La presentación de "¿Dónde está Dios?" en Río.

Brasil. «Jesús, el hombre más humano que jamás existió»

La presentación en Río de Janeiro de la edición en portugués de “¿Dónde está Dios?”, de Julián Carrón. Con el responsable nacional de CL, Marco Montrasi, y el empresario Pedro Solomão. ¿Resultado? Un diálogo intenso, también con el público
Isabella Alberto

Martes 11 de febrero, última hora de la tarde. La gente estaba preocupada por las lluvias que habían anegado Río de Janeiro el día anterior y era un poco reacia a salir de casa. Luego, en realidad, no llovió tanto y, aunque muchos prefirieron no salir, casi cien personas se dieron cita en el Teatro XP y se quedaron sorprendidas por el diálogo entre Pedro Solomão, al que todos llaman “Pedrinho”, y Marco Montrasi, “Bracco”, sobre el libro Onde está Deus? de Julián Carrón (Ed. Paulus, 2019), la traducción del ¿Dónde está Dios? al portugués.

Hace unos meses, Montrasi, responsable nacional de Comunión y Liberación, conoció a Pedrinho a través de un amigo común. Nació una amistad en la que se abrió también un diálogo sobre el tema de la fe en la época de la incertidumbre. Pedrinho, cuarenta años, es un empresario de éxito. Es socio fundador de Radio Ibiza, que realiza melodías personalizadas para empresas. Muy carismático, en los últimos años ha empezado a contar públicamente su experiencia laboral y personal a otros dirigentes y empresarios.



En este encuentro asistimos a dos horas de diálogo, moderado por la periodista Elizabeth Sucupira, que enseguida planteó la primera pregunta: «En este momento de gran turbulencia, tan secularizado, Carrón afirma que es posible tener fe y que esta es la circunstancia más propicia. ¿Cómo lo veis vosotros?».

Pedrinho, que también es autor de dos libros (Empreendendo felicidade y LYdereZ), se declaró muy interpelado por este tema. «Me doy cuenta de que tenemos una dificultad enorme para tratar con la fe, porque esta consiste fundamentalmente en creer en algo que no estamos seguros de que sucederá. Creo que si no hacemos este ejercicio de comprensión de la necesidad de esperar, nos perderemos. En un mundo frenético en el que tenemos un millón de instrumentos para llevar una vida cada vez mejor, vivimos una crisis de ansiedad global. Debemos mirar este problema comportamental para mirar la fe». Para esperar, hay que tener la certeza de algo que ya se ha experimentado.

Bracco habló después de su relación con los jóvenes, de su apertura y sus preguntas. Por eso quiso promover este encuentro. En un mundo marcado por la polarización, cuando se plantean las grandes preguntas, la gente se reconoce unida. «Hablando de la fe, pienso en mi vida. Yo no era un joven que fuera a la iglesia. De pequeño, cuento tenía que ir a catequesis para la primera comunión, la confirmación… me parecía aburrido, tanto que me fui. Pero la experiencia que he tenido, llegado a un cierto momento, me ha hecho entender que aquellas palabras que oía allí tenían que ver con mi humanidad». La fe es encontrar un vínculo. «Con alguien que habla de lo humano. Esta mirada es lo que más te marca. Una manera de mirar como nadie te mira». Este es justo el punto en que uno se da cuenta de que Dios hoy ya no resulta interesante.

En sus siguientes intervenciones, Pedrinho habló de manera muy informal, reconociendo a varios amigos entre el público y citando también ejemplos de su relación con ellos. «La fe no nace de una gran “grieta”», afirmó, explicando que él la heredó de su familia, mediante la misa dominical y la devoción a los santos, a los que se madre sigue invocando para protegerle. Hoy está casado y es padre de dos hijos, Benedetto y Maria.

Alguien del público pidió la palabra para contar su «alejamiento de la Iglesia pero no de la fe». Inspirado por Pedrinho, que vive cerca de él en su barrio, cambió de actitud, con el objetivo de escuchar a los demás, «a cualquiera que me encuentre por la calle».

Montrasi señaló entonces la necesidad que todos «tenemos de ser mirados», y citó una frase del libro de Carrón: «La samaritana tuvo cinco maridos, y el hombre con el que vivía no era su marido, pero Jesús no parte de ahí. Empieza pidiéndole agua para beber, y luego le habla del agua viva. Jesús introduce una mirada distinta al hombre, revela la naturaleza humana como relación estructural con algo distinto, muestra que esa sed es el auténtico tejido del yo».

Otra persona del público dijo que en un momento complicado, después de perder a una persona querida, tuvo una depresión y su mujer le ayudó a volver a la fe. Ahora está bien.
Bracco contestó hablando del encuentro con ciertas personas que le han despertado a la vida. «En casa estaba aburrido, y no sabía por qué. Descubrí que no era una enfermedad sino que el aburrimiento desvela el infinito que llevas dentro y grita. Es el deseo de infinito. Y tienes que encontrar a alguien que te ayude a reconocerlo». Pedrinho destacó la dificultad de encontrar esta ayuda porque «no podemos humanizar las relaciones y prestar atención a los demás si pasamos de media tres horas al día mirando la pantalla del móvil. Dejamos fuera de nuestras relaciones la ternura y el afecto, y eso también complica la relación con Jesús, que es el hombre “más humano” que haya existido jamás».

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La velada terminó con el testimonio de una madre, también entre el público. Dijo que su marido murió cuando su hija tenía diez años. En aquel momento la niña empezó a hacerle preguntas a las que ella no sabía responder, y luego añadía que ella no iba a tener fe porque Dios había dejado morir a su padre. Pero con el tiempo la chica, que siempre veía a su madre rezando, empezó a pedirle una oración también por ella cuando tenía algún examen en clase. Y la madre siempre le decía: «Vale, pero si la rezamos juntas es mejor». La joven al principio no estaba convencido pero hoy, a los veinte años, «mi hija ha vuelto a rezar».

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