El cartel de la presentación

México. Compromiso, trabajo y la buena política

Un intenso diálogo sobre la relación de la fe con la política y el poder a raíz del libro de don Giussani “El yo, el poder, las obras”, con motivo del centenario de su nacimiento
María Rosa Cantú

La comunidad del movimiento de Comunión y Liberación de Monterrey (México) vive el centenario del natalicio de su fundador con la conciencia de lo que ha recibido: una novedad de vida que la orienta para vivir con sentido, abrir diálogo con todos y vivir con mayor compromiso la realidad.
En este tiempo en que la vida pública y la política están marcadas por el desprestigio y la desconfianza, la comunidad percibe luces y vida en algunos que experimentan con pasión estos ámbitos.

Es preciso dialogar, descubrir la mejor forma de participar en estos espacios y reconocer aquello que permite vivir con esperanza; además de acompañar y ser acompañados en esta tarea de vivir y gobernar, porque no se vive aislado, sino en comunidad y en una corresponsabilidad. Teniendo en cuenta todo esto, se llevó a cabo la presentación del libro El yo, el poder, las obras de Luigi Giussani, en el Centro Cultural Fátima, localizado en el municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León.
La vigencia de los temas tratados en esta obra, como son el poder, la política, el trabajo, las obras, la caridad, entre otros, fue puesta en evidencia por sus presentadores: Derlis Alfredo Noguera, secretario del Ministerio de Educación y Ciencias de Paraguay, y Miguel Treviño de Hoyos, alcalde de San Pedro Garza García.



¿Por qué presentar ahora un libro que fue escrito hace 30 años? Preguntó en la apertura Oliverio González, moderador del diálogo, quien ofreció al mismo tiempo esta respuesta: «La propuesta del poder, de lo social o lo económico, como los aborda Giussani, es muy original porque parte de los deseos. A través del encuentro con algo que genera un atractivo y felicidad es como uno puede construir dentro de los ámbitos en los que se encuentra en la sociedad, incluso el de la política. Atravesar por este afecto a la persona, por este atractivo, y no por intereses particulares, es lo que hace esta propuesta tan actual».

La presentación del libro no es un hecho aislado, sino que se inserta en la historia de la comunidad de Monterrey, que inició hace 25 años. En el lobby del auditorio tres pantallas describieron con videos y fotografías esta historia. «Admiro mucho lo que hacen, a ti y a todo tu grupo, gracias por invitarme y por no olvidarte de mí. Ya estoy leyendo el libro». Con estas palabras Maricruz agradeció la invitación y dijo que era su primera salida de casa después de la pandemia. Ella ha sido una persona adherida a este torrente de vida gracias a este encuentro.

Derlis Noguera, joven de 38 años con sed de conocer, dijo en repetidas ocasiones haber venido desde Paraguay para aprender de Miguel Treviño, y añadió que «fui invitado por los amigos de Comunión y Liberación y lo que deseo es comunicar la pertinencia de la vida cristiana con la vida. No se trata solo de tener capacidad de hacer cosas o de no ser corruptos, sino de tocar con la mano el hecho de que al vivir la experiencia cristiana uno gana, construye su yo, su persona».

Miguel Treviño es un hombre de mediana edad, con amplia experiencia en el ámbito público y privado. Ha sido dos veces candidato independiente ganador en la alcaldía de San Pedro. Para resolver los problemas del municipio, Miguel se ha caracterizado por consultar y comunicarse con la ciudadanía.

La posición y personalidad de ambos presentadores se pudo apreciar en el hecho de que, como dice Jaziel, un joven asistente al evento, «no se ha hablado desde un discurso político, sino desde el corazón». «Ambos hablaron desde su experiencia, trabajan en el sector público y hacen política… hablaron desde lo que viven cotidianamente», expresó a su vez Jimena, otra de las asistentes. También habría que ver el libro de Miguel, lleno de notas y subrayados, para darse cuenta de cómo se compromete en lo que se implica.

