Con el papa Francisco por la paz

Comunión y Liberación se suma a la manifestación “Europe For Peace” que tendrá lugar en Roma el 5 de noviembre y firma el manifiesto de las entidades católicas pidiendo el desarme nuclear

Comunión y Liberación se suma a la manifestación “Europe for peace” que tendrá lugar el próximo 5 de noviembre en Roma.

Expresando la cercanía de todo el movimiento al papa Francisco, CL suscribe el manifiesto “Digamos No a las armas nucleares y Sí a gestos firmes de paz y de diálogo”, promovido por los presidentes y responsables de entidades eclesiales, del ámbito católico y de los movimientos ecuménicos y no violentos de base espiritual. Se trata de una contribución a la reflexión y al debate sobre la cuestión de la guerra y la necesidad de preparar abrir vías concretas hacia la paz.

Es una manera de responder a la petición que el Santo Padre hizo al movimiento durante la audiencia del 15 de octubre, cuando decía: «Os invito a acompañarme en la profecía por la paz —¡Cristo, Señor de la paz! El mundo cada vez más violento y guerrero me asusta realmente, lo digo de verdad: me asusta—; en la profecía que indica la presencia de Dios en los pobres, en cuanto abandonados y vulnerables, condenados o dejados de lado en la construcción social; en la profecía que anuncia la presencia de Dios en toda nación y cultura, yendo al encuentro de las aspiraciones de amor y verdad, de justicia y felicidad que pertenecen al corazón humano y que laten en la vida de los pueblos. Que arda en vuestros corazones esta santa inquietud profética y misionera. No os quedéis parados».

A continuación, el texto del manifiesto católico y ecuménico por el desarme, firmado entre otros por Davide Prosperi, presidente de la Fraternidad de CL:


“Digamos No a las armas nucleares y Sí a gestos firmes de paz y de diálogo”
A pocos días de la gran manifestación por la paz del 5 de noviembre en Roma y unidos al papa Francisco, ofrecemos esta reflexión como una contribución al debate y a la confrontación actual sobre el dramático problema de la guerra y sobre la necesidad de preparar vías concretas hacia la paz.
Desde el 24 de febrero de 2022, con la invasión de Ucrania, la Rusia de Putin ha llevado la guerra al corazón de Europa. Una guerra que conlleva principalmente víctimas civiles, la mayoría mujeres, niños y ancianos, debido a los bombardeos de viviendas, escuelas, hospitales, centros culturales, iglesias y convoyes humanitarios. Esta guerra se suma a otras muchas dispersas por el mundo, en su mayoría olvidadas porque se libran lejos de nosotros.
Desde que el hombre pisó la tierra, empezó a combatir contra sus semejantes: Caín mató a Abel. Y luego vino toda una serie de guerras: de conquista, de independencia, guerras revolucionarias y contrarrevolucionarias, guerras santas y de religión, guerras defensivas y ofensivas, cruzadas… hasta dos guerras mundiales. Con la creación de las Naciones Unidas se creía que la guerra ya pasaba a ser una opción no contemplada, una metodología bárbara, y por tanto superada, para la resolución de conflictos. Pero no. Aquí seguimos aún con el drama de la guerra al acecho.
Don Primo Mazzolari, tras la dramática experiencia de dos guerras mundiales, llegó a la conclusión de que la guerra siempre supone un fratricidio, un ultraje a Dios y al hombre, y consiguientemente todas las guerras, también las revolucionarias o defensivas, deben ser rechazadas sin medias tintas. Es lo mismo que escribió a los gobernantes de los países beligerantes el papa Benedicto XVI en plena Primera Guerra Mundial, calificándola como «una locura, una masacre inútil». Y cómo no recordar a Pablo VI en la ONU en 1965 con su grito dirigido a los poderosos del mundo: «¡Nunca jamás guerra! ¡Nunca jamás guerra! Dejad caer las armas de vuestras manos: no es posible amar con armas ofensivas en las manos». Un grito que repitió Juan Pablo II intentando evitar la guerra en Iraq y la invasión de Kuwait y también Benedicto XVI en Asís junto a los líderes religiosos de todo el mundo.
Ahora, frente al dramático conflicto actual en Ucrania, es el papa Francisco quien nos recuerda insistentemente que la guerra es «una locura, un horror, un sacrilegio, una lógica perversa». «¿Cuánta sangre debe correr aún para que entendamos que la guerra nunca es una solución, sino solo destrucción? En nombre de Dios y en nombre del sentido de humanidad que habita en cada corazón, renuevo mi llamamiento para que se llegue inmediatamente a un alto el fuego. Que callen las armas y se busquen las condiciones para iniciar negociaciones capaces de conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables. Y serán tales si se fundan en el respeto del sacrosanto valor de la vida humana, así como de la soberanía e integridad territorial de cada país, como también de los derechos de las minorías y de sus legítimas preocupaciones» (Ángelus del domingo 2 de octubre de 2022).
Como realidades del mundo católico italiano y de los movimientos ecuménicos y no violentos de base espiritual, queremos unir nuestra voz a la del papa Francisco para pedir un compromiso más firme en la búsqueda de la paz. Confiar exclusivamente en la lógica de las armas supone el fracaso de la política. Nuestro país debe ser protagonista y hacer valer las razones de la paz en la sede de la Unión Europa, de Naciones Unidas y de la OTAN. El diálogo, la negociación y la diplomacia son los caminos que hay que recorrer con determinación.
Hacen falta urgentemente opciones y gestos firmes por la paz. Ante la evocación de un posible uso de artefactos nucleares y por tanto ante el terrible riesgo de que se desencadene un conflicto mundial, un gesto disruptivo de paz sería sin duda una opción por parte de nuestro país para ratificar el “Tratado de la ONU sobre la prohibición de las armas nucleares”, armas de destrucción masiva y por tanto éticamente inaceptables. Ya lo dijimos en voz alta 44 presidentes nacionales de entidades del mundo católico y de movimientos ecuménicos y no violentos de base espiritual, con nuestras firmas, en la primavera de 2021, en el documento “Italia debe ratificar el Tratado de la ONU sobre la prohibición de las armas nucleares”, y más tarde con un segundo documento en enero de 2022. Lo han pedido cientos de alcaldes de todo color político. Lo han pedido asociaciones y movimientos de la sociedad civil.
Ahora renovamos esta petición al nuevo gobierno y al nuevo parlamento para que incluyan urgentemente en el orden del día la ratificación del “Tratado de la ONU sobre la prohibición de las armas nucleares”, señalando que nuestro país no quiere más armas nucleares en su territorio y que también pide a sus aliados que emprendan este camino de paz. Lamentablemente, después de tantas guerras, aún no hemos aprendido la lección y nos seguimos armando, negociando con la venta de armas y preparándonos para la guerra.
Tal vez sería oportuno recorrer otras vías con coraje y determinación. Tal vez sería oportuno cargar de decisiones y contenidos concretos eso que Giorgio La Pira llamaba «la utopía de la paz». Antes de que sea demasiado tarde.
«La verdadera respuesta no son otras armas, otras sanciones, otras alianzas político-militares, sino otro enfoque, una forma diferente de gobernar el mundo y de establecer las relaciones internacionales» (Papa Francisco, 24 de marzo de 2022).

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