Un nuevo golpe a la paz

Con un respiro de aliento comenzó el encuentro del Centro cultural de Milán dedicado a la situación en Ucrania. Un debate a varias voces para entender lo que está en juego y cuál es el camino
Maurizio Vitali

Como un respiro de aliento llegó el debate sobre la situación ucraniana (“Ucrania, un nuevo golpe a la paz”) organizado por el Centro cultural de Milán. La temida invasión de las fuerzas armadas rusas no se ha producido. Es un respiro para los presentes en la sala y para las tres mil personas conectadas online. ¿Se ha evitado la guerra? «La guerra en realidad ya ha estallado, se combate desde 2014 y ya se ha cobrado veinte mil muertos», afirma Mario Mauro, que fue ministro de Defensa italiano con Monti.

2014 es el año en que se estrangula el «grito que invoca la libertad» –como apunta el periodista Andrea Avveduto, moderador del encuentro–, las grandes manifestaciones populares pacíficas, conocidas como “Maidan”. «No se escuchó aquel grito, ¿por qué?». «Porque la lógica de Putin es la del espacio vital al que Rusia tendría derecho», explica Mauro.

Por otra parte, ¿cuál es la lógica de la administración americana? Lo explica Alberto Simoni, corresponsal de La Stampa en Washington: «Biden se formó durante los años de la Guerra Fría y los que siguieron al fin de la Unión Soviética». Los años noventa, los del “fin de la historia” (como dice el título del libro del politólogo americano Francis Fukuyama), del dominio americano y la unificación europea hacia el este. «Biden quiere reforzar la alianza atlántica que Trump descuidó, poner a salvo una Europa guiada por Alemania y concentrarse en su verdadero antagonista que es China. El brazo de hierro sobre Ucrania es una prueba general para responder a una posible amenaza china sobre Taiwán».

Entre los dos gigantes, EE.UU. y Rusia, el punto débil es que «nuestros líderes no saben cómo vivir en paz, porque para nosotros la paz siempre coincide con el imperio». Es lo que opina el filósofo y politólogo ruso Michail Minakov, quien ve necesaria “una nueva Helsinki”, es decir, una nueva conferencia internacional sobre paz y seguridad en Europa, siguiendo el modelo de la celebrada en Finlandia en 1975, que concluyó con un importante acuerdo para la distensión y respeto de los derechos humanos.

A propósito de derechos humanos, en la intervención (grabada en video) de Svetlana Panich, profesora de Filología y miembro del Instituto Solzhenitsyn en Moscú, se denunció la evidente violación de derechos en vejaciones cometidas contra personas que luchaban por la libertad. «Una de mis antiguas alumnas fue condenada a 13 años de cárcel con la falsa acusación de instigar la traición, la encerraron en un campo de concentración, semiparalizada y epiléptica. Ese es el cinismo de la guerra». ¿Qué hacer entonces? «Aparte de luchar por la liberación de los presos, debemos aprender a expresar la paz. No hablando a la ligera, como retórica banal, expresarla incluso sin palabras, con nuestra persona, con nuestro ser, con nuestra presencia, nuestro pensamiento y nuestra vida. Sin conformarnos al odio ni al lenguaje de la guerra sino de corazón, con gestos de solidaridad y de paz, diciéndole al mal: “¡Párate, no eres omnipotente!”».

Son constructores de la paz, por tanto, los hombres y mujeres que viven en la verdad y en la libertad. Como Svetlana, y también Elena Mazzola, italiana que lleva cinco años viviendo en Ucrania como presidenta de la ONG Emaús, dedicada a la acogida de jóvenes huérfanos y con discapacidad. Elena vive allí, en Jarkov, afirmando el amor en medio de un clima dominado por la amenaza de poderes muy fuertes, «afirmando el bien que deseamos para estos chavales que han sido traicionados y son vulnerables. Afirmando que su vida tiene valor».

Las dos intervenciones de Svetlana y Elena sintonizaban la misma frecuencia que la de Alessandro Manzoni, quien afirmó que el sentido de la historia está en los humildes, dando testimonio cotidiano y activo del valor de la persona. Constructores de paz en la verdad y en la libertad.

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Verdad y libertad, dos coordenadas que según Mario Mauro tienen que valer también para los “grandes”. «La paz no se hace a la medida de los intereses que hay en juego. La paz es un bien común». Al terminar, Simoni lanzó una voz de alarma sobre los límites de la mentalidad actual, occidental y sobre todo americana: «Aquí, en EE.UU., el concepto de verdad saltó por los aires con Trump, que aún sigue movilizando a medio país. Los americanos no saben reconocer en el otro elementos en común. Por eso son incapaces de comprometerse, en el sentido más justo y noble de la palabra: com-promiso, es decir, prometer algo y hacerlo juntos».