La recogida de alimentos en Italia el 24 de noviembre (Foto: Leonora Giovanazzi)

Recogida de alimentos. La esperanza bajo el peto

Entre los 145.000 voluntarios, rostros, personas e historias que dan forma al gesto de caridad que cuenta con mayor participación en Italia
Roberto Perrone

Puede ser incluso una manera de conocer Milán, o cualquier otra ciudad donde tenga lugar, pues una jornada de recogida de alimentos te desvela caminos inusuales. Caterina es una voluntaria que venía de Padua. «¿Por qué de tan lejos? Nos han dicho que aquí hacíamos falta».

Los petos amarillos aquí no hablan de una protesta, como los que han paralizado Francia y prendido fuego a los Campos Elíseos en París. Pero tampoco hablan solo de un gesto de solidaridad, sino ante todo de una necesidad personal. Estar presente hace feliz, estar ayuda a descubrir algo de uno mismo que se transmite a los otros, como indica Julián Carrón: «Esta es la diferencia entre un gesto de voluntariado y un gesto de caritativa como el que os estamos proponiendo: si nuestra acción lleva una esperanza para toda la vida –que es lo que todos esperan para vivir–, o si nos conformamos con dar una respuesta a una necesidad material sin comunicar lo único que llevaba Jesús cuando respondía a la necesidad de la gente: que ya no estaban solos como perros y que, por tanto, había una esperanza». Esto lo experimentos todos los años cuando voy. Consigue desplazar hasta mi pereza. Y no es poca cosa.

También sucede para los que no viven la experiencia de Comunión y Liberación. Hay muchísimos. Tal vez no tengan la conciencia concreta que describe Carrón, pero dentro de sí perciben esa esperanza, para ellos mismos y para los demás. En el Carrefour de Corso Lodi conozco a Brenta. Es brasileña, de Sao Paulo, y vive en Italia desde 2006, está casada y tiene una hija.



En su empresa mandaron un mail a todos los empleados. «Pedían disponibilidad y yo di la mía». Aquí se encontró con una compañera a la que solo conocía de vista, y con otra a la que nunca había visto. Lo mismo le pasó a Altafur, originario de Bangladesh, que se encontró con un voluntario al que no conocía de nada a pesar de ir juntos a la misma escuela. Participar en este gesto es lo que les ha unido. «¿Por qué estoy aquí?», responde Altafur: «Me gusta ayudar, sentirme útil». Sus historias se mezclan con las de los voluntarios adultos, universitarios, jóvenes y menos jóvenes. De dentro y de fuera. Como Raquel, que estudia en Venecia pero este fin de semana ha vuelto a casa para ponerse el peto amarillo de voluntaria, porque lo que más le preocupa, como decía Carrón, es «sobre todo vivir nosotros estos gestos».



Rostros, personas, historias. Un total de 145.000 voluntarios en 13.000 supermercados de toda Italia. Las toneladas de alimentos recogidos servirán para garantizar 16 millones de platos de comida al día para los cinco millones de indigentes que viven en Italia según los últimos estudios. La novedad de la jornada de este año ha sido la posibilidad de donar online durante dos días en las plataformas de los supermercados de Auchan, Carrefour y Esselunga. Se agradece igualmente, pero los que se toparon con los rostros de Raquel o de Altafur se llevaron algo más a casa.