Buenas noches a todos. En primer lugar, os agradezco vuestra participación esta noche, aun habiendo sido avisado con tan poco tiempo. También quiero agradeceros la paciencia con la que habéis esperado indicaciones sobre la guía de nuestro movimiento, tras la noticia de la dimisión de Julián.
Os aseguro que mi agradecimiento a cada uno de vosotros no es formal. Estoy profundamente persuadido de que la actitud respetuosa, cargada de mirada positiva y de esperanza, que he visto en muchísimos de vosotros durante estas semanas, es un fruto precioso de la educación en la fe que hemos recibido en esta compañía.
Hemos cantado «Qué hermoso es el camino para quien lo recorre…» (C. Chieffo, «La strada», en Cancionero, Comunión y Liberación 2004, p. 340). Por ello, continuemos nuestro camino sin detenernos. El camino es hermoso y seguro, no tenemos nada que temer porque el Señor nos dice: «estaré contigo, he puesto mi mano en tu corazón» (C. Chieffo, «Canzone dell’ideale (Parsifal)», en Cancionero, op. cit., p. 326). Esto se me ha hecho evidente por el aluvión de mensajes y cartas recibidas este fin de semana como respuesta a la carta que os escribí el sábado por la tarde. Este es el primer testimonio de que estamos en camino. Y de que estamos en camino juntos. Muchísimas gracias.
Os he propuesto este breve encuentro para compartir las decisiones que se refieren a la vida del movimiento en este delicado paso de nuestra historia.
Por esta razón, quiero haceros partícipes del fruto del diálogo que tuve con el cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el pasado jueves, 25 de noviembre, retomando sintéticamente los contenidos de la carta que os escribí el sábado. (...)

Descarga el texto completo en pdf o epub