Czestochowa 2019. Un camino, una historia de amor

Una semana a pie en Polonia, desde Cracovia para llegar hasta la Virgen Negra de Jasna Gora. El relato de una peregrinación con más de novecientos jóvenes de CL
Bernardo Cedone

¿Por qué pasar diez días en Polonia en pleno verano después del examen de selectividad? ¿Qué motivo puede haber para restar tantos días al estudio de los últimos y decisivos exámenes antes de acabar la carrera? Elia Carrai, el sacerdote que ha guiado la peregrinación desde Cracovia al Santuario de la Virgen de Czestochowa con más de 900 jóvenes de CL, empezó aclarando lo extraordinario de nuestra adhesión: «El primer hecho clamoroso es nuestro estar aquí. Muchos traen heridas, dudas y miedos pero si estais aquí es por algo evidente: nada de todo eso ha vencido en vosotros, lo que domina en vosotros es otra cosa». El sí de los presentes remitía inevitablemente a algo que ya les debía haber conquistado en sus años de instituto o universidad a la hora de aceptar esta propuesta, hasta el punto de hacer razonable este nuevo paso.



La provocación inicial para no dar por descontado ese sí nos acompañó a lo largo de esa semana de camino. Tras el rezo del Ángelus y los laudes, ya en los primeros minutos de la jornada nos veíamos "desafiados" con una propuesta insólita para la mayoría: media hora de silencio, para acoger las provocaciones cotidianas del padre Elia y ponerlas en relación con nuestra experiencia. Los primeros días se nos pidió retomar la cadena de hechos que conforma nuestra historia y que nos ha llevado hasta Polonia. El estupor inicial ante estos minutos aparentemente "vacíos" se fue transformando cada vez más en gratitud al descubrir la gran ocasión que supone el silencio. No es un mutismo sino un gesto de libertad que nos abre al reconocimiento de lo que nos ha sucedido y nos hace desear que vuelva a suceder ahora. Es la gran alternativa al olvido y a vivir en función de los sentimientos, del entusiasmo o del miedo del momento.

Un bachiller llamado Elio llegó a Polonia sacudido por una terrible sucesión de infortunios en su rodilla. El intenso dolor de los primeros días le hizo llegar a pensar en abandonar, determinado por la ansiedad y la rabia que le causaba su espina en el costado. Una mañana, Elia nos invitó a retomar «todos esos hechos que hacen razonable nuestro despertar en medio de un campo perdido en Polonia». «Entonces miré mi pierna renqueante y de pronto se convirtió en el signo de toda mi experiencia. No era casual que yo estuviera allí. Yo había aceptado porque allí había algo que me atraía tanto que me hacía superar mis miedos. Y se puso ante mí toda mi historia». Aquel dolor tan molesto se convirtió en un paradójico instrumento para reconocer que en su vida había entrado algo que vale aún más que una condición física perfecta.



Durante la asamblea final, uno de los momentos más impactantes fue el diálogo entre Elia y Giovanni, un joven graduado que durante la peregrinación se implicó en uno de los servicios más "fatigosos", lq construcción del campo base nocturno. «Estos días se ha renovado el descubrimiento de que lo que me hace feliz es entregar mi vida a Cristo, se me ha hecho evidente. ¿Pero cómo podré entregarle mi vida cuando, dentro de poco, empiece a trabajar?». «Sinceramente no tengo ni idea», contestó Elia, «pero partamos de la experiencia de estos días». Una noche de lluvia unas chicas pidieron ayuda a Giovanni porque sus tiendas se inundaron. Empezaron a montar tiendas nuevas y algunos aceptaron dormir en el camión para dejar su sitio a las chicas. «¿Por qué hiciste tanto esfuerzo por ellas?», le preguntó Elia. «Porque deseaba que pudieran descansar. Me sorprendí queriendo su bien». «¿Pero cómo es posible?», insistió el sacerdote. «Porque yo ya he sido querido así antes», respondió Giovanni. Elia: «¿Veis? Vivimos las cosas sin darnos cuenta de su origen. Nos ponemos a montar tiendas de noche sin darnos cuenta de que si hacemos algo así es porque Cristo actúa en nosotros. No te has dado cuenta de que en ese momento tú eras para ellas la ternura de Cristo, sin haberlo premeditado. Si ha pasado aquí, ¿quién sabe cómo se servirá Cristo de ti en tu trabajo?».



