A propósito de la práctica denominada de vientre en alquiler, Comunión y Liberación no tiene nada que añadir a la definición que dio hace unos meses el papa Francisco: es una práctica «inhumana» donde «las mujeres, casi siempre pobres, son explotadas, y se trata a los niños como mercancías» (Discurso a los miembros de la Federación de Asociaciones Familiares Católicas en Europa, 10 de junio de 2022). Diría que cualquiera que se diga católico no puede dejar de estar de acuerdo con este juicio. Añado algo más: la instrumentalización política extrema que marca este debate últimamente no ayuda a entender lo que está en juego. Creo que no solo está en juego la evidencia de que dicha práctica lesiona gravemente la dignidad humana de todas las personas implicadas, empezando por los niños y las mujeres. Lo que hay en juego es mucho más: qué sociedad queremos construir, qué significado le damos al hecho de amar, al deseo de generar que todos tenemos, a la relación entre derechos y deberes. CL está en contra del vientre de alquiler, y de cualquier otra forma de gestación subrogada, no por una defensa a priori de los dogmas de fe, en los que de hecho creemos, sino por afirmar la dignidad de la experiencia humana. Nuestra experiencia de una vida ante todo humana y a mayor razón cristiana no se corresponde con el individualismo radical que caracteriza nuestra cultura, del que esta práctica es un fruto evidente. Por eso deseamos testimoniar la belleza de otra forma de vivir, de estar juntos, de ser padres y madres, de formar una familia, con la convicción de que esto pueda ofrecer una contribución positiva para la vida de todos, creyentes o no.
Milán, 21 de marzo de 2023