Tribunal Suprema en Estados Unidos (foto: Joshua Woods/Unsplash)

EE.UU. Aborto, «sentencia histórica que devuelve centralidad a la democracia»

Entrevista a Paolo Carozza, profesor en la Universidad de Notre Dame. «Esta sentencia no se construye sobre bases morales, sino jurídicas»
Leone Grotti

«La abolición del derecho constitucional al aborto es sin duda una decisión histórica que hará de los Estados Unidos una democracia mejor». Lo afirma con firmeza Paolo Carozza, profesor de Jurisprudencia y director del Helen Kellogg Institute for International Studies en la facultad de derecho de la Universidad de Notre Dame (Indiana). En una entrevista publicada en Tempi, Carozza explica por qué los jueces del Tribunal Supremo que han revocado la sentencia Roe vs. Wade no han decidido en virtud de argumentos morales o políticos y por qué la sentencia devuelve su centralidad por fin, «después de casi 50 años», al pueblo americano.

En Europa los medios se muestran incrédulos, ¿cómo se puede limitar el aborto después de 50 años?
Lo más importante es destacar que esta decisión no impone ningún tipo de restricción constitucional a la interrupción del embarazo. Solo establece que la Constitución americana no ordena ni prohíbe el acceso al aborto, y en consecuencia devuelve la responsabilidad de decidir a los representantes elegidos por el pueblo en los diversos estados americanos.

¿Entonces esta sentencia hace en cierto modo a los Estados Unidos más “europeos”?
Exacto. Esta sentencia acerca a América a las prácticas vigentes en la mayor parte de los países del mundo, en vez de dejarla a merced del permiso para abortar casi sin límites que la sentencia Roe vs. Wade ha otorgado durante medio siglo.

¿Qué va a pasar ahora?
Algunos estados americanos aprobarán más restricciones al aborto, otros las reducirán y la mayoría intentará alcanzar compromisos serios entre las distintas opiniones de sus ciudadanos, permitiendo el aborto pero solo en ciertas condiciones o periodos de tiempo más o menos limitados, tal como sucede en la mayoría de los países europeos. Pero la sentencia Dobbs también tendrá profundas implicaciones en otro tema.

¿Cuál?
El de la correcta interpretación y aplicación de la Constitución. También tendrá repercusiones en la definición del papel más adecuado que deben tener los jueces. Es un retorno a los orígenes decisivo respecto a la centralidad que casos como el de Roe han otorgado a los jueces, como si tuvieran que resolver por nosotros las controversias morales fundamentales que afectan a nuestra nación.

¿Es cierto que la mayoría de los jueces son contrarios al aborto y por eso han revocado la sentencia Roe vs. Wade?
No. La sentencia no sopesa argumentos morales a favor o en contra del derecho a obtener un aborto ni las consideraciones políticas a favor de un enfoque más liberal o más restrictivo. De hecho, rechaza explícitamente este tipo de argumentos, insistiendo en el hecho de que el único problema relevante es una interpretación correcta de la Constitución. La opinión de la mayoría es favorable tanto a un enfoque literal como a uno informado históricamente, y ofrece dos argumentos.

¿Cuáles?
En primer lugar, la Constitución americana no reconoce en ningún sitio un derecho al aborto. Segundo, no hay ninguna base histórica para afirmar un derecho al aborto arraigado en la historia y en la tradición de Estados Unidos. El juez Samuel Alito, escribiendo en nombre de la mayoría, ha mostrado de manera convincente que la sentencia Roe vs. Wade no tenía ningún fundamento legal.

Es un argumento clásico de los pro-vida.
No, es algo que muchos defensores del derecho al aborto en Estados Unidos reconocen también desde hace tiempo.

¿Cuáles son entonces las razones que basan esa opinión de disenso en los jueces liberales?
La cuestión en la que más insisten es que suprimir la garantía constitucional de acceso al aborto supone una amenaza seria y directa a la autonomía y a la igualdad de las mujeres. Es decir, afirman que el aborto es necesario para que las mujeres, como ciudadanas, sean libres e iguales. Más que una argumentación jurídica –a pesar de que en esta opinión disidente también hay cuestiones técnicas– es fundamentalmente una argumentación política y sociológica.

¿Cómo ha respondido la mayoría a esta objeción?
De una manera muy sencilla. Precisamente porque estas controversias morales son las que más división provocan y porque decenas de millones de americanos se encuentran en desacuerdo sobre estos temas, es importante que el Tribunal se atenga solo a los que la Constitución establece con claridad. El Tribunal Supremo, afirman, está formado por nueve personas falibles, no elegidas y con un cargo vitalicio. No deben sustituir con su propia visión moral y sus juicios políticos los que emergen durante el proceso democrático del pueblo americano.

En Europa el aborto es ya un tabú, pero en Estados Unidos este debate sigue animando y dividiendo a la población igual que el primer día, ¿por qué?
Hay causas profundas que van más allá del aborto. La correlación dinámica y distintiva entre derechos fundamentales, política y justicia es algo que se remonta al primerísimo periodo de la República americana. Hace casi dos siglos, Alexis de Tocqueville explicaba que es muy extraño que en América cualquier controversia política acabe tarde o temprano ante un juez. Pero es justo al contrario. Es muy raro que una decisión judicial sobre temas controvertidos ponga la palabra “fin” a la controversia política que la ha generado.

¿Entonces los americanos nunca han aceptado que la sentencia Roe vs. Wade tratase de acallar su boca y su conciencia?
Exactamente. Esa sentencia se consideró ilegítima desde el primer momento porque el Tribunal Supremo intentaba borrar el aborto del espacio del compromiso político y legislativo que el pueblo confía a sus representantes electos.

¿Pero por qué en América todavía se pelea por el aborto?
Una de las razones es la presencia pública y la visibilidad de la que gozan en Estados Unidos las comunidades religiosas, especialmente las cristianas, que han resistido mejor que las europeas en el último siglo y han mantenido alta la bandera pro-vida durante décadas. Me parece sorprendente que la generación de mis hijos sea mucho más pro-vida de lo que nunca fuimos nosotros a su edad. Esto se debe sobre todo al poder de la ciencia y de su imaginación. Ahora tenemos una conciencia mucho mayor (y más visible) de la embriología y del desarrollo humano desde la concepción hasta el nacimiento, y eso constituye un testimonio muy poderoso de la humanidad y en consecuencia de la dignidad de todo ser humano no nacido.

El presidente americano Joe Biden ha declarado que todo es culpa (o mérito, según el punto de vista) de los tres jueces conservadores designados por Donald Trump. ¿Qué le parece?
Los tres nombres de Trump han sido absolutamente decisivos, pues los tres jueces elegidos por él están presentes en la mayoría de cinco que ha revocado la sentencia. Pero me parece importante destacar que para los tres esta decisión es coherente con un enfoque más amplio, sofisticado y serio (aunque contestado por otros, obviamente) sobre la interpretación de la Constitución y su papel como jueces. Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett no fueron nombrados –y apoyados en general por los conservadores (no solo por los que votaron a Trump)– con la esperanza de revocar la Roe vs. Wade, sino por una convicción más general.

¿Cuál?
Si los jueces mantienen una función más limitada y contenida, a la larga la democracia constitucional mejora y es más saludable.

Publicado en Tempi