulenta cascada. «Aquello no tenía nada de pacífico», comentó el nuncio. Pero luego refirió que, siguiendo el curso del agua, en una grieta había un pequeño arbusto con un nido, y asomado un pajarito. Entonces afirmó: «Paz no significa estar sin ruidos o sin problemas, sin trabajo duro o dolor. Significa que a pesar todas estas circunstancias podemos estar en calma dentro del corazón».

Sin embargo, «estamos aquí para reflexionar sobre otra posibilidad –acotó–; ¿qué hacemos entonces que aún, cuando podemos estar en paz interior, queremos ayudar a encontrar la paz exterior y en realidad no podemos estar tranquilos si afuera reina el odio y la guerra?», cuestionó Adamczyk. Entonces refirió la frase de Jesús: «La verdad os hará libres. Siempre cuesta buscar la verdad, necesitamos un esfuerzo intelectual, moral, y superar nuestros prejuicios», sobre todo porque «todos tenemos derecho a hablar de una guerra como la de Ucrania y la amenaza que representa». Luego, considerando que «desde siempre la guerra militar ha sido paralela a la de la información y tiene su propaganda», insistió al auditorio: «¿Es posible hacer una propaganda tan primitiva? Sí, es posible». Y observó que «para los polacos como yo, los rusos no siempre representan un imperio bueno, y los norteamericanos sí. Por el contrario, en América Latina, los Estados Unidos representan una opción de la historia y los rusos otra. Entonces si queremos llegar a la verdad, debemos superar también los prejuicios de las redes sociales, tiktok, Instagram o youtube».

Pero «la verdad se nos oculta por estos medios», expresó la moderadora. «¿Es que acaso decimos: soy un elemento del gran mundo y nada más? No. Porque cuando sabemos lo que queremos, o lo que pensamos, la guerra no la podemos aceptar», replicó monseñor. «Hoy es necesaria una clara visión del conflicto y de esta situación. Ucrania es joven, hermana de Rusia. Ambas tienen una historia y una cultura común. No hay otra solución que terminar esta guerra con las condiciones aceptadas por ambas partes». Por eso «la diplomacia no es solo para los tiempos de paz, sino que es más necesaria para la guerra, para tender puentes. En esto tenemos que apreciar los esfuerzos del papa Francisco».

A continuación habló el embajador Vicente Espeche Gil que preside una institución centenaria de la argentina, la Fundación Criterio, promotora de grandes diálogos sobre cultura y actualidad a través de una revista que lleva el mismo nombre. Él llamó nuestra atención al preguntar: «¿De qué paz hablamos?,¿cuáles son los signos de los tiempos con relación a la paz? La guía es la paz de Jesús y en ella se inspiraron los Papas contemporáneos», señaló el embajador argentino recordando la publicación de Juan XXIII Pacem in terris, que cumple 60 años. «Y tras ella está Populorum Progressio de Pablo IV, quien afirmaba que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz. Lo siguieron san Juan Pablo II con Solicitudo Rei Socialis, la paz es obra de la solidaridad. Y Benedicto XVI diciendo que en la verdad está la paz. El papa Francisco, en cambio, asocia el clamor de los pobres por la paz en Laudato Si’ al respeto de la creación en la que el hombre está llamado a vivir».

«La disposición de los Papas y de quienes caminan con nosotros –continuó Espeche Gil– es para mirar los signos de todos los tiempos: presentes, pasados y futuros. La paz vivida y escrita por los santos, los sabios y los Papas sería como paja al viento si no nos valiéramos de ella para alimentar y vivir la paz entre nosotros». Luego invitó a «leer los signos del futuro, los brotes que no sabemos ver; signos que suelen anticipar la generación de los jóvenes, que no siempre se perciben en el templo, o en el atrio del templo, porque el Espíritu sopla donde quiere».
Por último, el embajador nos habló como argentinos que somos, «que no dejamos de desentendernos, desconcertarnos y desconfiarnos». Planteó que «la condición necesaria para sostener relaciones pacíficas es la confianza en todas las relaciones humanas, familiares, laborales, políticas y en las relaciones internacionales. Para fortificar la paz, necesitamos fortificar la confianza. Esto vale como ciudadanos del mundo para generar una sociedad que pueda confiar entre sí. Y con un compromiso tan grande con la verdad que, siendo fieles a ella, nos hacemos transparentes».

Concluyó el encuentro la periodista Carolina Amoroso, corresponsal internacional premiada por su trabajo en América Latina. Su cobertura humanitaria de la guerra en Ucrania con historias cotidianas hizo vibrar a los argentinos. Pero ella retrocedía para hablar de «responsabilidad», de «funcionar como un puente de empatía para que las personas puedan conectar con el dolor de otro. Esto que parece visceral es muy racional en el servicio». Carolina experimentó en Ucrania una transformación de vida, «los ucranianos me cambiaron por completo», comentó.
Su experiencia fue la continuidad de un camino que venía transitando a lo largo de otras coberturas periodísticas con poblaciones migrantes. «Contar historias de víctimas, pero también historias de heroísmo, de estoicismo y de reconstrucción de las personas son lecciones de vida que atesoro para siempre». La periodista citó un escrito de la recientemente fallecida poeta ucraniana Victoria Amelina: «¡Alerta! Alerta aérea en todo mi país, es como si estuvieran aquí para ejecutarnos a todos, suele ser alguien al azar, hoy no eres tú», dice el poema que se viralizó en redes sociales en abril de 2022, dos meses después de la invasión rusa. «En sus líneas está la esencia de lo que yo entiendo que es la guerra», dijo Carolina, para quien estar en Ucrania fue «acercarme a un pueblo que resiste; entendiendo que está en juego una guerra de existencia, con una línea argumental que les niega su soberanía e identidad». Sus palabras captaron toda nuestra atención cuando dijo que hoy «tenemos la oportunidad histórica de abrazar la paz como paz justa, incluyendo el respeto a la dignidad de las personas y de los pueblos; sin claudicaciones».

Mirar la realidad entera, buscar la verdad, confiar en la naturaleza humana que es relacional y la paz «sin claudicaciones» habla de nosotros. Y hace referencia «a una de las grandes guerras que estamos llamados a librar –como hombres modernos– cada mañana». Así lo sintetizaba la moderadora. Y «así lo atestiguan, demuestran y documentan muchas personas en Ucrania que nos hacen pensar que podemos levantarnos como mortales y acostarnos como héroes – intervino la corresponsal argentina–. Esta es la fuente de la esperanza». A esto nos invita el Papa.