A otra pregunta que Oliverio lanzó a los presentadores acerca de la resonancia que la lectura del libro ha tenido en ellos, Miguel Treviño respondió que se reconoce en el juicio que Giussani da del poder ateo, el cual pretende ser respuesta a las exigencias del hombre y, haciendo esto, se extralimita. Por eso, según él, es importante una continua vigilancia de la sociedad y no solo eso, sino que se trata de crear instituciones que permitan que esta participación y control sean permanentes, dando seguimiento a «lo que otros antes hicieron y que puedan continuar quienes van a estar después de nosotros». Miguel recalcó que esta tarea se trabaja desde el Estado y el reto es no solo resistir al poder y mantener la independencia sino, más importante aún, participar, involucrarse.

Profundizando en la cuestión, Miguel citó el siguiente pasaje de don Giussani: «Todo en este mundo es aproximado. Lo que hace que las cosas sean perfectas y realmente adecuadas no son nuestras previsiones sino el designio de Dios». Luego afirmó: «Cuando leí esto inmediatamente pensé que estaba frente a una idea muy importante porque la participación es aproximativa, el encuentro personal se da por aproximaciones sucesivas». Las circunstancias le hicieron entender esto a través de su primera experiencia de participación en el gobierno del estado de Nuevo León, al que renunció después de cuatro meses porque no correspondía a su ideal de compromiso político, sin embargo le aportó aprendizaje, le permitió conocer a mucha gente y asumir una posición de liderazgo que después le llevó a la alcaldía de San Pedro. Sobre esto insiste: «La respuesta al llamado es aproximativa, lo importante es aventarse a la alberca». Y agregó parafraseando a don Giussani: «Todo es aproximativo y, a la vez, todo es extremadamente útil. En el mundo no cuenta nada más que la nueva criatura». Y cerró esta reflexión diciendo que todo lo que hacemos es útil, de cualquier modo en que nos hayamos metido en ello. Esto no significa que uno no intente cambiar las situaciones, cuando estas son extremadamente difíciles, pero sin angustia, sin ansiedad.

Otra idea que resonó en Miguel tiene que ver con el deseo. «El deseo es la chispa que enciende el motor», dijo, y recordando su adolescencia y la relación con su padre militando en el Partido de Acción Nacional (PAN ), escuchaba y admiraba en las tribunas públicas a los oradores que estaban allí «para devolver a la sociedad lo mucho que les había dado», pero con el paso del tiempo vio que no era suficiente. Participando –dijo– hay una plenitud que uno experimenta cuando se siente llamado y advirtió que «a veces lo que nos detiene es querer planearlo todo, tener todo resuelto», y citó de nuevo a Giussani: «No hay posibilidad de construir sobre el mañana, solo hay posibilidad de construir a partir del deseo presente, lo único que me hace capaz de estar realmente atento. Un padre o una madre que tienen a su hijo enfermo están atentos a prestarle todos los cuidados que necesitan hasta los menores detalles. El deseo además es analítico; cuando mira a su alrededor no se le escapa una, pues como energía para construir no se detiene jamás».

Al concluir su intervención, Miguel añadió una reflexión sobre el trabajo pensado en términos físicos. «Para mí, el trabajo es el producto de la fuerza ejercida, es decir, el trabajo no es el esfuerzo, el trabajo es que efectivamente esto se está moviendo. Me parece que, en nuestra manera de ver nuestra involucración en lo público, como cristianos, tenemos que pensar así en el trabajo. El resultado tiene un valor, no se trata solamente de tener buenas intenciones, se trata de trabajar y cueste lo que cueste lograr los resultados que nosotros sabemos que son valiosos para dignificar al ser humano, para lograr mejores situaciones de justicia y de seguridad». Y citó nuevamente a don Giussani: «El trabajo es el aspecto más concreto, más árido y fatigoso pero concreto de nuestro amor a Cristo. Concreto quiere decir existencial, integrado en lo que nos rodea en las circunstancias». Y terminó diciendo: «Creo que como cristianos nos urge salir del paradigma de que las intenciones bastan. No. Es el trabajo, es el esfuerzo que se traduce en movimiento».

En su intervención Derlis mencionó que el libro le provocó a mirar su experiencia actual en el poder. Contó que, como secretario del Ministerio de Educación, podía dar cuenta de ciertos vicios. Un amigo cercano le dijo: «Cuidado, que el poder es el mayor pecado que tenemos», y sin ánimo de moralizar se daba cuenta de cuán importante es construir su yo, una de las cuestiones más descuidadas hoy en día. «Si algo no me construye, lo dejo», dice.

