El papa Francisco en la audiencia con CL el 7 de marzo de 2015 (©Ansa/Maurizio Brambatti)

Hacia la audiencia. En peregrinación a casa de Pedro

La carta de Davide Prosperi, presidente de la Fraternidad de CL, de cara al encuentro con el papa Francisco en Roma el 15 de octubre

Queridos amigos:

A medida que se acerca la audiencia que el papa Francisco nos ha concedido por el Centenario del nacimiento de nuestro querido don Giussani, llenándonos de profunda gratitud y alegría, advierto la urgencia de renovar con vosotros las razones de nuestra participación en un evento tan importante, para ayudarnos a esperarlo con corazón humilde y sincero, abierto de par en par a la oración.

La audiencia será un paso fundamental en el camino que estamos haciendo. En un momento tan delicado para el movimiento, peregrinando a la casa de Pedro queremos reafirmar nuestro afectuoso seguimiento al Papa y nuestro amor apasionado por Cristo y la Iglesia. Como hijos, confiamos al papa Francisco el deseo que nos anima desde el fondo del alma para ofrecer, en la concreción de nuestra existencia, la contribución de nuestra fe en beneficio de todos nuestros hermanos los hombres, y seguir mendigando, en primer lugar por nosotros mismos, a Aquel que es el único que puede saciar la sed del corazón humano: Jesús de Nazaret. Eso es lo que don Giussani nos enseñó y testimonió con su vida: «Dentro del gran cauce de la Iglesia, y de la fidelidad al Magisterio y a la Tradición, hemos querido siempre llevar a la gente a descubrir –o a ver de manera más fácil– cómo Cristo está presente» (don Giussani). Nosotros «existimos solo por esto».

Por tanto, durante estas semanas que nos separan de la audiencia, mantengamos despierta nuestra petición a Cristo para que nos haga capaces de renovar en cada instante nuestro sí a Su llamada: en el sí de cada uno de nosotros es donde se concreta, en efecto, el seguimiento a la Iglesia que deseamos expresar con la presencia de todos nosotros unidos en la plaza de san Pedro el 15 de octubre.

Esperando el encuentro con el Santo Padre, con el corazón abierto para acoger sus palabras y su bendición con alegre gratitud, confiados al abrazo misericordioso de la Iglesia, encomendemos a la intercesión de la Virgen el camino de nuestro movimiento. Somos conscientes de nuestra nada y al mismo tiempo nos invade una esperanza indómita en Aquel que todo lo puede, al recorrer ese «hermoso camino» con la certeza que don Giussani nunca dejó de mostrarnos. «¿Cómo podemos vivir aquella familiaridad con Él de la que brota la evidencia de su palabra como la única que da sentido a la vida? El camino existe: es la compañía que ha nacido de Cristo y que ha penetrado la historia. Es la Iglesia, su cuerpo, es decir, la modalidad de su presencia hoy. Por eso, el camino es una familiaridad, un compromiso cotidiano con el misterio de Su presencia dentro del signo de la Iglesia. De aquí puede surgir la evidencia racional, totalmente razonable, que nos hace repetir con certeza lo que Él, único en la historia de la humanidad, dijo de sí mismo: Yo soy el camino, la verdad y la vida» (don Giussani).

Pidamos al Espíritu Santo para que nos acompañe y nos ilumine, y pidamos siempre por el Papa y sus intenciones.

Con mi amistad,
Davide Prosperi