Muhammad Bin Abdul Karim Al Issa

Meeting 2018. Puentes y amigos

La primera visita del secretario general de la Liga Musulmana en un encuentro sobre diálogo interreligioso, el debate sobre la UE con Tajani, los cristianos en Qaraqosh, el espacio... Los testimonios de la penúltima jornada
Alessandra Stoppa

«El futuro no es más que el presente puesto en orden, para permitir que se realice el designio de Dios, que es la felicidad de cada persona. Me gustaría daros las gracias por compartir la alegría de saber quiénes somos y adónde vamos. Gracias por abrir vuestras puertas y decir a la gente que pasa: “Venid a ver, Dios no está muerto”». Estas palabras que pronunció aquí, en el Meeting 2015, el cardenal Jean-Louis Tauran, resuenan en el auditorio durante un encuentro excepcional, “Constructores de puentes”.

¿Pero por qué hace falta construir puentes en un mundo donde se han abatido todas las barreras de espacio y tiempo? Para empezar, responde Wael Farouq: «En la época de la información, para conocer hace falta un puente: la experiencia de la persona. Aún más a fondo, hace falta un puente entre el hombre y su humanidad, entre nosotros y nosotros mismos». Y añade: «Hemos invitado a los ponentes de esta mesa no solo por la altura de su tarea institucional sino por su persona». A su lado, por primera vez en el Meeting Muhammad Bin Abdul Karim Al Issa, secretario general de la Liga musulmana mundial, que aceptó venir después de asistir recientemente a un encuentro con una representación del Meeting. Al llegar al recinto, «después de oír los testimonios de los voluntarios», ya preguntó si podría volver.

El encuentro sobre la reconstrucción de Iraq

Él acogió y acompañó a Tauran en su último e histórico viaje a Riad. Roberto Fontolan, del Centro Internacional de CL, recorre su gran amistad con el cardenal, «maestro de construcción» para el Meeting desde su primera participación hace más de veinte años. Recuerda la certeza que le caracterizaba, «con una paciencia propia de Dios, confiando siempre en la creatividad humana». A propósito del Meeting –«un lugar pensado y querido como un puerto de acogida, del que siempre salimos con un amigo más»– no se resiste a llamar la atención sobre el caso del navío Diciotti, sin citarlo directamente: «Cómo me gustaría que dejaran atracar ese barco y a las personas que van en él.

Tras la intervención de Nicola Renzi, ministro de la República de San Marino («nuestro mundo necesita personas libres y liberadoras»), Khaled Azab habla del «descubrimiento del otro». Es director de Comunicación en la Biblioteca de Alejandría, que en octubre acogerá la presentación del Meeting y que en otoño publicará en árabe La belleza desarmada de Julián Carrón. «No estamos aquí para hacer encuentros y volver a casa olvidando lo que hemos encontrado», dice Farouq. «Los que vienen se llevan algo que florece en muchos lugares fuera de aquí».



Al Issa, jurista y reformador en Arabia Saudí, comienza su intervención respondiendo a la pregunta de Farouq sobre la experiencia de la misericordia, sobre ese “en nombre de Dios misericordioso” que los musulmanes ponen como premisa a cada acción. «La misericordia es el verdadero espíritu de la humanidad, es todo lo que hay de hermoso en nuestra vida. No hay verdadera vida sin significado de misericordia, no puede haber paz. El hombre es aquí que decide ser humano o no, vivir o no la misericordia, con hechos». Él también recuerda con gran estima a Tauran, «amigo y símbolo de diálogo, convivencia y libertad», y también recuerda «a todas las víctimas del vacío de civilización que nos separa y duele». El resto de su intervención lo dedica a denunciar el extremismo que instrumentaliza a la religión, la «locura» de teorías que, «a pesar de las advertencias de la historia», solo conciben las diferencias como conflicto y «nada digno, más que la propia comunidad religiosa, étnica y política. Estas ideas serán las primeras que sufran el resultado de su desconsideración, aunque se oculte tras una victoria aparente». Insiste en la toma de distancias de la Liga musulmana, que ha sentido la necesidad de «aclarar la verdad de nuestra religión», ante «el abuso del texto sagrado, sus interpretaciones distorsionadas» (según las estadísticas que muestra, entre 1.800 millones de fieles hay un extremista cada 200.000). Reitera con fuerza su compromiso «por la paz, los derechos de las minorías y de la mujer, por la emigración, la integración, y contra la trata de seres humanos, la pobreza y la ignorancia». Tras el largo aplauso que siguió a su intervención, Farouq solo dice: «Solo podemos ser testigos si reconocemos el testimonio del otro. El amor no es ciego. El amor es discernimiento, ve más allá del límite del otro».



Este amor que perdona y reconcilia se había visto y tocado poco antes en un encuentro sobre la reconstrucción de Iraq y las consecuencias de la guerra cuando esta deja de hacer ruido. Los cristianos de la llanura de Nínive que vuelven a sus casas en ruinas «porque no hay un sitio mejor». La periodista Maria Gianniti cuenta la expansión y retirada del Isis, la drástica reducción de cristianos en Iraq (un millón hasta la caída de Saddam en 2003, hoy menos de 250.000) y este «deseo de tener una casa, más fuerte que la destrucción». «El Gobierno iraquí debe trabajar por la reconciliación, porque el regreso de los cristianos», concluye Gianniti, «es fundamental para todos. En Oriente Medio siempre ha habido puentes entre las comunidades».