Derlis sintió su vocación desde muy pequeño. Desde joven deseó cambiar la realidad. La relación con su esposa Virginia le acompaña en esta motivación, pero tiene claro que está en política no solamente para servir, sino para construir su persona. Y citando a don Giussani mencionó que el poder entendido como aquella energía real que puede cambiar la realidad tiene dos aspectos: una es aquella energía capaz de cambiar la realidad y otra la energía que tiene dentro una conciencia, ¿Y cuál es el problema normalmente con el poder? Que se pierde la conciencia, el nexo que cambia la realidad, el nexo con Cristo, con lo trascendente. El error está ahí, porque cuando uno tiene el poder, generalmente se cree autosuficiente y capaz de resolver los problemas solo, hasta que la realidad le hace caer y le hace verse frente a la realidad, por eso señala: «la realidad realmente educa».

Derlis agregó que lo que a él le ayuda en esa soledad es buscar a los amigos. «Es la problemática de la autosuficiencia, que yo considero como uno de los vicios del poder. Creer que uno puede hacerlo todo. Lo único que salva es el imprevisto». Y este imprevisto ha sucedido en repetidas ocasiones, señala, de manera inesperada y sorpresiva, dándole una compañía que se traduce en personas concretas y significativas, entre ellas su esposa Virginia, con quien ahora comparte la vida, y esta compañía de amigos que le ha sido dada.
Para Derlis, su vocación, incluso política, no hubiera crecido sin el encuentro con Cristo a través de estos amigos, por eso insiste en que cuando habla de experiencia cristiana, habla de algo demasiado concreto, que incide en su vida de manera carnal, incluso en decisiones donde se da cuenta de que es autorreferencial, pero esta conciencia se la da la relación con lo trascendente y alude a una frase de Santo Tomas que don Giussani cita en el libro, que se refiere a adecuar la razón a las obras, «para mí es totalmente razonable vivir así, más allá de nuestros límites y errores».

El diálogo continuo y Oliverio lanzó otra pregunta: ¿es posible vivir la fe en el compromiso político? Miguel Treviño cree que sí es posible, y añade que «es importante que como personas públicas seamos muy transparentes sobre nuestras motivaciones. La formación que recibimos en la familia, la formación cristiana, es lo que nos hace mirar hacia lo público como lo hacemos, con transparencia y sin dictar una postura en el sentido de querer imponer a otros lo que pensamos». Citó un fragmento de una audiencia de jóvenes con el papa Francisco donde un joven italiano preguntó al pontífice si la política es un camino posible para los jóvenes cristianos y el Papa le respondió que «es una obligación, la política puede ser la forma más alta de la caridad porque se ocupa del bienestar de todos». Esto no solo quiere decir competir por un cargo público, ni tampoco trabajar desde el gobierno, pero la política, o sea, lo que tiene que ver con la vida en comunidad, es una obligación. No concibo ser un buen cristiano si no se está involucrado en lo público, si uno no está aportando para que los hermanos vivan mejor, para que tengan una mayor calidad de vida.

También Derlis respondió de forma afirmativa. Señaló que en la familia y en el trabajo le ha tocado reunirse con sus más cercanos colaboradores –que son alrededor de veinte funcionarios–. En ocasiones les lee algunos fragmentos de este libro sobre el trabajo, y su mirada cambia. «No les digo que es de un cura, solo les ofrezco las citas como ayuda para vivir el trabajo. Lo que me da la fe concretamente es esta experiencia del movimiento de Comunión y Liberación, que me da la posibilidad de un crecimiento personal dentro de mi trabajo político».
Derlis contó lo sucedido durante un proceso para implementar la digitalización de los certificados de estudios, para que los ciudadanos lo puedan recibir por WhatsApp o por correo electrónico. Fue un proceso largo y con muchas trabas que le llevó a sentarse al lado de los funcionarios para ver qué se ofrecía, cómo se podía avanzar y en esto se dio cuenta de la importancia de salir al encuentro del otro, de estar al lado del otro como la fe nos enseña y entonces la gente puede observar que su trabajo es tomado en cuenta y dignificado.