Carlos Ferreirinha y Julián Carrón

Brasil. «El otro y la revolución»

Por videoconexión desde Milán, Julián Carrón ha presentado su libro “El despertar de lo humano” en un diálogo con el empresario brasileño Carlos Ferreirinha sobre las preguntas «más auténticas de todo hombre»
Isabella Alberto

«Entender que estamos todos en la misma barca significa darnos cuenta de que estamos conectados. El otro forma parte de la definición de mi yo». Esta frase, pronunciada por Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, en un diálogo con el empresario Carlos Ferreirinha el pasado 25 de julio, causó un gran impacto. Fue en una conversación online sobre su libro El despertar de lo humano. Reflexiones de un tiempo vertiginoso donde surgió con fuerza el tema de la necesidad que tenemos de los demás, como se ha puesto de manifiesto claramente en esta pandemia, arrancando a muchos de la distracción habitual y de una pretendida autosuficiencia.

Ferreirinha es presidente y fundador de MCF Consultoría, empresa de consultoría dedicada al mercado del lujo. A pesar de su prestigioso currículum, se presentó con gran humildad, agradeciendo la oportunidad de hablar de cuestiones centrales en su vida. «Mi vida ha estado guiada por otro. Siempre ha sido así». Habló de este momento de transición, un tiempo para reflexionar sobre sí mismo, su familia, sus amigos, empleados y clientes. «Nunca hemos estado tanto tiempo ante el espejo».

El primer punto que planteó la periodista Fernanda Lanza, moderadora del encuentro, se refería al reclamo de Carrón sobre el hecho de que este momento concreto de la historia, en nuestra sociedad moderna, representa una gran oportunidad para reconquistar nuestra fe. «Una crisis, el derrumbe de las evidencias, es una ocasión para hacer preguntas. Nos encontramos ante una provocación de la realidad a nivel global, una pandemia. No es algo que hubiéramos deseado, pero no se nos ha ahorrado. Puede ser una derrota o una ocasión para darnos cuenta de lo que de verdad somos».

Carrón puso el ejemplo de un episodio que tuvo lugar en Italia, donde la gravedad de la pandemia se ha debilitado y parece que las cosas empiezan a volver a la normalidad. «Un amigo me dijo que en el culmen de la emergencia, los médicos y enfermeros dieron lo mejor de sí, su tiempo, generosidad y amistad, tratando de responder de la mejor manera posible a la urgencia de la situación. Pero al atenuarse la pandemia algunos hasta dejaron de saludarse, todo volvía a ser una realidad sin gusto, de relaciones frías».

En este sentido, Ferreirinha destacó la necesidad de un camino, sin pretender milagros, como decía hace años don Giussani: «Esperaos un camino, no un milagro que eluda vuestras responsabilidades, que anule vuestro esfuerzo, que haga mecánica vuestra libertad». Y añadió: «Vivimos en el individualismo, la impaciencia y las dificultades en las relaciones. Ante la llegada del virus, la gente espera encontrar un significado para todo esto. Pero no llegará como un milagro». Según él, este camino debe atravesar la reflexión, uno mismo y con amigos, sin abstraerse del tiempo presente.

Con un número significativo de followers en las redes sociales, Ferreirinha es una de las voces que utilizan este poderoso instrumento de nuestro tiempo para hacer el bien. Subrayaba que «la hiperconectividad no es de hoy», y que puede llevar incluso a usar las redes para proyectar una imagen falsa. Sin embargo, también hay un lado positivo. Por ejemplo, en este encuentro participaron 425 personas conectadas por Zoom, cada uno desde su casa, interaccionando en tiempo real. «Creo que los tres pilares que de ahora en adelante importan de verdad son: transparencia, autenticidad y verdad».

Ante multitud de causas que han puesto en marcha a grandes grupos por el mundo entero, que en medio de una emergencia sanitaria han salido a la calle para reivindicar políticas sociales y que nacen fundamentalmente de ese deseo último de justicia, belleza y libertad que todo hombre lleva dentro, ¿cómo no reducir estos gritos a ideología? «Desde el principio de la historia, las preguntas surgen ante la realidad», señaló Carrón. «Como el poeta Leopardi, que ante el cielo estrellado se preguntaba: “¿quién soy yo?”. El sentido religioso coindice con estas preguntas». Explicó que una posible contribución por parte de la pandemia es precisamente la de despertar el sentido religioso en la persona. «Solo una presencia puede vencer el miedo. Si hay personas como Carlos en las redes sociales, será un bien para todos, porque eso pone de manifiesto que no estamos condenados a vivir ahogados en nuestras ideologías».

Fernanda subrayó que mucha gente en este tiempo ha visto brotar un deseo de caridad y ha experimentado la realización de esta dinámica de servicio al otro. Como si empezara a crecer la percepción de que el sentido de la vida pasara también por ahí. «La pandemia ha golpeado a todos a la vez. La ausencia del otro se ha sentido mucho y ha despertado un sentido de urgencia por ayudarle», apuntó Ferreirinha. «La inmensa mayoría de la gente ha vivido una solidaridad real. Es la hora de un menor individualismo y una mayor comunidad. No conseguiremos afrontar todo esto solos».

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Durante las celebraciones pascuales de este año, el papa Francisco usó la imagen de la tempestad: todos en la misma barca, todos frágiles y desorientados. «Pensando en la realidad brasileña, donde las diferencias sociales se han acentuados durante la emergencia, ¿cómo ver el lado positivo?», preguntó un periodista. Carrón hizo su última intervención hablando de la importancia de «ser yo mismo», porque eso es bueno para el mundo. «El otro forma parte de la definición de mi yo. No podemos hacer nada. A todos los niveles sociales podemos ver que necesitamos al otro. Este puede ser un legado de la pandemia para nuestra sociedad». Puso ejemplos concretos de lo que hemos visto suceder durante este tiempo en todo el mundo: gratitud a los médicos y enfermeros que han arriesgado su vida para salvar a la gente, vecinos que se han ofrecido para ir a hacer la compra a quien lo necesitara, «hemos descubierto aspectos del otro que no conocíamos. Si nos damos cuenta del valor del otro, del lugar que ocupa en el mundo, será una revolución».