Un momento de la asamblea en Vilna

Vilna. Todos en el mismo camino

Procedentes de varios países exsoviéticos, dos días de asamblea con Julián Carrón. Muchos católicos, pero también ortodoxos o en camino para recibir el Bautismo. «Se es cristiano por un atractivo que no pensábamos que existiera y en cambio existe»
Luca Fiore

Dima y Ramsia viven en Astaná, capital de Kazajistán. Él, abogado penalista, está trabajando en un caso complicado y le dice a su mujer: «esta noche llegaré a casa sobre las ocho». Ella ve pasar las diez, luego las once. Miryam, su hija de tres años, pregunta: «¿Es que papá no va a volver?». A medianoche, Ramsia empieza a pensar que le ha pasado algo. Se pone nerviosa y llama a un colega de su marido: «¿Sabes dónde está Dima?». «Está aquí, te lo paso». Dima, con una calma olímpica, pregunta: «Ramsia, ¿pasa algo?». Al otro lado solo escucha: «Te odio».

Con este relato dio inicio la asamblea de responsables de CL en los países exsoviéticos con Julián Carrón, en el hotel Panorama de Vilna (8-10 febrero). Ciento sesenta personas procedentes de Lituania, Estonia, Rusia, Bielorusia, Ucraina, Kazajistán y Azerbaiyán. Con una pregunta: «¿De qué modo nuestra experiencia de seguimiento del carisma nos ayuda a afrontar los desafíos de las circunstancias?».

Ramsia continúa su relato. «Me acosté furiosa y me desperté enfadada aún al día siguiente. Pero le pedí a Dios que se hiciera ver también dentro de esa rabia». Dima se presentó aquella noche con una botella de vino y le dijo: «He invitado a cenar a unos amigos». Ella dispara de nuevo: «Ya no te soporto». Y él: «Se trata de Dima y Ramsia, vienen a vernos…». Entonces ella se deshizo y comprendió. «Era como si Dios a través de sus palabras me preguntara: “¿Te acuerdas del principio? ¿Recuerdas quién eras?”». Interviene Carrón: «¿Te acuerdas o no? No solo cuando todo va bien, sino dentro del litigio. Esto es el acontecimiento de Cristo: una circunstancia que nos hace de nuevo conscientes de quiénes somos y qué gracia hemos recibido. La conversión es algo sencillo, Él entra en nuestra vida y nos hace reconocer su preferencia por nosotros, haciéndonos volver a ser nosotros mismos».

Después interviene Olga, de Karaganda, también en Kazajistán. Cuando vuelva de Vilna tendrá que empezar un ciclo de quimioterapia. «Don Adelio (monseñor Dell’Oro, obispo de Karaganda, ndr) me dijo que el camino de la vida es un don. Pero es difícil decir eso cuando estás enfermo o, como le pasó a mi marido, acabas injustamente en la cárcel. Pero me doy cuenta de que el don no es lo que sucede, sino la manera de mirar las cosas. Podemos vivir una circunstancia negativa y decir: “Cristo, tú estás conmigo”. Esto cambia la perspectiva y ver que puedes gozar incluso en las situaciones más extrañas». «¿Entendéis?», salta Carrón. «Es la preferencia de Cristo lo que consigue cambiar el modo de vivirlo todo. No fuera de la realidad, no en una vida imaginada, sino dentro de los desafíos que a nadie se le ahorran».



