O huérfanos o hijos

Joana Bonet y Eduard Sala presentan con Julián Carrón la traducción al catalán de El despertar de lo humano. Una riada de provocaciones y preguntas ante una realidad que hiere. «¿De verdad estás diciendo que esta realidad no es obstáculo?»…
Yolanda Menéndez

Dice el refrán que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. De esta desmemoria propia del ser humano se lamentaba el pasado 1 de octubre Eduard Sala, responsable de Acción Social de Cáritas Diocesana, durante la presentación online de El desvetllament de l’home, la traducción al catalán del libro El despertar de lo humano, donde Julián Carrón se mide con algunas de las preguntas más apremiantes que la pandemia de Covid despertó entre la gente. «Preguntas que nos hacemos en momentos complicados y luego nos las dejamos de hacer», señalaba Sala. «Este libro nos pone delante de una fragilidad terrible. En el confinamiento se quedó todo suspendido, todo se desmontó y nos quedamos solos en medio de un desierto. Cuando no podíamos hacer nada, nos preguntábamos qué sería lo primero que haríamos cuando pudiéramos volver a salir, y la respuesta nunca coincidía con las tareas programadas en nuestras agendas cotidianas. Aquello sacó a la luz dónde me sostengo cuando todo a mi alrededor se cae, pero lo damos por descontado cuando la vida vuelve a ser “normal”».

En una pantallita al lado de Sala aparecía el rostro de la periodista y escritora Joana Bonet, quien señalaba que «el impacto de la realidad te hace ver que esas preguntas siempre han estado ahí pero no queríamos buscar respuestas porque el día a día, la vorágine, el dejarnos llevar por las urgencias cotidianas, a menudo escondían lo importante. Nuestra sociedad se había insuflado de omnipotencia y se aferraba a valores agonizantes como el dinero o el éxito». Ante este impacto, Bonet ha leído el libro dejándose tocar por multitud de autores que salían a su encuentro, entre los que señaló dos citas que le han impactado especialmente. «Me ha llamado la atención una frase de Luigi Giussani que dice que la única condición para ser verdaderamente religiosos es vivir intensamente lo real. Esta irrupción de la realidad nos ha obligado al recogimiento, cada uno se ha recogido donde podía: en su fe, en sus ideas, pero siempre intentando alimentar esa fragilidad que el libro refleja». Y la segunda cita que destacaba la periodista es una pregunta de Carrón que asegura que aún hoy la sigue provocando: «¿Nos estamos ahogando o nos estamos sorprendiendo más libres?».



«Solo podemos ser libres si vivimos intensamente lo real, si no nos quedamos en la apariencia», apuntó Carrón. «No es que el dinero, el éxito, el disfrute de la vida sean algo negativo en sí mismo, pero se ven desafiados cuando la vida te pone contra las cuerdas. Entonces ves si eso es todo o si hay otra cosa que antes dabas por descontado porque te quedabas en la apariencia. Este concepto de religiosidad no es para devotos sino que describe el desafío que la realidad nos lanza a todos, con toda nuestra exigencia de significado. Es la manera de unir cosas que si no, parecen separadas».

En este punto, Eduard Sala aceptó el reto de Julián y le devolvió sus preguntas, desafiando al autor para que le ayudara a entender cómo es posible que cualquier circunstancia de la realidad pueda ser una ocasión para responder al deseo del hombre, más aún en un momento tan dramático. Durante el confinamiento Sala no logró estar un solo día en casa, pues eran innumerables las dramáticas peticiones de ayuda que llegaban a Cáritas continuamente. «Decir sí a un Dios presente que no resuelve lo que está pasando me resulta muy chocante. Me desconcierta ese sí que nos propones y la provocación de que una realidad tan terrible pueda ser el lugar y la forma con la que Dios me llama. ¿De verdad estás diciendo eso, Julián, que esta realidad tan horrible no es obstáculo? ¿Y de verdad construyes el mundo igual estando en casa que luchando en los hospitales o repartiendo alimentos entre los más necesitados? Estas provocaciones me sacuden, son cosas que no nos planteamos normalmente, es el tipo de preguntas que te haces, como mucho, cuando vas al tanatorio. ¿Merece la pena mi vida, cuáles son mis prioridades? El libro ahí te da un buen meneo, es como un bofetón».

