(Foto: Archivo Meeting)

Prosperi: «Un lugar de amistad donde experimentar el amor de Dios»

Ciencia y fe, el lema del Meeting, la necesidad de maestros… Entrevista al presidente de la Fraternidad de CL en vísperas del Meeting
Paolo Viana

Profesor Prosperi, la primera pregunta suena banal para los que conocen Comunión y Liberación, pero no para el resto. ¿Qué hace un químico, experto en nanobiología, al frente de un movimiento religioso? Y permítame una curiosidad, ¿cómo puede un químico creer en Dios?
La respuesta puede parecer banal: así es. Sencillamente di mi disponibilidad cuando me la pidieron, agradecido por el don que recibí al encontrarme con el movimiento. Por lo demás, considero esta responsabilidad como un servicio a la Iglesia. Soy químico y biólogo, es cierto, soy laico, estoy casado y tengo cuatro hijos. El químico observa la realidad en sus profundidades microscópicas, maravillándose continuamente por la perfección con que los elementos se relacionan razonablemente entre sí. La experiencia de esa razonabilidad y al mismo tiempo del misterio que la gobierna me lleva a devolverle la pregunta: ¿cómo es posible que un químico no crea en Dios? Aunque es cierto que una cosa es creer en la existencia de un ente superior y otra encontrarse con una realidad humana donde la presencia de Dios es una experiencia viva…

Una pasión por el hombre. No es solo el lema del Meeting de este año, sino el hilo conductor de un movimiento que, sin perder de vista la teología, siempre la ha encarnado en una historia humana. El mismo Meeting muestra una fe cargada de cuerpo y de h historia, de emociones y pensamiento, experiencias e ideas, mediante el comportamiento que mejor lo caracteriza, la amistad. ¿No cree que vivimos un tiempo en el que resulta difícil, y no solo por la pandemia, sintetizar todas estas dimensiones de lo humano?
El cristianismo no nació para fundar una religión, nació como una pasión por el hombre. El lema se ha tomado de esta frase que don Giussani dijo justamente en el Meeting en 1985. Nosotros hemos conocido esa pasión de Dios por el hombre en la amistad con don Giussani y ahora la vivimos en la compañía que nació de esa amistad dentro de la Iglesia. ¿Qué fue lo que originó todo eso? El deseo de mirar a los demás igual que hemos sido mirados nosotros, de experimentar continuamente el amor que Dios nos tiene. De hecho, “Meeting” significa encuentro. «La palaba “encuentro” indica la modalidad original con que la propuesta que Dios hace de sí mismo, en Cristo, se vuelve persuasiva y operativa para el hombre. Un encuentro está en función de la participación del hombre en el designio total» (don Giussani, Meeting 1983). Como usted dice, el hombre tiene varias dimensiones, sí, pero todas tienden estructuralmente a una unidad, piden una “totalidad”. Lo que el Meeting intenta ofrecer es, especialmente en estos tiempos tan difíciles, un lugar de amistad para compartir esta tensión.

Uno de los momentos más interesantes será la lectura del pensamiento de Giussani en el centenario de su nacimiento. Para usted, ¿fue más un teólogo o un pedagogo?
Don Giussani fue muchas cosas, pero sobre todo un educador. En el sentido más alto del término, un hombre que cuando se encontraba con los demás hombres les ayudaba (y les sigue ayudando mediante la historia que generó) a crecer hacia su Destino. Para él, nadie era extraño y nunca imponía su visión. Trataba de provocar el corazón del otro para abrir ante él una espiral hacia un “camino hermoso”, que tenía relación con todo. Si tuviera que definir el carisma recibido de Giussani diría que es el carisma de lo humano. Miraba al hombre entero, valorando hasta el fondo la pregunta sobre el infinito (de hecho le encantaba Leopardi), pero también la apertura al acontecimiento de la gracia de Cristo, que se alcanza a través de alguien que nos llama la atención y nos fascina, generando así el movimiento.

¿Hacen falta buenos maestros?
El hombre siempre necesita personas que sepan mantener despierto el deseo del corazón. Eso hizo don Giussani con muchos de nosotros. Igual que otros nombres en la historia de la Iglesia, se volvió fascinante como testigo de la iniciativa del verdadero y único Maestro. El padre Lepori, abad general de la orden cisterciense, decía en los Ejercicios espirituales de CL que la relación con Él, con el Maestro, «hace que la vida crezca, dilata el corazón, nos introduce en la verdad de todo, en la verdad de las relaciones, del trabajo, de los afectos, de las fragilidades humanas, hasta de la muerte», para «hacerte vivir con plenitud». Parangonarse con una presencia así te hace buscar personas, más bien amigos, que sepan indicarte el camino para “vivir con plenitud”. Esta tensión ideal transforma también la manera de mirar todo lo que uno tiene.

¿Cree que la gente todavía quiere aprender algo y ponerlo en práctica o basta con vivir como espectadores de la televisión y las redes sociales?
Nadie quiere ser mero espectador de su propia vida. Todos desean relaciones que tomen en serio la necesidad de felicidad, experimentar un bien. Es cierto que ese deseo actualmente está aniquilado, aplastado. A menudo nos define nuestro miedo al fracaso, como si nuestro destino solo dependiera de nosotros. El papa Francisco decía a los jóvenes: «La pantalla se vuelve fácilmente un espejo, donde crees que estás frente al mundo, pero en realidad estás solo, en un mundo virtual lleno de apariencias, de fotos trucadas para parecer siempre hermosos y en forma. ¡Qué bonito, en cambio, es estar con los demás, descubrir la novedad del otro, dialogar con el otro, cultivar la mística del conjunto, la alegría de compartir, el ardor de servir!». Todos debemos ayudarnos a devolver a Dios a las pantallas de nuestra vida. Una vida sin Dios es una vida sin futuro.

Una última pregunta inevitable. ¿Qué pasará con Comunión y Liberación en los próximos meses?
Para CL es un periodo delicado pero de gran renovación. Para nosotros es apasionante, lo veréis en el Meeting. La Iglesia nos está guiando, a nosotros y a todos los movimientos, hacia una maduración y se lo agradecemos. Además, nuestro agradecimiento al Papa es aún mayor por la audiencia que nos ha concedido en San Pedro el 15 de octubre, justo el día del nacimiento de don Giussani, del que celebramos este año el centenario. Será un momento fundamental en nuestro camino y espero una gran participación. Para reafirmar nuestro seguimiento a Cristo en la Iglesia y para renovar la contribución de la fe y la construcción del bien común que podemos ofrecer a la Iglesia y al mundo. Esa es nuestra única razón de ser.
Publicado en Avvenire