Por la izquierda: Pietro Piccinini, monseñor Franco Cavina, Alessandro Rondoni y Massimo Vincenzi

Enzo Piccinini. «Un cristiano auténtico, capaz de hablar al corazón»

El obispo de Carpi, monseñor Francesco Cavina, ha participado en la presentación de una selección de “invitaciones a la lectura” del cirujano italiano muerto hace veinte años
Domenico Maurizio Cava

En 1994, la editorial BUR-Rizzoli publicó los primeros títulos de la colección “Los libros del espíritu cristiano”, y para presentarlos se organizaron varios encuentros por toda Italia. En muchos de ellos participó como ponente el doctor Enzo Piccinini.
Cuando se cumplen veinte años de su muerte, la Fundación que lleva su nombre ha vuelto a proponer, con el título El fuego bajo las cenizas, las transcripciones de tres de sus presentaciones: Ilia y Alberto de Angelo Gatti, Cuerpos y almas de Maxence Van der Meersch, y Cartas desde el dolor de Emmanuel Mounier, a las que se añade la de la novela Vida y destino de Vasili Grossman.

El sábado 19 de enero, en el auditorio San Rocco de (Modena), se presentó el libro de Pietro Piccinini, uno de los cuatro hijos de Enzo y periodista de Tempi, y el obispo de la diócesis de Carpi, monseñor Francesco Cavina. Presentó a los invitados el presidente de la Fundación Enzo Piccinini, Massimo Vincenzi, y el periodista Alessandro Rondoni moderó el debate. Pero el primer impacto fuerte no fue en el escenario, el primer golpe lo dio la platea, el pueblo que esperaba sediento. Multitud de rostros distintos, jóvenes y ancianos, amigos de unos y otros, amigos de amigos de amigos… un pueblo.

Luego empezaron las intervenciones. Vincenzi tocó cuerdas profundas al contar que la preparación del libro coincidió con un momento donde el sufrimiento y el dolor le estaban llevando al cinismo y a la desesperación. El libro, los comentarios de Enzo, entendidos tal vez como nunca, le ayudaron a seguir en pie.
Pietro Piccinini trató de definir algunos rasgos de la personalidad de su padre, partiendo de cómo Enzo destacaba algunos pasajes de estos textos literarios. Era un «enamorado de Cristo» o, como escribió don Giussani en 1999, justo después de su muerte, «un hombre que, a partir de la intuición suscitada en el diálogo conmigo hace treinta años, dijo sí a Cristo con una entrega conmovedora, con una perspectiva inteligente e integral, poniendo su vida en tensión continua hacia Cristo y su Iglesia. Lo más impresionante para mí es que su adhesión a Cristo fue tan totalizante que no ha habido día en que no buscara de todas las formas posibles la gloria humana de Cristo».

El público del auditorio San Rocco de Carpi (Modena)

Monseñor Cavina hizo también un relato personal y conmovedor. No conoció a Enzo Piccinini. Cuando, hace unos meses, le propusieron presentar públicamente El fuego bajo las cenizas, dio un “no” decidido debido a la multitud de compromisos que tenía que atender. Pero luego, durante una visita a los cristianos en Egipto, lo leyó. Allí encontró juicios expresados entonces por Enzo de gran actualidad y compartidos por él, y reconoció en él una gran pasión por los hombres y su destino. Al volver a la diócesis comunicó su disponibilidad para presentar el libro.

Su intervención, que pretendía ilustrar brevemente los temas y juicios hallados en los comentarios de Enzo que más le habían fascinado, terminó con una afirmación sintética y eficaz sobre la persona de Enzo, al que “solo” ha conocido mediante las transcripciones recogidas en el libro. Ese Enzo del que te habla alguien que nunca ha olido el aroma de su cigarrillo, ese Enzo del obispo lector no era un extraño. «Piccinini puso sus talentos al servicio de Cristo y de la Iglesia, testimonió que la fe no es solo doctrina sino una experiencia de vida. A través de estos comentarios, él se convierte en anunciador de Nuestro Señor Jesucristo y al mismo tiempo nos muestra lo importante que es reconocer los signos de Su presencia en el camino humano», dijo el obispo de Carpi. «Fue un cristiano auténtico, capaz de hablar al corazón e ir más allá de las sombras para ver la luz, más allá de las cenizas para descubrir el fuego. Ante todo fue un cristiano que supo comunicar la alegría del encuentro con Cristo y se puso en camino en el sentido más real del término para ayudar a la gente a salir del desierto y proponerles su amistad con el Hijo de dios, Aquel que nos dona la vida, y la vida en plenitud».

Luego sucedieron cosas incluso con los micrófonos apagados, mientras el auditorio se iba vaciando. Empezando por una persona que se acercó a Pietro Piccinini y le dijo que no era de CL pero que en cuanto se enteró del encuentro quiso aprovechar la ocasión para saber por fin quién es ese hombre «que vienen a ver al cementerio de mi pueblo desde toda Italia».
«¿Por qué estamos tan contentos?», se preguntaban mutuamente una profesora y su amigo al meterse en el coche. «¿Por qué estamos tan contentos nosotros dos, que en la época de las barricadas estábamos en la oposición contra Comunión y Liberación? ¿Por qué, si pensamos tan distinto, si no le hemos conocido?».
«¿Acaso no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba?», se preguntaban de otro modo otros dos, también de camino a casa pero hace mucho tiempo. La historia se repite. El mismo Señor del mundo, ahora igual que entonces, nos honra con Su presencia.