La respuesta de Julián apeló a su propia experiencia personal. «Uno de los puntos de no retorno en mi vida fue cuando empecé a darme cuenta de que las circunstancias que yo veía como obstáculos podían ser en realidad ocasiones. No me impedían caminar sino que me desafiaban a dar pasos en la vida, y por tanto me hacían crecer. Si no hubiera usado esas circunstancias para una maduración y una mayor familiaridad con la realidad y con el Misterio, me habría perdido la mitad de las cosas que me han pasado en la vida. Aprender estas cosas te cambia la vida porque entonces lo que sucede, en lugar de ser desechable, algo que no hay más remedio que soportar o sufrir, se convierte en un ladrillo que construye tu vida. Entonces nada es desechable: ni el que está en Cáritas, ni el que está en su casa encerrado con su sí».
Carrón habló de una mujer enferma de ELA que se lamentaba de no poder ayudar a sus hijos y nietos, sin darse cuenta de toda la vida que estaba generando a su alrededor con su sencillo sí a la hora de aceptar y vivir esta terrible enfermedad. «Con la alegría con que la ves viviendo esta circunstancia nos está desafiando a todos, incluidos sus hijos y nietos, van a verla sonreír como si fueran a su casa en peregrinación. Parece nada, pero la gente va a verla porque después es más capaz de afrontar su propia circunstancia, que es infinitamente menos pesada que la ELA que padece esta mujer, que solo mueve las pestañas. Este sí que parece inútil es el sí más decisivo, no es de menos valor dar alimento que dar un significado».

Sala recogió el guante y empezó a enumerar algunas escenas dramáticas que se ha encontrado durante la pandemia, no solo para denunciar situaciones terribles que le han herido profundamente sino para aprender a mirar. «Cuando asistes a personas vulnerables que no pueden dar por descontado todo lo que nosotros damos por descontado te encuentras con su pregunta sobre el porqué, y por qué yo. Te devuelven muchas preguntas si sabes mirar. La pregunta no es “¿cómo estás?” sino “¿cómo estás realmente?”. Ese “realmente” está en el libro de Julián y en la realidad, como una patada en el alma, si sabes mirar».



También Joana Bonet insistía en ese punto. «Ahora en Madrid nos vuelven a confinar, volvemos a salir a las ventanas a mirar hacia arriba. Nos planteamos volver a la normalidad, ¿pero era normal lo que vivíamos? Una sociedad clínex, donde tantas cosas son desechables, con una deshumanización galopante». La columnista de La Vanguardia rescató la imagen utilizada por el papa Francisco diciendo que ahora todos estamos en la misma barca. «Ahora la pertenencia es más importante que nunca. Percibo que vivimos en dos planos: lo macro y lo micro. Y en lo micro veo cómo el tejido social se fortalece a mi alrededor, hay una necesidad de ser bálsamo para los otros, cuidarnos, atendernos, ayudarnos a buscar respuestas entre todos. Como decía Jesús en el Evangelio del domingo pasado, publicanos y prostitutas se han adelantado en el camino al reino de Dios». Una búsqueda teñida de dolor y a veces de miedo, que no se le ahorró al mismo Jesucristo, como la propia Bonet destacó haciéndose eco de las palabras de Jesús en la cruz: «“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Con la pandemia, ha empezado a asomar el alma. La realidad se ha rebelado, como dice González Sainz y cuanto más impacta la realidad, más se abre la razón. En este punto del libro Julián conecta razón y Misterio, que me parece un tema apasionante».

«Lo más llamativo es que Dios no ahorra este abandono ni siquiera a su hijo», respondió Carrón a la cita de Joana. «A veces consideramos a Jesús como un héroe, pero no se le ahorró nada de su Pasión, no era ficción. ¿Cómo se puede vivir algo así? Esta circunstancia puede durar aún mucho tiempo, la cuestión no es cuánto va a durar sino qué nos permite estar sin miedo delante de la incertidumbre. Como a Jesús, qué nos permite vivir esta circunstancia. Él podía vivirlo por una relación que tenía con su Padre. Y nosotros podemos vivir como huérfanos o como hijos. No es un problema de heroísmo, como si tuviéramos que sacar fuerzas de flaqueza, que no tenemos. Es la ocasión de darnos cuenta de que podemos vivir como huérfanos cuando en realidad tenemos un Padre. Y la vida podría ser totalmente distinta, como lo fue para Jesús, aunque no se le ahorrara nada. Sin esto no podremos construir. No podremos construir nuestras personas y mucho menos la sociedad».