El Papa en Abu Dabi

Abu Dabi. «Cristo está aquí, para quien lo quiera ver»

La primera misa pública en un país del Golfo, la peregrinación de los amigos de la comunidad de CL en Dubai para ver al papa Francisco, y el estupor por esos pequeños-grandes signos cristianos expuestos en el estadio...
Luca Fiore

Salieron de su casa, en Dubai, a las tres de la madrugada. Una hora de coche. Luego tres cuartos de hora de camino hasta llegar al estadio Zayed Sports City de Abu Dabi. Ellos son Silvia y Roberto, Pablo y Stefania. A los que luego se unió Fiorenza, que vive en Mascate, Omán. Para ellos ha sido una peregrinación. Al entrar en el estadio, nos quedamos casi sin respiración al ver la gran cruz dorada y la estatua de la Virgen en el altar. «Ni siquiera nosotros logramos acostumbrarnos», explica Silvia. «¡Signos cristianos en un lugar público! Hace ocho años, cuando llegamos al Golfo, habría sido impensable, pero ver a los emiratíes, vestidos con sus ropas tradicionales, que se ocupaban del servicio de orden me ha hecho pensar que ellos también han contribuido a hacer posible este gesto. Y no era un encuentro cultural, como podrían serlo otros, sino nuestra misa. Es algo que será difícil olvidar. He visto a mucha gente llorando de conmoción».

Nunca había sucedido que en la Península arábiga se celebrara una misa en un lugar público. En esta participaron 170.000 personas. En un país donde solo existe libertad de culto en los lugares concedidos por los emires y donde las iglesias no pueden tener signos exteriores que las hagan reconocibles. Algo que también aquí está cambiando.
«El domingo el Gobierno comunicó que las escuelas permanecerían cerradas y a los trabajadores del sector privado se les concedió un día de vacaciones retribuido», continúa Silvia. «El Gulf News y The National, los dos diarios locales, al dar la noticia tuvieron que explicar qué era una misa católica. Así, me he encontrado hablando de la misa del Papa con las maestras de mis hijos, y mi marido con sus compañeros de trabajo».



La pequeña comunidad de Dubai (también existe un grupo de CL en Abu Dabi) se paró a comer en un burguer de regreso a casa. Roberto, el marido de Silvia, manager de una gran empresa propiedad del gobierno de los Emiratos, tuvo que hablar con su jefe, libanés musulmán. «En teoría, el Gobierno daba vacaciones al sector privado y nosotros somos para-estatales. Pero al final me dieron permiso para ir a ver al Papa». Y añade: «Francisco ha sido muy claro estos días. Por un lado, ha dado las gracias a los Emiratos por la apertura que han tenido hacia los cristianos; por otra, ha subrayado que la libertad religiosa no coincide con la libertad de culto». Roberto también valora las palabras de la homilía. «Lo que dijo sobre la humildad de los cristianos es muy interesante, por dos motivos. La mayoría de los católicos en este país hace un trabajo humilde. “Dichosos los pobres, los mansos, los perseguidos”. No hay que hacer grandes cosas para ser cristianos, solo se nos pide seguir a Jesús. Y luego cómo ha destacado que no es necesario ser “poderosos”, en cierto sentido también es una provocación por el modo en que se concibe la sociedad del Golfo. Todo tiene que estar en el top, todo debe ser lujoso y rico. No, dice el Papa, la cuestión de la vida es otra». También hubo un momento muy significativo al final de la misa, «cuando monseñor Paul Hinder, nuestro obispo, en los saludos finales dio las gracias al príncipe heredero, estalló un aplauso espontáneo que no es nada obvio».

Roberto, Fiorenza y Silvia delante del escenario de la misa, en el Zayed Sports City

Pablo, que lleva casi tres años en Dubai, trabaja para una empresa de marketing y comercio electrónico. Para él también fue un día difícil de olvidar. «Me ha tocado más de lo que podría imaginar. Todos esos cristianos reunidos en un lugar como este. Será sin duda un signo para la sociedad musulmana. El Gobierno ha apostado muchísimo por esta visita. También habrá tenido sus motivos de conveniencia estratégica, seguro, pero de hecho nunca había sucedido que el cristianismo fuera tan visible».
Con ellos está Stefania, que cuenta que «la semana pasada estuve en nuestra parroquia, Saint Mary, para recoger las entradas para la misa. Vi la cantidad de gente que había implicada en la organización, sobre todo indios y filipinos, y me dije: “Mira qué serenidad tienen, no parece que estén haciendo un servicio para otros, parece que lo hacen para sí mismos, como parte del camino hacia su propio Destino”. Para nosotros europeos la fe suele ser algo que está al margen de la vida, para ellos no».

Stefania piensa en lo que ha sucedido estos días pensando en el trabajo de la Escuela de comunidad sobre el libro Por qué la Iglesia, concretamente las páginas donde don Giussani habla del milagro. «Ver toda esa gente moviéndose con orden y dedicación… Era algo muy especial, que estaba ahí para quien lo quisiera ver. El Señor sigue dándonos ocasiones para acordarnos de Él. También dentro de las dificultades. Como dijo el Papa en la homilía, citando a san Antonio. “Aun si no interviene rápidamente, él camina a nuestro lado”. Para mí también ha habido momentos difíciles aquí, en os Emiratos, pero hoy ha sido evidente que Él estaba con nosotros. Hace falta recuperar la capacidad de sorprenderse, cosa que nosotros los cristianos europeos hemos perdido un poco. Damos las cosas por sabidas. En cambio hoy, aquí, viendo al Papa entre nosotros en este país musulmán, he visto de nuevo con claridad que para Dios nada es imposible».