Aula magna de Santa Lucía en Bolonia (Foto: Incontri esistenziali)

¿Son los católicos irrelevantes en política? El debate continúa

Un debate en Bolonia entre Ernesto Galli Della Loggia, Davide Prosperi, Marco Impagliazzo y el cardenal Matteo Zuppi
Angelo Picariello

Cita en Bolonia para hablar de la presunta irrelevancia de los católicos en la política. Casi mil personas escuchando. Puede que resulten irrelevantes, pero desde luego hay interés. El encuentro se titula “Los católicos en la sociedad italiana, ¿eclipse o nueva responsabilidad?” y los ponentes son el presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, Davide Prosperi, el de la Comunidad de san Egidio, Marco Impagliazzo, y el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal. Estamos en el aula magna de Santa Lucía, que fue una importante iglesia de la ciudad y después de la desamortización en la época napoleónica fue otras muchas cosas: cuartel militar, presidio, gimnasio y ahora aula magna universitaria. Abrió el acto el periodista Ernesto Galli Della Loggia, directo al grano: «Hay que afrontar el problema de cara», dice. «La Iglesia sigue parada en el Concilio, le cuesta leer los signos de los tiempos», ataca. Frente a la «secularización» de Europa no solo hace falta un partido, «sino una voz cristiana». Una Iglesia dividida, sostiene, muestra una «unidad ficticia» sobre temas en los que es presa fácil.

La provocación está servida. Según Prosperi, «aunque ya no se identifiquen con un partido, los católicos existen». Lo que falta, para el presidente de CL, es «un juicio como comunidad cristiana, capaz de incidir en la política». Se corre el riesgo de adaptarse a la mentalidad dominante. Sin tomar postura frente al poder como el starets Juan («para nosotros, lo más querido del cristianismo es Cristo») se corre el riesgo de caer en una «fragilidad de la política que niega lo trascendente y descuida el bien común por desinterés en el bien de la persona». En cambio, Prosperi considera que el encuentro con Cristo es lo que suscita esa «pasión por el hombre y por su deseo de felicidad» que puede originar una política realmente interesada por la persona.

Para Impagliazzo, la Iglesia es «el último cuerpo intermedio», y cree que la política se ha vuelto «inhóspita» para los católicos «que buscan convergencias» y se ven penalizados por la «polarización». La política no recoge las preguntas que surgen de la sociedad, «ningún partido –señala– se hace cargo de la petición mayoritaria por la paz en este país». Pero, a pesar de todo, «la unidad es la batalla de todos los días. Tenemos opiniones distintas, pero tendemos a la unidad, ¿qué Iglesia seríamos si no?».

Por la izquierda: Michele Brambilla, Ernesto Galli Della Loggia, Davide Prosperi, Marco Impagliazzo y el cardenal Matteo Zuppi

El moderador Michele Brambilla abordó la cuestión de los llamados “principios no negociables”. «¿Ya no importan, solo importan los temas sociales? ¿Qué debe decir la Iglesia?», preguntó. «Debe decirlo todo –responde Prosperi–. Una fe que no sabe hablar de todos los aspectos de la vida, incluida la política, acaba convertida en pieza de museo». De cara a la formación del nuevo gobierno en Italia, Impagliazzo promueve la lucha por la natalidad («aunque la linfa vital también puede proceder de otros pueblos») mientras que Prosperi insistió en la necesidad de valorar a los cuerpos intermedios. «Espero que lo haga». Entre sus prioridades, la cultura, la educación y la paz. Respecto a los temas éticos, «hay que afirmar con convicción que la vida tiene valor frente a una perspectiva individualista que busca personas esclavas del poder y de la muerte».

¿Valores éticos o valores sociales? «Todo es importante, todo interesa, yo evitaría la jerarquía de valores», sostiene Impagliazzo. Señala «la familia y la vida», pero destaca la situación de los ancianos, en una fase de la vida que para el presidente de San Egidio debe volver a vivirse en familia. Y también habla de paz. «Un católico no puede dejar de trabajar por la paz», insiste.

Pero a Galli Della Loggia no le convence: «Me declaro no satisfecho, voto en contra, señor presidente», ironiza. Deja así una ingrata tarea a monseñor Zuppi. Ya es tarde, pero el aula magna sigue llena y atenta. «Miro esta sala –afirma el cardenal– y podríamos estar en un funeral, pero tú mismo has dicho que no esperabas tanta gente», replica en tono de broma. «Cuando los católicos eran relevantes dejaron muchos problemas abiertos». En todo caso, «el test de la irrelevancia es complicado de hacer», y «la unidad con que se siguen las indicaciones del Papa no es irrelevante». Los temas éticos y sociales van juntos. «El Papa nunca ha dejado de hablar de la familia ni de la vida, desde el principio hasta el final. Solo que a menudo nos olvidamos de lo que hay en medio…». Luego está el Tercer Sector, «que también hace política, que también debe convertirse en proyecto político haciendo cultura en el verdadero sentido de la palabra». Recordó que Pablo VI hablaba de la política como la «forma más alta de caridad», mientras que el Papa en la Fratelli tutti habla de «amor político», es decir, una caridad que también identifica soluciones políticas. «Hablar con todos, como nos pide el Papa, no significa estar de acuerdo con todos. El verdadero adversario –subraya Zuppi– es la política hecha por propio interés, contra las necesidades de la gente (…). Para hacer política como cristianos, primero hay que ser cristianos».