Colombia. ¿De qué está llena tu conciencia en este instante?

De nuevo, manifestaciones en la calle, uso de la fuerza y vandalismo. La comunidad de CL propone un documento para ayudar a afrontar la tensión social

En los últimos días hemos sido testigos del uso excesivo de la fuerza por parte de miembros de la Policía Nacional y presenciado la respuesta ciudadana indignada, en ocasiones derivando en actos de vandalismo y protestas, evocando el paro nacional del 21 de noviembre pasado. La fuerza e impulso de tales manifestaciones parecieron aquietarse con las festividades navideñas y el inicio del nuevo año civil. Posteriormente, los sucesivos aislamientos obligatorios hicieron que las problemáticas sociales pasaran a un segundo o tercer plano de interés. Adicionalmente, con la reapertura de la casi totalidad de sectores económicos, la realidad vuelve a embestir con toda su fuerza y de hecho la actual movilización social retoma los motivos del 21N pasado y se alimenta con la creciente desigualdad desvelada con el frenazo económico ocasionado por la amenaza del Covid, las recientes masacres de jóvenes y los nuevos decretos relacionados con la reforma a la contratación de personas que devengan menos de un salario mínimo.

Estos hechos muestran que la realidad es testaruda y obligan a retomar la pregunta propuesta con ocasión del paro del 21N: «¿Cómo construir sin callar nuestro grito?». Entonces decíamos que «necesitamos caminar juntos con amigos... con los cuales podamos compartir nuestros deseos para que puedan transformase en una creatividad capaz de iluminar nuestra sociedad». No obstante, la experiencia de estos meses nos ha mostrado que el estar juntos, en forma física o virtual, se puede reducir a un esfuerzo voluntarista que no necesariamente sostiene nuestra humanidad, ni construye la comunidad, porque puede no partir de una mirada original y por tanto verdadera sobre la realidad, llevando a afirmarnos a nosotros mismos y experimentando que «a pesar de todo nuestro empeño, aumenta la insatisfacción de forma desmedida».

Ahora bien, ¿en qué consiste una mirada verdadera sobre la realidad? ¿Quién la ha vivido? ¿Quién la ha introducido en la historia y puede ayudarnos a tenerla? Esta mirada la ha introducido en el mundo Jesús, para quien todo es un acontecimiento, algo dado; es decir que toda la realidad y Él mismo proceden del Misterio, del Padre. Jesús se concebía como Hijo a cada instante, llenando de esto toda su conciencia. En este sentido cabe preguntar: ¿por qué es interesante para nosotros esta forma de vivir que tenía Jesús? Precisamente porque permite vivir con intensidad la realidad llevando a reconocer que esta es amiga, pues tiene una fuente común que la sustenta: el Padre.

Tal reconocimiento da una mirada verdadera que, lejos de apaciguar los deseos del corazón, hace que nos impliquemos de tal manera que todo «adquiere una densidad, una intensidad única: por fin se afirma el valor del instante, de las relaciones, del trabajo, de la realidad, de las circunstancias, del sufrimiento de uno mismo y de los demás». Es una mirada que permite percibir la realidad sin sospecha, ni resentimiento o miedo. Ejemplo de esto nos lo da una amiga de la comunidad que se ha quedado sin empleo y cuyo hijo tiene una condición médica que requiere la compañía permanente de su madre, quien igualmente vive algunas dificultades de salud; y en tales circunstancias escribe: «Agradezco esta paternidad que no me ahorra el dolor pero que se vale de estas situaciones para reafirmarme constantemente que la vida está hecha por Él y en medio de estas dificultades día a día hace suceder milagros en mi vida, estos son los instantes por los que vale la pena vivir… agradezco este tiempo en el que me reconozco profundamente amada por Él». Esta es la certeza y paz que nace de estar anclados al Padre y reconocer la vida con un afecto que nos genera.

Una mirada así hace que el mundo recupere toda su fuerza de atracción y de sorpresa; permite que «las relaciones ganen en capacidad de misericordia y caridad» a partir de este punto originario que nos constituye (el Padre); hace brotar aquella fraternidad, aquella amistad social a la que nos invita el papa Francisco y que resulta tan necesaria en este periodo de post-pandemia.

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Una nueva mirada así posibilita vivir con intensidad, implicarse en la realidad; exige también que cada uno se pregunte: ¿de qué está llena mi conciencia en este instante? Este instante en que me juego la vida afrontando las necesidades económicas, reclamado por las condiciones de salud o percibiendo el drama del destino de mis seres queridos.

Una mirada así nos pide, pues, un trabajo para verificar en primera persona que «toda circunstancia [incluida la actual situación social, económica y política de nuestro país] es susceptible de portar esa novedad que Cristo ha introducido en el mundo».

Comunión y Liberación Colombia