Chile. Hijos de muchos “sí”

Un encuentro en Santiago de Chile para celebrar el Centenario del nacimiento de don Giussani. Con Giuliana Contini y Paula Giovanetti. «No las memorias de un pasado sino cómo esta Presencia que cambia la vida vuelve todo nuevo hoy»
Valeska Cabañas

El sábado 1 de octubre en medio de nuestra ciudad, Santiago de Chile, volvió a acontecer: Cristo volvió a acontecer, lo hemos visto, no es un hecho del pasado. Desde temprano, la antesala del salón para el encuentro empezó a llenarse de niños, jóvenes y adultos, de vida, de saludos, de alegría, del “gozo” de la comunidad, después de tanto tiempo online. Después de estos años en pandemia, el centenario por el nacimiento de don Giussani fue la ocasión para verse, desde todas partes de Santiago a “rostro descubierto”, literalmente.
Fuimos convocados para ponernos con asombro y gratitud delante de la historia que nos aferró para siempre, gracias al sí de don Giussani y de tantos santos antes de él en la historia de la Iglesia. Lo vimos desde el inicio con un video breve de testimonios sobre don Gius y una serie de fotos donde reconocimos a más de algún amigo y a nosotros mismos. Sí, porque a nosotros nos alcanzó esta misma historia.
El encuentro comenzó cantando Povera voce y Nace la pregunta, canción que ha nacido en la comunidad de Chile. Cantos que estaban en sintonía con el contenido que nos convocaba: la belleza, la creatividad que iniciaron nuestra historia, se renuevan en el presente.

Para darle un nombre más concreto a esta gratitud invitamos a dos amigas a realizar este encuentro: Giuliana Contini y Paula Giovanetti. ¿Qué venían a contarnos estas dos amigas? Como ellas mismas dijeron: no las memorias de un pasado –que, aunque fuera lindo, es pasado– sino cómo esta Presencia que cambia la vida vuelve todo nuevo hoy.
Paula es profesora de literatura en la Universidad de Santiago y coordinadora académica en un colegio Vulnerable de Santiago de Chile. Dos miradas de un mismo hecho: el encuentro con Cristo. Nos contó su encuentro con unos profesores que, cuando ella tenía 15 años, revolucionaron su vida en el colegio y la introdujeron en una historia nueva. «No he conocido personalmente a Luigi Giussani, pero he conocido a sus hijos, y reconozco su paternidad. Soy testigo de esta cadena de personas, soy eslabón en esta cadena de personas y confío en que podemos conocer a través del testimonio». La misma experiencia la encontró después en la universidad. «¿Esta propuesta era una cosa del pasado o tenía que ver con mi presente? ¿Lo que me propusieron era para el momento del colegio o era para la vida?». Reconocer este “para siempre” fue lo que venció en su vida. Así, la vida de Paula se ha vuelto una aventura, siguiendo la provocación de Giuliana en el tiempo universitario: «Busquen a los grandes que hay en esta tierra». Y, como dice Paula, «reconocíamos naturalmente que en todo hay un secreto». De hecho, por eso ella también quiso ser profesora.

Giuliana pertenece a los Memores Domini, fue profesora de Literatura en la Universidad Católica de Chile y fue decana de Educación en la Universidad Católica Sedes Sapientiae de Perú. Una de las primeras que encontró a don Giussani. Comenzó diciendo que para ella esta era la ocasión de hablar a todos de su deuda de gratitud. Por eso dijo que sí a este viaje de más de doce mil kilómetros a sus 82 años: por gratitud a esta historia que abrazó su vida, desde la juventud hasta los años de su madurez, en Italia, en Chile, en Perú y de vuelta en Italia. En Giuliana vimos a una mujer viva, apasionada, radical, que «cree en lo que dice». Y para mostrar cómo lo que encontró cuando era joven sigue vivo hoy, nos contó tres puntos que el encuentro con Giussani iluminaron e iluminan su vida. «Lo primero es que he recibido de él una mirada autentica sobre lo humano, sobre nuestra condición humana, frente a mi yo. Es una provocación a estar con lealtad frente a nosotros mismos, para educarnos a ser leales con nuestra humanidad, mirando nuestra experiencia elemental». Este primer punto nos lo contó citando a su amado Leopardi porque, como decía don Gius, esta experiencia tiene que ver todo lo humano, con cada hombre, y el arte es una expresión clara de esto. Por eso Giuliana es una apasionada de la literatura y del arte, y apasiona a quien la escucha.



Segundo punto: «ha pasado a través de él mi encuentro con Cristo como una presencia viva, actual y fascinante. El encuentro con Cristo ha sido una experiencia viva, porque ha sido una respuesta a las exigencias más vivas de nuestro corazón. Desde que esto se reconoce, ningún instante de la vida es algo banal. Él vivió toda su vida con este entusiasmo, con este afecto. Vivió en un asombro permanente: que Dios se haya hecho hombre es algo de otro mundo ¡en este mundo! A quien lo escuchó le es imposible olvidar cómo Giussani leía el evangelio».
El tercer punto indicaba el camino para volver a encontrarlo hoy. Para vivir esta misma experiencia que apasionó su vida. «El tercer punto que he vivido gracias a la experiencia que viví con él es la comunidad cristiana como lugar de auténtica humanidad y de protagonismo real en la historia. Quien encuentra a Cristo, un día después de su presencia en la tierra o miles de años después, ¿cómo puede darse cuenta de que él responde de verdad a lo que pretende? En la Iglesia, en la comunidad cristiana. Lugar vivo y operativo de Su presencia hoy en medio de los hombres».

Nuestras dos amigas, con acentos y temperamentos distintos, han testimoniado que la persona está llamada a ser más ella misma en el encuentro cristiano. Nos acompañaron a ver que esta cadena humana, esta historia, esta tradición se dona hoy a nuestra libertad. Somos hijos de muchos “sí”, incluso de personas que no hemos conocido. Qué gran conmoción hemos podido reconocer en esta una historia que vibra hasta nosotros. Él está vivo, presente, porque están aquí Giuliana, Paula, y tantos otros, porque ha llegado hasta mí. Y podemos volver a decir sí también nosotros para aquellos a quienes encontramos, para que vuelva a acontecer en nosotros, para el mundo.
Giuliana terminó el encuentro con el mismo deseo con el que Giussani nos provocaba: «Les deseo no quedarse nunca tranquilos». ¿Cómo quedarnos tranquilos y no conmovernos de gratitud si Él está tan vivo y presente, si lo hemos visto y oído? Gracias, don Giussani por tu “sí”, que hoy abrazamos y renovamos en nuestra amistad.