1983. Don Giussani en el Politécnico de Milán (Foto de Federico Brunetti)

Cesana. Educar en la esperanza, el desafío que nos deja “el Gius”

El ayuntamiento de Milán otorga la Gran Medalla de Oro a don Giussani. Un «reconocimiento al valor civil de la fe». La entrevista a Giancarlo Cesana en Avvenire, 8 de diciembre de 2022
Lorenzo Rosoli

«Esta medalla que el ayuntamiento de Milán concede a la memoria de don Luigi Giussani, en el centenario de su nacimiento, creo que reconoce el valor civil de la fe cristiana. La fe en ese Jesús que vino al mundo para enseñar al hombre el camino hacia la felicidad y el cumplimiento de la vida. Una fe, como enseña Santiago, sin obras está muerta. Una fe que, justamente gracias a las obras –y por tanto gracias al compromiso en la transformación de la sociedad en los más diversos ámbitos, desde la educación hasta la cultura y el trabajo, como han hecho y siguen haciendo tantas personas en Comunión y Liberación– puede llegar a ser una contribución para una humanidad más verdadera, convirtiéndose en gran factor de amistad entre los hombres». Giancarlo Cesana comenta así la entrega de la “Gran medalla de oro a la memoria” al fundador de CL.

La de CL es una “aventura” de alcance global, con su actitud a la hora de dirigirse a todos los hombres y al hombre en su totalidad. Pero sus raíces, como las de don Giussani, son y siguen siendo profundamente milanesas y ambrosianas, subraya Cesana, «profesor honorífico de Salud pública en la Universidad Bicocca de Milán –dice para presentarse–. Mi compromiso en CL empieza en 1971 y a mediados de los 70, mi colaboración estrecha y cotidiana con don Giussani». La Iglesia de Milán, «Iglesia de pueblo, y las tierras ambrosianas, como la Brianza, con su tradición católico, incidieron profundamente en la formación de don Giussani». Una realidad que entra en crisis en los años 50 y 60, los de la reconstrucción y el boom. «Don Giussani se dio cuenta de que Milán era un pueblo católico aún consistente en número y práctica religiosa, pero con una conciencia cada vez más débil. Decide dejar la enseñanza en el seminario de Venegono por el liceo Berchet después de conocer a un grupo de chavales y descubrir su ignorancia sobre la naturaleza de la Iglesia y la experiencia cristiana. Comprendió, antes que otros, que Milán era tierra de misión. Y se entregó a ella». Su “frontera”: los jóvenes y la educación. «Mientras muchos consideraban que la fe cristiana era la negación de la razón y la libertad, don Giussani supo proponer a Cristo y a la Iglesia interpelando justamente a la razón y a la libertad», señala Cesana, mientras cuenta que se acercó a CL después de probar con los “Cristianos por el socialismo”. En Milán, en los años 68 y 70, eran muchos los jóvenes con sed de justicia y verdad, «pero para muchos la respuesta fue la de las ideologías, y ninguna de ellas supo ofrecer valores y respuestas alternativas con tanta fuerza como el cristianismo. En los años 70 nuestro compromiso en la universidad era contestado y contrastado con una dureza que hoy sería inimaginable. Pero fueron años muy educativos. En la Milán de entonces, la fe cristiana era contestada, mientras que hoy es indiferente. Pero esto no me escandaliza. La indiferencia de hoy ya estaba contenida en el vacío de las ideologías de entonces, que don Giussani ya percibió al elegir a Milán como tierra de su misión. Y no solo en las escuelas y universidades, sino también en el mundo del trabajo, que estaba un poco menos ideologizado.
Don Giussani nos enseñó a habitar en esa Milán en proceso de cambio tumultuoso, con la formación de una conciencia libre y apasionada por lo humano, con el descubrimiento y el testimonio del valor humano de la tradición cristiana». CL, fiel al carisma de Giussani, «fue y es una realidad generadora de sociabilidad, y no solo en Milán, como demuestran el Movimiento Popular, la Compañía de las Obras, el Meeting, el Banco de Alimentos, y también muchas escuelas, cooperativas, asociaciones y empresas nacidas de la iniciativa de miembros de CL». Si don Giussani volviera hoy a Milán, ¿por dónde empezaría a remangarse? «Como entonces –responde Cesana– por los jóvenes y la educación. El desafío –como confirma el actual invierno demográfico– consiste en educar en la esperanza. Tanto en la escuela como en el mundo laboral, así como en nuestras periferias. Cambiar situaciones de marginación es complicado. Pero –como enseña con la “caritativa”, una práctica fundamental de Comunión y Liberación– estar con los pobres, ir a sus barrios, entrar en su vida, supone en primer lugar cambiar nosotros mismos y compartir la necesidad de los demás para compartir su destino».

Avvenire