Julián Carrón

«El origen de nuestra esperanza»

El mensaje enviado por el papa Francisco al movimiento con motivo de los Ejercicios de la Fraternidad y el telegrama para el Santo Padre al terminar el gesto, en el que participaron 40.000 personas desde 94 países de todo el mundo

Con ocasión de los ejercicios espirituales anuales, que tienen lugar del 16 al 18 del presente mes de abril, para todos los miembros de la Fraternidad de Comunión y Liberación, reunidos este año a través de videoconexión, bajo el evocador título “¿Hay esperanza?”, el Santo Padre Francisco se dirige a ellos cordialmente y les desea que la memoria viviente del sacrificio de Cristo y su encarnación en la historia, en este tiempo tan lleno de incertidumbre y preguntas, nos ayude a no dejarnos vencer por la tristeza y el miedo, al reconocer que nuestro corazón inquieto no encuentra paz hasta que no descansa en el Señor. El Papa, exhortándoles a abrir el corazón a lo imprevisto y al sorprendente descubrimiento de que el Resucitado, origen de nuestra esperanza, está con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos, le envía, de corazón y por intercesión de la Virgen María, «término fijo del consejo eterno», la implorada bendición apostólica, que con gusto extiende a todos los que están conectados, a sus familiares y a todo el movimiento.
Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de Su Santidad
Vaticano, 16 de abril de 2021


Santidad, 40.000 personas, reunidas por videoconexión desde 94 naciones, han participado en los Ejercicios espirituales de la Fraternidad de Comunión y Liberación. «Peor que esta crisis, es solamente el drama de desaprovecharla». Su llamamiento de hace un año nos ha impulsado a una toma de conciencia de lo que hemos vivido en este tiempo marcado por la pandemia. Hemos reconocido que nuestro corazón inquieto encuentra paz solo en el Señor.
«Al hombre que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que le acompaña» (Lumen Fidei). ¡Cuántas personas nos lo han testimoniado estos días! En sus cartas hemos visto encarnada la esperanza que no defrauda, esa esperanza fundada en la certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte, la tristeza y el miedo. Hay esperanza porque Cristo resucitado permanece presente aquí y ahora en «una compañía, la Iglesia, con una cabeza: Pedro. Una compañía donde su Presencia» puede «verse, tocarse, experimentarse» (don Giussani). Inmersos en la historia particular generada por el Espíritu Santo a través del carisma concedido a don Giussani, vemos crecer en nosotros –tan frágiles y necesitados– una apertura sin límites a todos nuestros hermanos los hombres, un ímpetu de positividad que inunda la normalidad de la vida cotidiana según el designio del Padre.
Agradecidos por su bendición apostólica continuamos rezando por usted, Santo Padre, confiándole cada día a María Salus Populi Romani.
Julián Carrón