Davide Prosperi (Foto Roberto Masi/Fraternità di CL)

Prosperi. Un nuevo inicio para CL

Entrevista al presidente de la Fraternidad de CL en “Avvenire”: el encuentro con el Papa ha superado todas las expectativas. «El Pontífice nos ha recordado que don Giussani es un bien para toda la Iglesia»
Riccardo Maccioni

En la carta que ha escrito a todo el movimiento habla de «un auténtico nuevo inicio». Davide Prosperi explica que lo sucedido durante la audiencia del pasado 15 de octubre con el Papa «ha superado todas las expectativas posibles». Por eso –añade el presidente de la Fraternidad de CL– el sentimiento que prevalece es el agradecimiento. A Dios «por el don de don Giussani y de su carisma», al fundador de Comunión y Liberación, a quien se debe reconocer el mérito de haber vuelvo a reunir a «todo nuestro pueblo» en torno a la guía de la Iglesia.
Y naturalmente al Pontífice «por las palabras tan afectuosas y profundas que ha dedicado a don Giussani» y por «habernos indicado no solo el punto al que debemos tender, sino también el camino que recorrer para llegar hasta ahí». No se podía dar por descontado. CL viene de un periodo complicado. Tras la muerte del fundador y la lógica perplejidad consiguiente, también han surgido profundas diferencias sobre la interpretación del carisma y su adaptación a los tiempos que vivimos.
Una “crisis” que culminó con el nombramiento del arzobispo de Taranto, Filippo Santoro, como “delegado especial” de los “Memores Domini” (asociación de laicos consagrados) y la dimisión de Julián Carrón como presidente de la Fraternidad de CL.
El 21 de septiembre de 2021 le sustituyó Prosperi, 50 años, casado y padre de cuatro hijos, profesor de bioquímica y director del centro de Nanomedicina en la Universidad Bicocca de Milán. «El encuentro con el Papa –explica– ha precisado de manera clara y explícita la tarea que la Iglesia asigna al movimiento. Se nos pide una auténtica conversión para redescubrir la gracia del carisma recibido por Giussani y para gozar aún más de la belleza de la compañía de Cristo en nuestra comunidad, para poderla comunicar a todos. En este sentido, cuanto más dispuestos estemos a seguir los pasos que nos ha indicado el papa Francisco, tanto más nuestra compañía será un lugar vivo, lleno de luz, de unidad y de esperanza, para toda la Iglesia y la humanidad».



Entre los pasos indicados por el papa Francisco, surge con fuerza la invitación a superar las divisiones y contraposiciones del último periodo.
En los últimos meses, la Iglesia ha intervenido en varias ocasiones, precisando el papel de quien guía en la vida del movimiento. El Papa nos ha recordado que don Giussani es un bien, un valor y un don para toda la Iglesia, no es propiedad nuestra. Después de la muerte del fundador, como dijo el Pontífice, no debe sorprendernos que haya momentos de perplejidad, de dificultad y hasta interpretaciones diferentes sobre lo que hemos vivido.

Se trata de dar pasos adelante.
Lo que estamos viviendo, en mi opinión, ya no es un periodo de transición, sino que representa un nuevo inicio. El Papa y la Iglesia han intervenido con autoridad, diciéndonos: estamos con vosotros, caminamos juntos. Para mí, este es un periodo de relanzamiento.

Uno de los temas más discutidos es el de la interpretación del carisma. Un tema que afecta tanto a la vida interna del movimiento como a la relación con la autoridad eclesiástica.
Hemos llegado a este encuentro con el Papa gracias también a cómo nos ha acompañado durante todo este año el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en los pasos necesarios, verificándolos juntos, siempre con gran disponibilidad. Siempre nos hemos fiado. Creo que la confianza mutua es la condición fundamental de esta nueva fase.

Pero también ha habido momentos de incomprensión.
Si en el tiempo no prevalece la certeza de que quien lo gobierna todo es el Espíritu de Dios a través de la Iglesia que Él ha querido, a la larga acaban llegando las incomprensiones y las fricciones.

