El encuentro en el Salón de los Quinientos del Palacio Viejo

Florencia. «Solo el cristianismo salva el deseo»

La presentación de “¿Dónde está Dios?”, con Julián Carrón, Andrea Tornielli, el alcalde Nardella y el politólogo Olivier Roy. «Cuando veo en la experiencia de otro lo que yo deseo, entonces la fe se vuelve interesante»
Federico Viviani

Tres años después, Julián Carrón regresaba a Florencia, de nuevo invitado por su alcalde, Dario Nardella, para un encuentro público en el Salón de los Quinientos del Palacio Viejo.
En 2015 fue un diálogo con el profesor Joseph Weiler, en vistas de la inminente visita del Papa. Este jueves 8 de noviembre, la presentación del libro-entrevista ¿Dónde está Dios? (Ed. Encuentro) con Andrea Tornielli, vaticanista de La Stampa y coautor, y Olivier Roy, profesor del Instituto Universitario Europeo en la ciudad toscana, uno de los politólogos, orientalistas e islamistas más prestigiosos a nivel internacional, exconsejero de la ONU y del gobierno francés, y consultor científico en el Centro de estudios avanzados Robert Schumann. Una ocasión, por tanto, de auténtico diálogo y confrontación entre hombres capaces de aceptar los desafíos que plantea una situación que cada vez se identifica más con lo que el papa Francisco define como «un cambio de época». Como moderador de los tres ponentes, Andrea Simoncini, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Florencia.

Tornielli empezó afirmando que en el origen del libro está su curiosidad el encontrar en Carrón una mirada de simpatía hacia la realidad en la que vive, sea cual sea, descubriendo en ella una profunda sintonía con la mirada de los últimos Papas. «Si desde Juan XXIII en adelante todos insisten en el tema de la misericordia, algún motivo habrá».

Por la izquierda, Olivier Roy, Julián Carrón y Andrea Simoncini

Lo que interesó a Roy de este libro también fue «una mirada cristiana hacia la crisis que estamos viviendo en la transmisión de la cultura». El profesor profundizó en este pensamiento describiendo el cambio que comenzó en todo el mundo hace casi sesenta años. «Desde entonces, la sociedad entera compartía los mismos valores, la misma antropología. En los años 60 se introdujo una nueva antropología, según la cual todos los deseos e ímpetus individuales eran buenos y empezaron a garantizarse bajo nuevos nombres, véanse las leyes del aborto, el divorcio, las uniones homosexuales…». Según Roy, a esta idea se contrapuso la Iglesia, pero proponiendo sobre todo normas doctrinales. «El libro de Carrón nos ayuda a entender cómo salir de esta visión normativa de la sociedad», afirmó.

«Lo más bonito de este libro que nació con Tornielli es la ocasión de diálogo que ofrece con las personalidades y sensibilidades más diversas, la posibilidad de que se amplíe esta conversación que empezó entre nosotros dos». Así comenzaba Carrón, para quien, entre las causas de la crisis actual está el intento ilustrado de conservar los valores cristianos de libertad, dignidad de la persona, trabajo… reconocidos por todos como valores fundantes de toda sociedad, pero separándolos de su origen. «Este intento ha fracasado», y el derrumbamiento de los valores que en tiempos compartimos ha dejado paso a las normas. Por eso el cristianismo, hoy más que nunca, «viene a salvar a la razón y a la libertad, no a mortificarlas». Carrón citó a Dostoyevski: «“Un europeo de nuestros días”, es decir, un hombre que no quiere mortificar su razón, reducir su libertad, su deseo, su afecto, “¿puede creer verdaderamente en Jesucristo?”. Esta pregunta me entusiasmó. Mientras todos intentaban salvar los valores, y se perdían, la Iglesia podía ofrecer una contribución propia. Las nuevas normas no dan una respuesta a la altura del deseo, ¿qué puede salvar verdaderamente la libertad, cumplir el deseo? Porque cuando el deseo no encuentra respuesta, lo estamos viendo, la única posibilidad que encontramos es reducirlo y volver a las normas. Mientras que el cristianismo es el único que salva el deseo».

«Mientras todos intentaban salvar los valores, y se perdían, la Iglesia podía ofrecer una contribución propia. Las nuevas normas no dan una respuesta a la altura del deseo, ¿qué puede salvar verdaderamente la libertad, cumplir el deseo?»

Carrón añadió: «El cristianismo tiene una oportunidad única, pero con una condición: que sea verdaderamente cristianismo, que no se reduzca a doctrina abstracta o moralismo, que siga siendo tal cual como empezó bajo el Imperio romano, sin miedo a salir al ruedo de la realidad con toda su diversidad. Por eso me interesan momentos como este, de confrontación e intercambio mutuo, porque me enriquecen, me hacen crecer, generan en mí una posibilidad de estar delante del otro con el deseo de entender».

«El cristianismo tiene una oportunidad única, pero con una condición: que sea verdaderamente cristianismo, que no se reduzca a doctrina abstracta»


Roy tomó la palabra entonces para reaccionar a lo dicho por el presidente de la Fraternidad de CL. «Estoy muy sorprendido por Carrón, porque hace un reclamo a la responsabilidad individual para revivir los valores dentro de un diálogo con todos. Pero hoy la gente busca espacios seguros, muy populares en las universidades americanas y que están llegando también a Europa, contextos donde el otro sea un reflejo de mí mismo, no uno diferente». Según él, en Europa hay un fuerte sentimiento de decadencia, de miedo a nivel económico, social, cultural. Algo parecido al final del Imperio romano, atacado por los bárbaros. «¿Y qué vino después? La Europa cristiana. Por tanto, creo que debemos ser optimistas, como el libro de Carrón».

Tornielli describió a continuación el momento de crisis que también está viviendo la Iglesia, sobre todo al nivel de la conciencia que tiene de sí misma. «¿Y el Papa que hace frente a esta crisis? Directamente le pide al pueblo que rece el Rosario para combatir al demonio. Una respuesta que muchos juzgan inadecuada, como si pudieran dar lecciones de doctrina».
Para terminar la ronda de intervenciones, Carrón se declaró «entusiasmado porque por fin se puede ser cristianos solo porque corresponde a lo más humano, no por miedo al infierno o por miedo al mundo, sin otro punto de apoyo que la propia experiencia. Hoy todos tienen miedo, pensando en el futuro de los propios hijos o en el spread, pero a los primeros cristianos no les hizo falta esperar a que todo se arreglara para empezar a darse cuenta de que al encontrarse con Jesús habían encontrado a un hombre que era una respuesta adecuada a su humanidad. En una sociedad que cuanto más evoluciona más insegura se vuelve, se busca al hombre fuerte. Lo estamos viendo en América. Pero esto no es la solución, sino solo posponer el problema».
Para Carrón, «comunicar el cristianismo cada vez será más fácil, porque ¿quién no desea una relación de amor que pueda durar? Cuando uno, en medio del miedo y el malestar, ve que en la experiencia del otro se abre paso algo que él desea, es entonces cuando el cristianismo empieza de nuevo a hacerse interesante. Esta es nuestra gran contribución a la sociedad, desafiarla con lo único que la puede atraer realmente: la belleza de una vida cumplida». Un desafío capaz de alcanzar a cada uno de los presentes que llenaban el salón florentino, porque cada uno de ellos ha visto suceder lo que esas palabras describen.

«Cuando uno, en medio del miedo y el malestar, ve que en la experiencia del otro se abre paso algo que él desea, es entonces cuando el cristianismo empieza de nuevo a hacerse interesante»