La peregrinación a Czestochowa de 2019

La vida urge

«La imposibilidad de realizar la peregrinación a Czestochowa no ha suprimido la necesidad irreductible que le dio origen». La propuesta de verano para los jóvenes que acaban el bachillerato y la universidad
Julián Carrón

Este 2020 es un año de imprevistos. El Covid-19 ha trastocado el ritmo habitual de nuestra vida juntos. Estos meses hemos visto cómo este hecho ha afectado a los gestos habituales de nuestra compañía. Pero esta no se ha acabado. Ahora, aunque hemos salido del confinamiento, la vuelta a empezar no nos permite vivir nuestros gestos habituales de verano (las vacaciones comunitarias, el Meeting, etcétera). Y a causa de las indicaciones sanitarias que hay que respetar, será imposible organizar la peregrinación a Czestochowa, un gesto tan querido para los que acaban el bachillerato y la universidad, como muestra el hecho de que no ha decaído con el tiempo vuestro deseo de participar en él.

Pero la vida no se detiene. De hecho, ¡urge aún más! La imposibilidad de realizar la peregrinación a Czestochowa no ha suprimido la necesidad irreductible que le dio origen: dar gracias por la experiencia vivida, mirar la pregunta sobre la propia vida en el momento de un paso tan decisivo como este. Paradójicamente, la pandemia ha sacado a la luz aún más vivamente la urgencia de muchos de no mirar para otro lado.

De hecho, las decisiones que tomar no dejan tregua. Desde la elección de qué estudiar y de la universidad más adecuada por lo que se refiere a los que empiezan la carrera –incluida la decisión de si vivir en un apartamento o no– a la búsqueda de un trabajo por lo que respecta a los graduados, con toda la sensación de vértigo que las consecuencias económicas del confinamiento han provocado en la vida de cada uno.

Todas estas decisiones van ligadas a la exigencia de una aclaración personal sobre la propia vocación: ¿para qué estoy en el mundo?, ¿cómo puedo ser útil?...

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