Havel: «Si no lo hago yo, ¿entonces quién?»

En la mesa redonda “Derechos, deberes y verdad: el poder de los ‘sin poder’” el senador checo Pavel Fischer, junto con Francesco Occhetta y Ubaldo Casotto han comentado la relevancia de Václav Havel
Aitana Sánchez Mascaraque

Recordando la Primavera de Praga de 1968, y la posterior represión, Fischer detalló las dificultades de hacer vida en el régimen totalitario checo. «Ningún derecho individual o civil estaba garantizado. Había una falta de respeto hacia la libertad, la cual se negaba. Y se iba más lejos: se atentaba contra la vida espiritual, ya que el régimen totalitario intenta romper a través de la opresión el alma de los seres humanos, obligándoles a mentir, a reprimir; a jugar al mismo juego».

Los ponentes nos llevaron a preguntarnos si esta situación se da en la actualidad: Fischer respondía en positivo. Tal y como explicaba el senador, «esto no es un hecho aislado en la historia: se puede ver en las empresas, en los partidos, en nuestro día a día, donde las personas no pueden ser ellas mismas». Por tanto, Fischer supone que la sociedad de hoy no es libre «para expresarse, para crear, para tomar iniciativas…», con lo cual todo ese potencial de expresión, creación y proactividad queda en buena parte desaprovechado.



Uno de los temas principales del diálogo fueron los ‘sin poder’, los ciudadanos más “corrientes”, de a pie, que de primeras no tendrían influencia alguna, o cuyas acciones no tendrían, en principio, ningún impacto. Fischer explicó el potencial de este colectivo y su posibilidad de actuación: el mero hecho de que ellos actúen ya «inspira pluralismo».

Los ‘sin poder’ también tienen capacidad de influencia, según Francesco Ochetta, utilizando «la fuerza y fortaleza de la palabra. Las palabras y la forma en la que nos comunicamos definen el mundo en el que vivimos», continúa Ochetta. Dentro de que la palabra es una fuerza importante, que puede ser utilizada para el bien, aseguraba, también puede utilizarse para el mal. «Es así como nos limitan y manipulan», comenta el escritor. Lo que pueden hacer las personas ante esto es «cuestionarse la realidad que viven», y en esta actitud «comienzan todas y cada una de las formas de la libertad»; mientras que, si decides seguir «tragando mentiras, te conviertes en un esclavo». Aquí Ochetta estableció también una similitud con el discernimiento jesuita y el concepto de verdad. Dicho concepto también era esencial para el propio Havel, como ilustró el moderador Casotto, al declarar que el expresidente checo concebía «el deber de la verdad como razón de vida».

Los ponentes coincidían con el impacto que los ‘sin poder’ pueden tener; cómo pueden desafiar a los “poderosos”. Detallaron las herramientas que pueden utilizar, como la palabra, la perspectiva crítica, la búsqueda de la verdad. Sin embargo, estaban de acuerdo con que solo se puede hacer esto si el sujeto en sí quiere: si decide que es su responsabilidad utilizar la palabra, la perspectiva crítica y la búsqueda de la verdad.

Esta responsabilidad fue ilustrada por Fischer con el ejemplo del filósofo checo Jan Patočka, una de las influencias de Václav Havel. Dicho filósofo tomó iniciativa en la época del régimen totalitario, criticándolo. Ello le costó el castigo y detención por parte de la policía. El oficial que le interrogó no daba crédito a cómo este hombre, mayor, con una salud frágil, podía arriesgar tanto su vida solo para criticar el régimen. «¿Por qué protestas? ¿Necesitas esto a tu edad y con tu salud?». A lo cual respondió Patočka: «Si no lo hago yo, ¿entonces quién? Si no me involucro yo, ¿entonces quién? A pesar de mi frágil estado, ¿quién, entonces? Debo hacerlo por el futuro de mi país». Moriría dos semanas después. Fischer asegura que fue esto lo que convenció a Havel para ser presidente, ya que, en un principio, él no aspiraba a liderar el país.



El desafío de los ‘sin poder’ es ahora decidir si quieren desafiar, a su vez, a los poderosos. Ellos mismos deben preguntarse: «¿Qué podemos hacer hoy en día? ¿Qué podemos hacer para organizar los asuntos públicos?». Pero deben de ser ellos los que «se atrevan a actuar», declaraba Fischer, porque «cada uno de nosotros tenemos el derecho a actuar y una verdad puede cambiar el mundo entero». Ahora ellos deben decir que sí. Deben cuestionarse esa realidad, deben buscar la verdad, deben utilizar la palabra. A pesar de que se tenga la libertad de responder con un "no", también pueden preguntarse a sí mismos antes de responder: «Si no lo hago yo, ¿entonces quién?».