Tampoco al padre Aleksander, sacerdote ortodoxo en Jersón, Ucrania, la vida le ha ahorrado nada. Asiste solo en diferido a la Escuela de comunidad mediante un “video puente” que le ofrece la comunidad de Jarkov. La traducción del audio no siempre es muy clara. «Mi vida ha sido sacudida por una tragedia y un amigo del movimiento llevaba tiempo diciéndome que escribiera a Carrón. En un momento dado me decidí y lo hice. Luego teníamos la conexión con Milán, y yo me preguntaba: “¿Cómo es posible que Carrón haya leído ya mi mensaje?”, porque estaba respondiendo justamente a mis preguntas, aunque era evidente que no se refería a lo que yo le había escrito. Antes me preguntaba qué sentido tenía escribir a un sacerdote católico en Italia, pero luego vi que la relación con los amigos del movimiento me ayudaba a seguir adelante después de lo que me había pasado. Así que me fie». Carrón sonría: «Es exactamente lo mismo que me pasó a mí con don Giussani. En toda mi vida, nunca había hablado con él de mis problemas personales más de diez minutos en total. Yo estaba en Madrid y le veía una vez al año y oía lo que él decía a todos. Pero él era la persona que más me ayudaba de todas e mis desafíos particulares. El problema no es escribirme a mí. Hacerlo os sirve a vosotros para identificar la naturaleza y el alcance de vuestra necesidad. Luego os podré responder personalmente o no. Pero vosotros estaréis dispuestos a acoger lo que nuestra experiencia ofrece a todos, como le ha pasado al padre Aleksander».

En Vilna luce un tímido sol invernal. La temperatura es bastante suave para la época (en torno a los cero grados). En los bordes de las calles, aún hay nieve de varios días. Este año, han llegado a la capital lituana, para la asamblea, dos personas de Estonia (entre ellas Irina, que hace años fundó una escuela ortodoxa en Tallin) y nueve de Azerbaiyán: tres italianos, dos croatas, dos azerís y dos americanos. Uno de los azerís es Mushfig, que nació musulmán, hace veinte años se hizo pastor protestante y luego se convirtió al catolicismo. Desde septiembre va a la Escuela de comunidad de Baku. En cambio, el otro, Miko, conoció CL gracias a los partidos de fútbol organizados en la parroquia, donde conoció a Paolo. Es Miko quien interviene en la asamblea: «Yo procedo de un background musulmán. Mi mujer, Mary, es católica y yo iba a la iglesia por darle el gusto. Acepté la invitación de Paolo porque en sus encuentros hablaban en inglés y así Mary tenía alguien con quien charlar. Pero poco después los encuentros empezaron a interesarme a mí también. Empecé a sentir que aquella gente se estaba convirtiendo en mi familia y veía que con ellos podía compartir mi vida. Me gustaba participar. Mi pregunta es la siguiente: he empezado el camino hacia el Bautismo, ¿qué debo hacer para que mi fe se fortalezca?». Carrón responde: «El cristianismo nació igual que ha nacido en ti. Por un encuentro. Aunque uno venga de tradición católica, si no le sucede lo que te ha pasado a ti, no bastará su background para conservar la fe. Nosotros podemos entender tu experiencia porque es igual que la nuestra. Estamos en el mismo camino y podemos compartir el tuyo porque también es el nuestro. Ya veremos adónde te llevará».

«El cristianismo nació igual que ha nacido en ti. Por un encuentro. Aunque uno venga de tradición católica, si no le sucede lo que te ha pasado a ti, no bastará su background para conservar la fe. Nosotros podemos entender tu experiencia porque es igual que la nuestra. Estamos en el mismo camino y podemos compartir el tuyo porque también es el nuestro».

Ania es rusa y está casada con Misha, bielorruso. Hace poco se mudaron a Jarkov, en Ucrania. «Para mí ha sido agotador. No disfrutaba de nada. Pero nuestros amigos de la comunidad nos invitaron a pasar con ellos el fin de año. Tuve que hacer un gran esfuerzo para aceptar. Por suerte estaba mi marido, que estaba convencido de que era importante estar con ellos». Allí, cuenta Ania, ve un montón de pequeños hechos que la despiertan: la atención con que se había preparado la cena, la disponibilidad de una persona para abrazar a un amigo que la había ofendido… «Estábamos contentos y unidos. Al día siguiente me desperté contenta, me sentía libre y llena de energía, como hacía semanas que no me pasaba». Ania ya volvía a su asiento cuando Carrón la detuvo: «¿Qué has aprendido de lo que cuentas?». «He aprendido qué es lo que me hace feliz», responde ella. «Muy bien, ¿y qué es?», insiste él. «Soy feliz cuando estoy con otros». «¿Con cualquiera? Hay que ser concretos, porque en estas cosas nos jugamos la piel». «Con los rostros de la comunidad y de mi familia», dice Ania. «¿Y qué encuentras en ellos que no encuentras en los demás?». «Están atentos a su vida, son libres y alegres. Es verdad que no siempre, pero su mirada me ayuda».



