En el centro, el cardenal Péter Erdő y Roberto Fontolan

Hungría. «Las huellas de Cristo somos nosotros»

En Budapest, la misa por el aniversario de la muerte de don Giussani celebrada por el cardenal Erdő sirve de ocasión para presentar el libro “Crear huellas en la historia del mundo”. Y para descubrir «el espectáculo que somos para nosotros mismos»
Ágnes Kisdi

En Budapest, la misa celebrada por el aniversario de la muerte de don Giussani también ha servido de ocasión para presentar el libro de la Escuela de comunidad, Crear huellas en la historia del mundo, de don Giussani, Stefano Alberto y Javier Prades, publicado recientemente en húngaro. Un gesto importante para la comunidad de CL en este país, que también ha vivido los preparativos como ocasión para experimentar esa «alegría, gloria humana de Cristo», como decía don Giussani en la plaza de San Pedro en mayo de 1998.

La misa de aniversario se celebra aquí desde hace años. Tampoco es que nunca hayamos organizado gestos públicos o presentaciones de libros. En cierto sentido, podríamos decir que ya teníamos cierta experiencia. Al menos eso pensábamos cuando empezaron los preparativos para la noche del viernes 7 de febrero. Hacía falta una lista de personas y personalidades a las que invitar, hacer la compra para tomar algo, organizar la mesa de libros, contactar con los medios de comunicación, preparar el salón, la música… En definitiva, todas esas cosas que «ya sabemos».

La misa por don Giussani en Budapest

Pero en cambio… desde el principio se hizo evidente que no puede haber nada mecánico o dado por descontado en lo que hacemos. De hecho, fue conmovedor ver la disponibilidad e implicación no solo de los miembros de nuestra comunidad, unas treinta personas, sino que hemos sido testigos de la generosidad de muchos otros amigos y conocidos.

Empezando por el cardenal Péter Erdő, primado de Hungría, que conoció a don Giussani personalmente y que, en los últimos treinta años, ha celebrado muchas veces la misa en su memoria. Luego, la generosidad de Roberto Fontolan, responsable del Centro Internacional de CL en Roma, que vino expresamente para la presentación del libro. Y también del nuncio apostólico, Michael August Blume SVD, que, junto al arzobispo de Eger, Csaba Ternyák, quiso estar presente en el acto.

Entre la comunidad también vimos un florecimiento de unidad y generosidad, cada uno deseoso de querer construir un gesto hermoso para dar a conocer lo más querido, compartir con todos nuestra alegría de pertenecer a esta historia, a este carisma. Éramos un espectáculo los unos para los otros.

Durante la presentación, al inicio de su intervención, el cardenal Erdő destacó que Crear huellas en la historia del mundo tiene una importante perspectiva histórico-teológica. A diferencia de la teoría de la evolución de Teilhard de Chardin, según la cual la historia es un aumento progresivo del bien y una disminución del mal, don Giussani presenta la teología de una historia dramática donde, siguiendo el pensamiento agustiniano, no es el mero progreso lo que garantiza el desarrollo, sino la presencia de Jesús, pues «grano y cizaña crecen juntos».

Por su parte, Roberto Fontolan señaló que la actualidad del libro se debe a varios factores, como la importancia de la categoría de acontecimiento, la relación entre fe y razón, y la misericordia, concepto que une y permea todos los capítulos, descrita como «la última palabra de la historia».

A la pregunta de qué significa “crear huellas”, Erdő respondió enseguida: «Las huellas de Cristo somos nosotros, los cristianos». Nosotros somos la huella más concreta de Cristo en la historia, la Iglesia que permanece en el mundo. Hasta la resurrección de Cristo quedaría reducida a un episodio milagroso del pasado sin esas personas que han reconocido y reconocen hoy, dos mil años después, Su presencia.

Fontolan, interpelado por la misma cuestión, contó la historia de los cristianos palestinos en Belén, narrada en la revista Huellas del pasado diciembre, que quedaron impactados al encontrarse con gente de Italia que no solo les llevaba asistencia humanitaria sino que les ofrecían su amistad. «Solo una humanidad cambiada puede crear huellas».