Casa bombardeada en Mariupol, 9 de marzo de 2022 (Foto: Ansa)

Europa es débil porque no tiene alma

Monseñor Massimo Camisasca reflexiona sobre la agresión rusa a Ucrania, la incapacidad de Occidente para evitar esta guerra fratricida y lo que podemos aprender de lo que sucede (publicado en Tempi)
Massimo Camisasca*

Igual que durante la pandemia, estas primeras semanas de guerra todos nos hemos visto inundados de información gracias a tantos enviados que con gran valor nos hablan desde el frente y nos dan noticias, pero también juicios, valoraciones, comparaciones históricas… que no resulta fácil desentrañar. He buscado toda la información que he podido, pero también he intentado formarme un juicio, dispuesto a cambiarlo y verificarlo día tras día.

Ucrania agredida por Putin
Ante todo, hay algo que debe quedar claro: Putin es el agresor y el pueblo ucraniano, la víctima. No todos son claros en este punto. Ucrania ha sido invadida, bombardeada, masacrada la vida de sus gentes y sus casas, a manos de un presidente que pone la lógica de la guerra y la destrucción al servicio de sus ideales. No es el pueblo ruso contra el pueblo ucraniano. Los dos pueblos han sido siempre hermanos. En idioma, en cultura, también en la fe. Naturalmente, entre los ucranianos hallaremos un juicio tajante contra el terrible periodo soviético, un tiempo de muerte y esclavitud, lo que está totalmente justificado y no se trata de odio a los rusos.
Muchos intelectuales rusos nacieron en Ucrania. Ambos pueblos podrían convivir pacíficamente y enriquecerse cultural y espiritualmente si les ayudaran a llevar a cabo un proyecto de convivencia con miras de futuro.

Europa no tiene alma
Por desgracia, no ha sido así. Europa, que ahora mira con justa preocupación y temor a una terrible guerra de ocupación y muerte, no ha sabido emprender una política clara y unitaria frente a Rusia. Una política que ayudara a Rusia a privilegiar su relación con Europa en lugar de Asia. No debemos permitir que la inmensa Rusia se convierta en una colonia china. Todos necesitamos a Chejov, Gogol, Dostoievski, Tolstoi o Pasternak. Ellos forman parte de nuestra alma europea.
¿Por qué nuestro continente no ha sabido emprender con decisión un camino que ayudara a Rusia a ver las ventajas de una integración hacia Occidente? Porque Europa no tiene alma. No tiene conciencia de su cultura común, de su historia. Cree que todo el bien tan solo puede proceder de los mercados, las tecnologías, el compromiso político, la difusión de lo que llama “derechos”, mediante una revolución antropológica con miras a desarraigar los valores sobre los que se ha erigido la historia de nuestro continente.
Ha intentado deshacerse de sus orígenes judeocristianos sin darse cuenta de que así prescindía de cualquier referencia ideal e histórica, incluidos el humanismo y el Renacimiento –profundamente cristianos–, la reforma luterana y hasta la Ilustración, que quería interpretar de un modo radicalmente nuevo los ideales de razón, igualdad y libertad procedentes de la historia pasada europea.
Europa no tiene alma y por eso no es capaz de expresar un proyecto político y diplomático unitario. No logra atraer los corazones de otros pueblos.

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Trabajemos para que acabe la guerra
Esta guerra es insoportable, solo trae muerte. Debemos trabajar y rezar para que acabe cuanto antes, aunque eso suponga tener que ceder en algún punto. Ucrania nos está mostrando la imagen más grande y hermosa de Europa: el amor a la patria, a la tierra, a la democracia, a Occidente, a la familia. El coraje de luchar por esos valores. La fe de la que nace la esperanza. Todo eso solo puede hacer bien a una Europa exhausta, sin esperanza real. La vida no es solo progreso y comodidad. También es sacrificio y lucha. En ciertos momentos, esta conciencia puede ofuscarse pero luego, resplandores inesperados nos obligar a volver a tomar conciencia de lo que habíamos olvidado, encerrados en nuestro cómodo individualismo.
Todo acontecimiento lleva dentro una enseñanza, una corrección. Después de dos años terribles de pandemia, no hemos terminado de aprender esto. Ayudémonos para poder hacerlo estos días tan terribles.

* Obispo emérito de Reggio Emilia-Guastalla