Nuestra experiencia habla de Alguien que nos ha sucedido y que vive en nosotros, no hay que inventar nada. Volver a ponerse en relación con esta Presencia que llama a nuestra puerta dentro de una trama de hechos y rostros no requiere condiciones previas, aunque todo parezca estar en contra. Así lo contaba otra bachiller. «Salí hacia Polonia enfadada por el año que he pasado, afectada por un montón de problemas, incluso psicológicos. Me parecía demasiado para una chica de dieciocho años. Solo deseaba una cosa: que me quitaran estos dolores». Pero su sí dejó espacio a que sucediera otra cosa. «Lo primero que me surgió fue ir a comfesarme. Saqué todo el dolor que llevaba dentro y la necesidad de apartar de mí todas estas cuestiones. Pero en aquella conversación cambió mi perspectiva. El punto ya no era "yo no quiero estos dolores" sino "¿por qué Tú, Dios que todo lo puedes, los permites? ¿Qué quieres de mí y de mi vida?”». Nada de remedios mágicos, solo la experiencia de un amor que hace imposible la desesperación. «Vuelvo a casa inquieta. Pero más grande aún que el temor es la certeza de lo que me ha sucedido. Esos rostros llenos de amor y ternura estaban ahí y ya no hay vuelta atrás. Por primera vez, ni siquiera las voces en mi cabeza pueden poner en duda la verdad de cuanto ha sucedido».

La experiencia de esta chica permite entender mejor el significado de la palabra vocación. Como decía Elia, «la urgencia de responder a Alguien en la vida solo puede nacer de la evidencia de que Alguien ha entrado en tu vida, no a pesar de tu humanidad sino todo lo contrario, abrazándola». Para nosotros se abrió una profundidad nueva de la palabra "vocación", tantas veces reducida a las decisiones que tomamos sobre el estado civil y la profesión. Claro que esas cosas también son urgentes, pero hay algo aún más fundamental. Como repetía Elia, «la vocación se da en el presente». Es la relación con una Presencia que me quiere y me llama por mi nombre ahora, y que se sirve de esta compañía como instrumento para llevarme hacia el Destino. El atractivo de esta Presencia reconocida y acogida es lo que permite adherirse a una forma de vida en vez de otra.

Ante el afecto gratuito y persistente de ciertos amigos, durante la peregrinación yo mismo experimenté un cambio en mi manera de pensar en el futuro. Ahora intuyo que «la vocación se da en el presente» porque es en el presente donde Jesús me busca y es en el presente donde puedo volver a esos rostros por los que pasa Su iniciativa que me permite esperar la mayor satisfacción. Entonces solo tengo que secundarlo.



Al terminar el camino, un universitario escribió: «Cristo me ha conquistado haciéndome caer en la cuenta de que Él es quien me ha aferrado y quien me lleva. Mi responsabilidad es ser leal con mi corazón y secundar lo que sucede. Igual que estos días. Dijiste que "hacer memoria" es caer en la cuenta de que Él mismo hace memoria de nosotros, nos es fiel. Este darse cuenta de Cristo como señor de la vida me libera y me permite reconocer que soy querido.

¿Qué es lo que queda después de la peregrinación? La emoción por un viaje venturoso duraría poco y sobre todo no podría hacernos compañía . Lo más valioso es descubrir cada vez más la certeza de que la peregrinación es el paradigma de la vida. Lo que hemos visto no solo habla de esos diez días en Polonia. Hoy en mi corazón se va abriendo más espacio para reconocer que pertenezco a un pueblo en camino, hecho de rostros amigos que desde por la mañana me acompañan y se desgastan para que yo no pierda la vida viviendo. Como decía don Giussani, «nada hay tan conmovedor como el que Dios se haya hecho hombre, para prestarnos la ayuda definitiva, para acompañarnos con discreción, ternura y poder en el camino fatigoso de cada uno para buscar su propio rostro de hombre». Vuelvo a casa con un poco más de ternura por mi propio camino , con una brizna de la conciencia de que ya no se trata de un esfuerzo de mi imaginación sino de una historia de amor que el Misterio quiere llevar adelante conmigo.