Entrenamientos en Luigi Giussani High School

Kampala. Una amistad de primera división

Varios miembros de la Asociación italiana de futbolistas aterrizan en Uganda para enseñar a entrenar. Podía ser un proyecto benéfico más. En cambio...
Paolo Perego

Una obra de caridad para un país pobre. Hay muchas. Basta con montar una asociación, tener un beneficiario, un proyecto... Se construye algo, luego se organiza un evento y se inaugura. Es el mismo proyecto –aunque no se pueda dar por descontado– de muchas realidades africanas, al margen de sus protagonistas. Lo que pasó la semana pasada en el colegio Luigi Giussani de Kampala, en Uganda, podría parecer otro más. Por lo menos hasta que alguien que estuvo allí te cuenta lo que ha visto suceder día tras día, hora tras hora, alrededor de un puñado de tierra que se ha convertido en una cancha de fútbol equipada con vestuarios y gradas para los chavales del slum de Kireka, en el corazón de la capital ugandesa, con decenas de alumnos de distintas edades equipados y lidiando con el balón durante horas de juego y entrenamiento.

Un proyecto que arrancó hace unos meses después del encuentro entre Sandro Cappello de Avsi y Cdo Sport, un grupo que reúne a atletas y aficionados en una amistad que, siguiendo el hilo conductor de una pasión común por el balón, las pistas de atletismo, la piscina y los campos de rugby, cada año crece más. «Estamos en una familia», suelen decir cuando hablan de la asociación. «Al principio era solo una idea, que se ha hecho realidad gracias al interés de Luca Rossettini, futbolista del equipo italiano de Chievo», cuenta Giancarlo, profesor de Gimnasia en las afueras de Milán, que viajó a Kampala para la inauguración del campo. «Fue Luca quien involucró a la Associazione Italiana Calciatori (Asociación italiana de futbolistas, ndt)».

A raíz de esto, junto con un grupo de Cdo Sport, Stefano, Simone, Mennato, Francesco, Maurizio, entrenadores de la AIC, también aterrizaron en África con sus equipaciones. Gente que lleva años involucrada en Italia con decenas de sociedades deportivas para promover métodos de aprendizaje del fútbol centrados en el crecimiento y desarrollo completo del niño. Y que ahora se han comprometido en cursos de formación dirigidos a los profesores del colegio Luigi Giussani y a unos entrenadores que son antiguos alumnos. «Hemos venido con la certeza de que iba a ser algo fantástico. Sin embargo, ha sido un acontecimiento aún más grande», dijo Francesca Sadowski, presidenta de Cdo Sport, el día de la inauguración. Una sucesión de síes que ha permitido una historia «donde es evidente que la fantasía y el amor de Dios hacen posible cualquier cosa».



«Se han cuidado todos los detalles», cuenta Giancarlo. «Los objetivos de los entrenamientos, los contenidos de las clases en el aula con los entrenadores, los encuentros con los alumnos…». Y no solo esto: también las visitas al Meeting Point, que acoge a mujeres enfermas de Sida y a sus familias, y a otros lugares nacidos del abrazo de Rose Busingye, enfermera en Kampala, a las personas que ha ido encontrado a lo largo de su camino. «En cada instante, nos hemos visto "arrollados" más allá de cualquier expectativa que tuviéramos».

Ya desde el primer impacto con la realidad del colegio "Luigi Giussani", presentado por Matteo Severgnini, director de la high school, y Andrea Nembrini, decano de la primary, todos pudieron ver cómo su acción educativa y su responsabilidad no nacen de competencias pedagógicas, decisivas y necesarias, sino «sobre todo de hacer memoria de un gran "bien recibido", memoria constantemente renovada por la unidad con Rose y los demás amigos de la comunidad», continúa Giancarlo.
«Nos ha asombrado la inteligencia y la belleza con que se construyeron y gestionan estas entidades. Desde el orden y la limpieza, hasta la confianza de todos los que viven a diario en un lugar donde uno se siente acogido y amado…», cuenta Paola, profesora de Génova vinculada a la Cdo Sport.