Usted está al comienzo de su mandato como presidente de la Fraternidad de CL. ¿Cuál es su mayor preocupación?
No puedo decir que esté preocupado en el sentido ansioso del término. En la audiencia con el Papa he visto claramente que nada depende de nosotros, es Otro quien actúa. El pueblo allí presente ha mostrado que esta historia, esta realidad, ha sido y es querida por Dios. En este sentido estoy sereno, seguro y al mismo tiempo comprometido, con todos mis límites, para responder a la tarea que se me ha encomendado. Es una responsabilidad que hace que me tiemblen las piernas pero que llevo en comunión con quien la comparte conmigo. Creo que el carisma es como un águila: no podemos pensar que podemos cuidarla encerrándola en una jaula. Porque así, con el tiempo acabará perdiendo el plumaje, caerá enferma y morirá. El águila debe volar.

¿A dónde debe llevar ese vuelo?
Creo que el camino que empieza ahora es sobre todo el de la misión. En los diversos ámbitos de la sociedad, como siempre ha sido desde nuestro origen, y en todo el mundo. Concretamente allí donde hay pobreza, como nos ha pedido el Papa, allí donde hay necesidades humanas, donde hay soledad.

Hablaba usted de nuevo inicio. ¿Cuáles son las etapas necesarias en el camino que comienza?
En primer lugar, la renovación del ímpetu misionero, que se traduce en las tres dimensiones fundamentales de la vida cristiana: cultura, caridad y misión en sentido estricto. De manera inmediata, el Papa nos ha pedido sobre todo, y para nosotros ya es un compromiso concreto, que le acompañemos en su profecía por la paz, por la caridad y por la misión en todas las naciones y culturas.

Un aspecto que siempre ha sido muy importante en la vida del movimiento es la atención a la política. Al día siguiente de las elecciones italianas, usted comentaba el resultado del voto reclamando sobre todo el sentido de responsabilidad.
Si tuviera que decir algo de la nueva mayoría que está empezando a gobernar, hablaría de responsabilidad ante el país entero, no solo ante los que la han votado. Eso comporta un sentido de conciencia y conocimiento de las necesidades y exigencias de todos.

La guerra, la vida después del Covid, la crisis económica, los problemas son muchos y urgentes.
Responsabilidad significa ciertamente responder a las necesidades, pero no quiere decir que quien lleve el timón deba encargarse de todo y gestionarlo todo. Espero que, como ha anunciado que quería hacer durante la campaña electoral, la nueva mayoría deje espacio a la iniciativa que surge de la sociedad civil, favoreciendo el desarrollo de una cultura subsidiaria. Gran parte de la valoración del nuevo gobierno está en juego en este aspecto. Confiamos en que se nos conceda la posibilidad de proponer, colaborar y construir.

Esa es una responsabilidad que estáis dispuestos a asumir también como movimiento.
Por supuesto que sí, sobre todo en el ámbito que más nos compete, que es el educativo. La educación en este momento es la urgencia más grave, aún más que la crisis energética.

Estamos en el centenario del nacimiento de don Giussani. ¿Cuál es el aspecto de él que más le fascinó?
Personalmente, puesto que tuve la fortuna de conocerlo y verlo a menudo, fue sobre todo su mirada. Mirándole, tenías la sensación de que en sus ojos resplandecía el cielo. Iba a verle a menudo, también por las responsabilidades que tenía entonces en el movimiento. Fuera cual fuera el tema de nuestra conversación, aunque solo habláramos de música, volvías a casa con más certeza y te sentías útil. Estando con él, encontrándote con él, siguiéndole, Cristo estaba en todas partes. Lo veías claramente. Jesús estaba siempre tan presente en su memoria, en su manera de mirar las cosas, que se convertía en la definición de su vida. Eso se reflejaba inevitablemente en la manera de estar con la gente y de guiar una realidad como la nuestra.

¿En qué consiste su mayor actualidad?
Diría que en su radicalidad, es decir, en su propuesta radical para vivir la fe. Hoy nos preguntamos qué hacer para llegar al corazón de los hombres de nuestro tiempo, tan incapaz para tener la mínima certeza de cualquier cosa. Pero la historia nos dice que mientras los reinos y los imperios fueron cayendo, la Iglesia permanece. Y permanece porque el contenido de su mensaje no es una ideología sino la presencia de Cristo. Giussani apostaba en cada instante por esta presencia, y eso es lo que estamos llamados a hacer nosotros también ahora, imitándole a él. Nada más. Parece poco, pero lo es todo.

Avvenire, 26 de octubre de 2022