Londres, el palacio del Parlamento

Reino Unido. La esperanza y la necesidad de un diálogo activo

El 12 de diciembre, en medio de la crisis del Brexit, el país tiene que afrontar las elecciones generales. La comunidad de Comunión y Liberación ha publicado un documento de cara al voto

Las elecciones generales del 12 de diciembre lanzan un formidable desafío a los ciudadanos llamados a las urnas: resistir ante la agresividad dominante, el cinismo y la pérdida de esperanza, comunes a todos los partidos. Se trata de una tarea crucial, sobre todo considerando las importantísimas decisiones que los representantes electos tendrán que afrontar. Lo que está en juego no es solo el futuro en la Unión Europea sino también la cohesión del Reino Unido, su modelo social y el desarrollo económico.

Tales cuestiones muestran las divisiones que definen actualmente a la sociedad británica. Heridas profundas, como decía la Reina en el mensaje de Navidad del año pasado, donde observaba que «aun con las diferencias más profundamente arraigadas, tratar a la otra persona con respeto y como un ser humano siempre es un buen primer paso hacia una mayor comprensión».

¿Podemos acercarnos a ese momento de decisión y división sin acabar siendo presa de los propios intereses personales o impulsos ideológicos?

1. Aunque a menudo lo olvidemos, todos hemos experimentado en nuestra historia individual y colectiva la riqueza de un encuentro personal con el otro, al menos en cierta medida. Encuentros que destruyen estereotipos (a favor o en contra del Brexit, nativos o inmigrantes) y muestran una humanidad compartida y necesidades comunes. No hay argumento a favor de la apertura que sea más fuerte que nuestras experiencias positivas con compañeros, amigos y familiares que piensen de manera distinta. Más que aprobar un plan de inmigración, queremos mostrar que la apertura ocupa el centro de muchas relaciones que tenemos, a pesar de las dificultades. Truncar las relaciones con los otros no es una respuesta ante la creciente pobreza de recursos, ideales e identidades. Es más, agrava dichos problemas y nos cierra la posibilidad de enriquecernos mediante un diálogo con personas distintas, pero cercanas a nosotros.
2. El diálogo es, de hecho, el único punto de partida realista para superar la herida de la división. Pero debe ser un diálogo que no solo esté hecho de palabras, como dice el papa Francisco: «Acordaos de que el mejor modo para dialogar no es el de hablar y discutir, sino hacer algo juntos, construir juntos, hacer proyectos. (…) Y sin miedo de realizar el éxodo necesario en todo diálogo auténtico. De otro modo no es posible comprender las razones del otro, ni comprender totalmente que el hermano es más importante que las posiciones que juzgamos lejanas de las nuestras, incluso auténticas certezas».

3. La necesidad de un diálogo activo, como el impuesto por un parlamento estancado, no compromete necesariamente las perspectivas de la nación. Al contrario, podría llevarnos a abandonar los eslóganes y a trabajar juntos por el bien común, para responder a las exigencias más apremiantes de nuestra sociedad dividida. Por este motivo, nos resulta difícil objetar toda forma de relación estrecha con nuestros vecinos europeos. A pesar de todos los límites de la Unión Europea y del mercado único, sería perjudicial para nosotros dejar de “hacer proyectos juntos” con otras naciones europeas. No solo se trata de lo que pierde Reino Unido al dejar la Unión Europea sino también de lo que perderá la Unión Europea con la salida del Reino Unido.

4. El diálogo también puede inspirar directamente nuestra decisión de voto. La política del Reino Unido aún goza del privilegio de un vínculo directo entre los diputados y sus circunscripciones electorales. La búsqueda de un diálogo con los candidatos es una ocasión que no podemos perder. La disponibilidad del candidato a apoyar la contribución de la gente con opiniones y trayectorias distintas también es un factor clave a tomar en consideración. Esto puede ser incluso más importante que la pertenencia política del candidato.

5. Un diálogo auténtico nunca exige el sacrificio de las propias convicciones, más bien las ofrece, humildemente, para el bien común. Por tanto, apoyamos calurosamente el llamamiento de la Conferencia episcopal católica a defender la vida humana y el matrimonio. La soledad de muchos de nuestros hermanos y hermanas está en la base del derrumbe de estos valores, antes compartidos por toda la sociedad; ninguna política puede ayudar a superar esta situación, solo puede hacerlo un verdadero abrazo. En definitiva, en este periodo de decisiones políticas tan complicadas, queremos ofrecer a nuestra sociedad herida la experiencia de ese abrazo que sostiene la esperanza.

Comunión y Liberación Reino Unido