Lisboa

Portugal. «Mirar mis preguntas sin miedo»

Hoy se presenta El despertar de lo humano en portugués, pero hace unos días Manuel, de 18 años, lo comentó con sus amigos después de leerlo durante la cuarentena. Así fue su diálogo

En Portugal, un grupo de amigos universitarios ha puesto en marcha una serie de encuentros culturales online bajo el título “¿Qué tiene que ver con las estrellas?”. Cada semana comparten lo que han descubierto al leer la letra de una canción o un poema. En una de estas citas, Manuel, de 18 años, ha presentado el libro de Julián Carrón, El despertar de lo humano, que este 23 de junio se presentaba con una conversación online entre el autor, el economista João César das Neves y el historiador Rui Ramos. A continuación publicamos la intervención de Manuel y las preguntas y respuestas que se sucedieron a continuación.

«Leí El despertar de lo humano durante el confinamiento, un periodo en el que muchas veces ha prevalecido en mí el aburrimiento. Estos días me han surgido muchas preguntas, especialmente sobre cómo es posible salir de este aburrimiento. Lo primero que puedo decir es que este libro me ha ayudado a afrontar estas preguntas. Porque yo tiendo a escandalizarme de los interrogantes que me surgen, mientras que estas páginas las afrontan sin miedo y eso me ha ayudado mucho.
Durante la cuarentena me sucedió lo que afirma Carrón: “Nuestras pequeñas o grandes ideologías, nuestras convicciones, incluso las religiosas, se ponen a prueba”. En esa situación tuve que poner en discusión mis convicciones. Y el libro me ha ayudado a ponerme en la posición más adecuada ante mis preguntas, es decir, sin escandalizarme, tomándolas en serio.

Me han impactado mucho las páginas que dicen que la religiosidad y la racionalidad se tocan. “El surgimiento de esas preguntas (¿qué significado tiene la existencia?, ¿por qué existe el dolor, la muerte?, ¿por qué merece la pena, en el fondo, vivir?, ¿de qué y para qué está hecha la realidad?) expresa la vocación de la razón y lo que yo considero que es la auténtica e ineludible religiosidad del hombre”. Es fácil reducir la fe a sentimiento, como dice unas páginas antes, pero vivirla como la búsqueda de respuestas a las preguntas fundamentales lo cambia todo. Al menos así percibo yo el camino que estoy haciendo en Comunión y Liberación. Ahora no voy a la Escuela de comunidad buscando una emoción sino que intento estar delante de los interrogantes últimos que surgen en mi vida cotidiana, tratando de encontrar una respuesta.
Otro punto que me ayuda es la invitación a vivir las circunstancias como un “sí” a una llamada. En este sentido es precioso el ejemplo de santa Teresita del Niño Jesús, una monja de clausura proclamada patrona de las misiones porque su “sí” cambió el mundo mediante su testimonio de vida, llevando a mucha gente a convertirse.



Esta invitación a adherirse a las circunstancias y decir “sí” me ha ayudado a afrontar las jornadas de aislamiento, tan difíciles para alguien como yo, acostumbrado a pasar mucho tiempo fuera de casa. Solo la posibilidad de decir “sí” a Jesús me ha hecho respetar la obligación del distanciamiento social. Ayer una amiga me decía que para ella la fe suele ser fuente de confusión. Estos días de cuarentena he reflexionado mucho sobre qué sostiene mi fe. En un momento dado el libro dice: “Tales afirmaciones solo se vuelven creíbles si vemos aquí y ahora a personas en las que se documente la victoria de Dios sobre el miedo y sobre la muerte, su Presencia real y contemporánea, y por tanto un modo nuevo de afrontar las circunstancias, lleno de una esperanza y de una alegría normalmente desconocidas y, a la vez, orientado hacia una laboriosidad indómita”. En otras palabras, lo que sostiene mi fe es ver la presencia de personas que superan el aburrimiento y la nada, y que me llevan a mirarme a mí mismo y a pensar en la posibilidad de que yo también puedo vivir así».

Has dicho que este libro te ayuda a afrontar estas preguntas, ¿cómo?
Interrogarse sobre el significado de la vida es algo pesado, difícil. Una vez mis padres me dijeron que la religión y la fe son pesadas. Sí, estas preguntas, si no tienes a alguien que te ayude a mirarlas, pueden convertirse fácilmente en un peso para la vida. Algo difícil de mirar y de afrontar. Por eso, un libro como este, donde te encuentras con alguien que se hace preguntas sin miedo, que no las evita, te hace al menos admitir la posibilidad de que tú también puedas hacerlo.

¿Cómo te ayuda este libro a no escandalizarte de las preguntas que te surgen?
El escándalo lo suscitan en mí varias cosas. Me escandalizo porque me parece que empiezo a pensar que todo radica aquí, que no hay nada más y que mis preguntas podrían no tener respuesta. Cuando me pasa esto, empiezo a ahogarme. Pero si te encuentras, como dice el libro, con estas presencias extraordinarias, personas que afrontan estas preguntas y están ante ellas intentando encontrar una respuesta, te das cuenta de que estos interrogantes no son una condena.

¿Qué te hace pensar que el pequeño “sí” de cada uno puede cambiar el mundo?
No lo sé, pienso mucho en mi relación con mis amigos del movimiento, con la profesora que me lo dio a conocer. Yo conozco ahora el cristianismo porque ella, antes que yo, dijo “sí”. Y antes que ella, otro dijo un “sí” que le permitió encontrarlo a ella. Nuestro “sí” puede tener un efecto en los demás. Cuando veo a alguien decir “sí” a Jesús, o a las circunstancias, me impresiona mucho. Un hecho así me interpela y me dan ganas de seguir a esa persona.

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Has dicho que la fe no es un sentimiento y que la religiosidad convive con la razón, ¿qué quiere decir eso?
Que la razón y la religión se tocan.

Sí, pero un acontecimiento que es un “fenómeno de religiosidad” no parece algo racional.
Hay una parte de este libro que me ha tocado mucho: el principio, donde Carrón habla de la medida racionalista y del hecho de que vivimos encerrados en nuestro pequeño mundo y en nuestra visión de la realidad. Pero la realidad es mucho más grande. Nuestra racionalidad solo ve lo obvio y la religión te permite ver más, te hace ir más allá. Porque el mundo no se acaba en las paredes de tu habitación, no se reduce a lo que ves.