El padre Georges Jahola es el sacerdote a quien se confió en 2016 la tarea de seguir las reconstrucciones. Está realizando un cuidadoso censo de cada fiel y de su situación, afrontando las heridas causadas por la muerte, las torturas, los secuestros, las familias separadas. «No queremos culpar a nadie de lo reducidos que hemos quedado, pero el tejido social está destruido y el Isis ha crecido a la vista de todo el mundo. Nadie puede decir “yo no lo sabía”. Nosotros, la Iglesia, estamos trabajando por el regreso y junto a Qaraqosh queda quizá un último bastión del cristianismo en la llanura de Nínive». Edoardo Tagliani dirige los programas de Avsi en Oriente Medio. Muestra un video que lo dice todo, grabado en una guardería. Allí vemos a Adrian, cinco años, feliz de poder aprender a contar y colorear. Él no dice que Qaraqosh es su casa porque nació huyendo, siempre ha vivido desplazado. «La guerra crea generaciones de desarraigados», afirma Tagliani.



Resulta inmediato pensar en Miriam, la niña que conmovió al mundo con su esperanza y su perdón. Impresiona aún más cuando desde el escenario Alberto Ortega Martín, nuncio apostólico en Iraq y Jordania, cuenta que la conoció, y añade: «Ella no está sola. Es un pueblo, en el que han crecido estos niños». Habla conmovido de su fe. «Su sí a Dios les ha costado todo, y para nosotros es un tesoro». No hay palabras mejores que las del mensaje del Papa al Meeting. «Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección». Ortega ofrece a todos el testimonio que ve en el perdón de los cristianos iraquíes. «La Cáritas local está ayudando a todos, sobre todo a los musulmanes, que son mayoría. Lleva comida incluso a los que han perseguido y ahora tienen necesidad. Es una cosa de otro mundo». ¿Qué nos pide a nosotros? «Sostener su sí con nuestro sí». Cuando reza por los cristianos de Oriente Medio pide dos cosas: «la comunión y el testimonio. Que sean una sola cosa, siro-católicos, caldeos, asirios –como misteriosamente ya sucede con el martirio de la sangre– y que sean la presencia buena del Señor como promesa para la vida de cada hombre».

El encuentro con Roberto Battiston

En el stand de Avsi hay un mapa invertido donde las distancias cambian para que nos identifiquemos con lo que está pasando lejos de nosotros, como si nos quisiera decir: ¿y si yo, occidental, viviera en Qaraqosh? ¿O en África? Las responsabilidades de la comunidad internacional ante los conflictos del continente negro se debaten en el encuentro “Lo que mueve el mundo”, donde Romano Prodi señala la «falta de fuerzas de la ONU, que solo interviene cuando hay algo que no interesa a las cinco grandes potencias» y Olusegun Obasanjo, miembro fundador de la Unión Africana, pide reiteradamente que «la comunidad internacional aplique en África el principio de subsidiariedad».

Las guerras “económicas” también forman parte del debate sobre Europa con Luís Miguel Poiares Maduro (Instituto Universitario Europeo), Giorgio Vittadini, el ministro italiano de Exteriores Enzo Moavero Milanesi y el presidente del Parlamento Europeo Antonio Tajani. La confrontación es densa, sobre todo por la falta de visión comunitaria y política, el presupuesto europeo, las posibilidades concretas de reconciliar el reparto del riesgo entre los estados miembros (es decir, la solidaridad) y la flexibilidad de las políticas económicas nacionales. Y luego el nudo más doloroso: la acogida. Y con ella confusión entre inmigrantes económicos y desplazados, las 70.000 llegadas de este año a la UE (frente al millón de venezolanos que ha acogido Colombia). «Se dice que no hay instrumentos normativos», provoca Tajani, «pero existe una decisión europea de adoptar directivas solo sobre los solicitantes de asilo. ¿Y el resto? La acción europea debe ser mucho más articulada: la integración, la ayuda en los países de origen, en los países de tránsito, la lucha contra el tráfico de seres humanos y las organizaciones de nuevos esclavos. Si seguimos con las barreras, que están sobre todo en nuestras almas, esta obra se quedará inacabada, en nuestra inacción e incapacidad para resolver uno de los dramas más importantes de nuestra época».



La jornada abre muchas otras perspectivas: los desafíos de la medicina con Walter Ricciardi, presidente del Instituto Superior de Sanidad; la intervención del presidente de la Agencia Espacial Italiana, Roberto Battiston; las preguntas sobre los “extraordinario en lo cotidiano”, a través de los superhéroes, con Gabriele Dell’Otto y Franco Nembrini; la neurología; los jóvenes y el trabajo; el diálogo con Fausto Bertinotti sobre el 68. Pero mucho antes de que los pabellones abrieran sus puertas, durante la mañana de este penúltimo día, había un grupo de voluntarios de la zona deportiva que ya estaban trabajando, comentando juntos estos días de Meeting. Uno de ellos se puso en pie: «Ver ayer la exposición de Giancarlo Rastelli me cambió la manera de trabajar. Hice el turno sin mirar el reloj, sin calcular los minutos. Estuve montando y desmontando las estructuras de acrobacias con el corazón pleno». Eran todos muy jóvenes y no querían dejar pasar la vida que sucede aquí, para que no sea un paréntesis ni tiempo perdido. La extraordinaria historia de un cardio-cirujano muerto hace casi cincuenta años, la belleza de su ánimo, incide en la manera de vivir de un chaval que trabaja entre mesas de ping-pong. «El verdadero desafío es un testimonio que genera un significado, para las cosas grandes y pequeñas», decía Wael Farouq. «Un testimonio que provoca otros testimonios».