El ambiente de trabajo durante los entrenamientos y las clases en el campo se han visto marcados por el deseo de todos, entrenadores ugandeses y míster italianos, de profundizar cada vez más en lo que la AIC llama la “casa del niño", un conjunto de indicaciones de método para que el sujeto sea siempre protagonista del aprendizaje de la técnica futbolística. Según Giancarlo, «había un ambiente de tanta confianza y estima que, incluso en los momentos de descanso y durante la cena, compartíamos cada uno su historia, sus experiencias tanto humanas como profesionales». Hasta tal punto que Stefano, responsable técnico de los entrenadores de la AIC, tuvo la libertad de compartir con todos un mensaje muy valioso para él que hacía referencia a un pasaje del Evangelio donde Jesús habla de un comprador que, al encontrar una "preciosa perla", deja todo lo demás porque ha encontrado lo esencial, el sentido de su búsqueda de felicidad. «Es verdaderamente bonito la manera en que todos vosotros nos habéis acogido y el encuentro con cada uno de vosotros haya sido algo extraordinario».

Una semana, la anterior a la inauguración, “colmada” de hechos. Empezando con el encuentro de Giancarlo y Paola con dos chavales del colegio, Augustine y Christopher, a los que desde hace años "acogen" a distancia gracias a Avsi. «Nos despedimos con la promesa de volver en otoño. Sin embargo, por la tarde, justo antes de la misa en la que doce chavales de la Luigi Giussani iban a ser confirmados, se acercó Matteo, el decano, y dijo: “También están Augustine y Christopher. ¿Por qué no sois sus padrinos?”. Ha sido un regalo. Casual, quizás, pero que Otro quiso para nosotros», cuenta Paola.

La visita al Meeting Point, lugar de amistad nacido alrededor de las mujeres que han conocido a Rose, también fue abrumadora. Ni siquiera Damiano Tommasi y Simone Perrotta, ex futbolistas de la selección italiana, respectivamente presidente y responsable del departamento Junior de la AIC, que habían ido para asistir a la inauguración del 5 de abril, pudieron huir del abrazo de estas mujeres, conmovidos ante los cantos y bailes, sus relatos de desesperación y humillación, hasta llegar a su "renacer" tras el encuentro con Rose. Y lo mismo pasó en la Welcoming House, donde Rose y algunas de "sus" mujeres acogen a unos ochenta niños abandonados por sus padres.

La mañana de la inauguración del campo y de las gradas, delante de las autoridades locales y de Domenico Fornara, embajador italiano, salió a la luz aún más el valor público y social del colegio Luigi Giussani. «El cuidado del gesto, de los bailes tradicionales, el himno italiano cantado por el coro del colegio, todo nos ha tocado, dejándonos una vez más sin palabras y agradecidos», dice Giancarlo.

Hasta una última sorpresa, el sábado por la mañana. Siguiendo el consejo de Stefano, se lleva a cabo un entrenamiento excepcional: saldrán al campo las mujeres del Meeting Point. «Cuando llegamos, nos enteramos de que llevaban ya una hora calentando», cuenta Paola. «Empezamos a trabajar y enseguida el campo se convirtió en una fiesta: juegos con y sin balones, todo el mundo riendo, un compromiso enorme... Y un canto de despedida y agradecimiento dedicado a cada uno de los presentes». Rose se acercó entonces al grupito de italianos. «Con un poco de temblor, nos dijo que Annifa, una mujer musulmana del Meeting Point, nos invitaba a comer en su casa, en el slum», cuenta Giancarlo. Rose subrayaba que era algo extraordinario. «Annifa nos contó que los católicos son amigos suyos porque la han acogido», prosigue Paola. «Su pueblo y su familia la abandonaron porque estaba enferma. Por eso estaba tan conmovida al vernos sentados en su casa, para ella era un regalo precioso, después del encuentro con Rose. “Yo os amo a los católicos porque me habéis acogido, ¡y ahora estáis aquí, en mi casa! La enfermedad no tiene la última palabra sobre mi vida”, nos dijo, volviéndonos a conmover una vez más, sentados en el suelo de su casa, comiendo pollo frito con patatas».

El míster Simone, durante el vuelo de vuelta, se sinceró así con Paola: «Después de lo que he visto, al volver a casa, no tengo el problema de conciliar nuestro nivel de vida con la pobreza que he encontrado. En cambio, tengo un único deseo: aprender a vivir y a estar delante de la realidad como estos nuevos amigos que he conocido, Matteo, Andrea, Rose. Esto es lo que más me interesa».