«¿Lo ves, Miko? Ella nació en una familia cristiana, pero tiene el mismo problema que tú», señala Carrón. «Habéis descubierto que estar con la comunidad cristiana es algo que está a la altura de vuestro deseo de felicidad. Ahora tanto Miko como Ania deben decidir qué hacer. No seáis tontos, sabéis qué os hace felices, así que decidid. Se es cristiano por este atractivo, que no pensábamos que existiera y en cambio existe».

Entre los últimos en intervenir está también Alfredo Fecondo, misionero de la Fraternidad San Carlos, que lleva años en Siberia, en Novosibirsk. Una gran experiencia unida y una gran sencillez. «Dentro de mí siempre hay algo que se resiste al modo concreto en que Cristo viene a mí y me dice: “Estoy aquí”. ¿Qué camino nos invitas a hacer? ¿Qué debe cambiar en mí?». La respuesta a esta pregunta será el punto central de la síntesis al día siguiente.

Antes de la cena del sábado, misa de vísperas celebrada por los dos obispos presentes, monseñor Paolo Pezzi, arzobispo de la Madre de Dios en Moscú, y monseñor Dell’Oro. El día anterior, junto a Carrón, participaron en la misa por el aniversario de la muerte de don Giussani y el reconocimiento pontificio de la Fraternidad de CL celebrada por monseñor Gintaras Grušas, arzobispo de Vilna. El rito católico se adelanta porque el domingo, bien temprano (a las 7.30h), el padre Aleksander celebra la divina liturgia ortodoxa.



La noche dedica un momento a los cantos. Un cuarteto formado por dos rusas y dos ucranianos entonan un canto tradicional ruso y otro ucraniano. Luego, a cappella, dos cantos azerís. Después, Dima recita el poema con que pidió la mano de Ramsia y ella asiente con una dulce sonrisa.

Al día siguiente, la síntesis. Carrón recorre el hilo de las intervenciones, cuyas historias encuentran su equivalente en el correspondiente relato evangélico: Juan y Andrés en el Jordán, las bodas de Caná, los apóstoles que ven a Jesús calmar la tempestad. Pero para responder a Fecondo, Carrón vuelve al episodio del encuentro entre el Innominado y el cardenal Federico. «Para responder hay que preguntarse: ¿quién es para mí este cardenal? ¿Qué me abre de par en par la mirada? No un Jesús abstracto sino alguien “vivo que está presente”, como decíamos en la Jornada de apertura de curso. Solo un encuentro presente nos dona la pobreza de espíritu que nos permite reconocerlo y continuar siguiéndolo. No solo un Jesús en abstracto. Sin esto, Cristo puede pasar a nuestro lado y nosotros seguir atascados en nuestros pensamientos».

Lucía, de Almaty, en Kazajistán, antes de despedirse para volver a casa, habla de una alumna kazaja de su curso de italiano. «Le pregunté qué le gustaba de Italia y me dijo: “Me gustaría traducir las canciones de los cantautores”, así que le pasé una lista: De Andrè, Guccini, De Gregori, Dalla. De pronto me dice: “Pero el que más me gusta es otro, se llama Claudio Chieffo”. No me lo podía creer. Lo había encontrado en Youtube. “¿Y qué canciones te gustan?”, le pregunté aún incrédula. Me respondió: "¡La strada"!».