Cantos y baile en las vacaciones de Mezzoldo (Bergamo)

Vacaciones. «Algo nunca visto»

De cinco nacionalidades distintas. Católicos, coptos, rusos ortodoxos. Más de setenta, entre adultos y jóvenes. Son las “cifras” de unas vacaciones que nacieron por casualidad, mejor dicho, «por la Providencia»
Giuseppe Meroni

«Nunca había visto algo así. Esto es nuevo». Estamos en Mezzoldo, provincia de Bergamo. Monseñor Francesco Braschi ha venido a vernos y dice estas palabras a los chicos que tiene delante. Hay rusos ortodoxos, acompañados por el padre archimandrita Ambrogio Makar; hay coptos ortodoxos con el padre Raffaele, están los lituanos de Kretinga acompañados por sor Julija, los rumanos de Bucarest con don Livio, y por últimos los chavales italianos del Liceo Leopardi de Lecco y otros de Sesto San Giovanni y Cinisello Balsamo.

Todos tienen entre 16 y 18 años y están pasando tres días juntos para “Vivir, no ir tirando”, como decía el beato Pier Giorgio Frassati, y verificar la promesa de Jesús en el evangelio de Juan: «He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia». Pero este “algo así, nunca visto” nació por una concatenación de encuentros que parecían esperados desde siempre. Como dice el padre Makar, «Dios nos ha traído aquí, este es el camino, un gran trabajo y un gran fruto; la fe nos llevará adelante. Para nuestra comunidad ruso-ortodoxa es un milagro». Son encuentros que nacieron de contactos casuales –aunque, como dice Kierkegaard, algunos llaman “casualidad” a lo que es Providencia– que surgieron con una escuela de Kretinga, en Lituania, en el mar Báltico, y con la participación de sus alumnos en unas vacaciones de GS, luego continuaron con una escuela rumana católica en Bucarest y con la invitación a que ellos también vinieran a pasar tres días juntos.



Luego, en los dos últimos meses, un encuentro imprevisto con la comunidad de coptos y rusos ortodoxos que tienen una presencia significativa en Cinisello Balsamo, dentro de una iniciativa sobre el valor educativo del cristianismo promovida por el comité “Educare Ancora”. Todo nace así de una amistad “operativa” entre algunas escuelas de la zona ligadas a varios carismas (salesianos, hijas de María Auxiliadora, Cottolengo, paulinos, centros parroquiales), junto a otras realidades católicas educativas –oratorios y centros de ayuda al estudio–, empresas y profesionales.

De pronto nació una simpatía y una invitación a estas comunidades cristianas: «Vamos a pasar tres días con amigos lituanos y rumanos… ¿os venís?». La respuesta llegó sin vacilar: «Sí». En un mes se organizó la participación de 75 personas, entre jóvenes y adultos, que no se conocían. En pocas horas ya eran una sola cosa, así que se pusieron en marcha las traducciones, los cantos, los juegos… y sobre todo la alegría.

Como dice Julián Carrón en el prólogo al último libro de don Giussani, La verità nasce dalla carne, «¿cuál es el fruto por el que podemos reconocer el cambio que Cristo realiza en nosotros?». Don Giussani no lo duda: la alegría. «Encontrar la alegría es el aspecto más llamativo y clamoroso del testimonio». Alguno podría preguntar: «¿Eso es todo? ¿Con todos los problemas que hay en el mundo?». «Sí, es todo». A partir de un encuentro así, todo lo demás va naciendo y desarrollándose. «Hemos sido elegidos para comunicar. Es una tarea. No una moral, sino una tarea».

Solo se puede seguir la amplitud de perspectivas que nacen en una comunión que convierte el ecumenismo en un hecho vivido, antes que un objetivo histórico o teológico. La perspectiva de una escuela común, la implicación y la atención de la Iglesia a este embrión tan prometedor, la amistad entre las comunidades y la participación en los momentos de la vida de unos y otros son sinos de una nueva unidad posible que el mundo necesita para creer.