El papa Francisco saluda a Davide Prosperi

Audiencia. El saludo de Davide Prosperi

Las palabras que el presidente de la Fraternidad dirigió al papa Francisco y su declaración al finalizar el encuentro en la plaza de San Pedro
Davide Prosperi

Santo Padre, le agradecemos infinitamente que haya aceptado recibir a nuestro pueblo en esta preciosa plaza que nos devuelve tantos encuentros vividos con los Papas, desde san Pablo VI a san Juan Pablo II, Benedicto XVI y usted, papa Francisco.

En la audiencia que nos concedió el 7 de marzo de 2015, después de agradecer a don Giussani el bien que había recibido mediante la meditación de sus textos, nos recomendó no ser “adoradores de cenizas y mantener vivo su fuego”. Don Giussani prendió ciertamente un fuego en la vida de miles de hombres y mujeres, transmitió el fuego del Espíritu Santo, el fuego del conocimiento de Cristo y del hombre. Ese fuego está vivo a pesar de que hayan pasado 17 años de su muerte, como nos mostrarán, después de mi saludo, dos experiencias que hemos elegido entre otras muchas.

Usted, Padre Santo, no se ha limitado a darnos un consejo, sino que nos ha ayudado a lo largo de estos años, sobre todo mediante el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida –y agradecemos su acompañamiento paternal y paciente– para imaginar y emprender un nuevo ímpetu misionero, una nueva página en la vida de nuestra historia. En calidad de presidente de la Fraternidad, quiero asegurarle, Padre Santo, que junto a los demás responsables y con todo el movimiento estamos siguiendo con mucha atención las indicaciones de la Santa Sede, para que el carisma que el Espíritu Santo ha donado a don Giussani para el bien de toda la Iglesia siga dando nuevos frutos. Hoy, llenos de gratitud y alegría por su invitación, venimos aquí para preguntarle cómo podemos seguir contribuyendo a la renovación que la Iglesia está llevando a cabo bajo su paternal guía.

Estamos en el año del Centenario del nacimiento de don Giussani. Esta ocasión ha suscitado muchas iniciativas, promovidas con la intención de ensanchar nuestra atención a esas periferias del mundo y del alma que usted siempre nos ha señalado. Es verdad, hay mucha desolación, muchos dramas en los corazones de los hombres y al mismo tiempo una espera infinita de Cristo, consciente o no, que desvela la razón profunda por la que el Señor ha querido dar a toda la Iglesia, en don Giussani, a un testigo de la sed de Cristo por el hombre y de la sed del hombre por Cristo. Precisamente en esta misma plaza, con ocasión del primer encuentro mundial de los movimientos eclesiales en Pentecostés de 1998, don Giussani terminó así su discurso ante Juan Pablo II: «El verdadero protagonista de la historia es el mendigo: Cristo mendigo del corazón del hombre y el corazón del hombre mendigo de Cristo».
Los dos testimonios que ahora tendrán lugar quieren ser un signo de la vitalidad de lo que don Giussani generó con su sí total a Cristo.

Gracias Santo Padre, una vez más, por su paternidad, su acogida, por las palabras que quiere dirigirnos y por su bendición.


Sus declaraciones después de la audiencia:

«La audiencia de hoy con el papa Francisco por el Centenario de don Giussani ha sido para el movimiento de CL un gran don y una gran fiesta. Estamos realmente agradecidos al Santo Padre por sus palabras de inmenso afecto y de sentido reconocimiento por el bien que don Giussani supuso para el mismo Papa, para la Iglesia y para el mundo.
Su reclamo paternal a la unidad de nuestra compañía y a colaborar aún más para mostrar “el carácter atractivo y novedoso del cristianismo” es para nosotros un nuevo punto de partida. Sentimos que es verdaderamente decisiva su invitación a llevar “en el corazón el precioso don del carisma y de la Fraternidad que lo custodia, porque todavía puede hacer florecer muchas vidas”. Y sobre todo para ayudarle en su compromiso por la paz.
El Santo Padre nos ha hecho hoy aún más conscientes de que estamos acompañados por el abrazo materno y amoroso de la Iglesia y ha despertado con fuerza nuestro deseo de vivir este momento de nuestra historia como la ocasión de crecer para cada uno de nosotros y para que "el carisma que don Giussani os ha transmitido llegue a nuevas personas y a nuevos ambientes"».