Las vacaciones de los responsables de CL en Lombardía

Cervinia. Cuando la realidad es el camino

Quinientos responsables de Lombardía a la sombra del Cervino en una de las “primeras” vacaciones de CL. Excursiones, cantos, asambleas… y en el centro, la vida de cada uno. Y esa “familiaridad con Cristo” que la hace resplandecer
Paolo Perego

Solo hay que “darse cuenta”. Mientras subes no puedes no verlo. Ahí está el Cervino. Es imposible no reconocer su belleza, coronada en una maravillosa jornada de sol mientras subimos en fila hacia el lago Goillet, bajo la Testa Grigia y el Plateu Rosà. Pero todavía no es suficiente, no basta con mirarlo y decir «¡qué belleza!». Alguien se toma la molestia de “contarlo”. De explicar que está ahí desde hace millones de años. Que la parte de abajo, más oscura, viene de la placa africana, mientras que la de arriba estalló hacia el cielo por el choque de los continentes. Y que mientras escuchamos, estamos sentados sobre el fondo de un antiguo océano, a 2.500 metros de altitud. Pero no podríamos hacerlo de no ser por el campo magnético de la Tierra que nos protege de las radiaciones solares… En definitiva, el Cervino está ahí para cada uno de los 500 responsables de Lombardía, de excursión a finales de junio durante las que, históricamente, son las primeras de una larga serie de vacaciones de la comunidad de CL que se sucederán durante todo el verano.



«Estamos aquí para ayudarnos a fijar la mirada en los hechos», empieza diciendo la primera noche Davide Prosperi, vicepresidente de la Fraternidad de CL. Partimos de los últimos ejercicios. «“Mirad que realizo algo nuevo, ¿no os dais cuenta?”. El lema lleva en sí el concepto del acontecimiento. El Señor hace suceder hechos en nuestra vida. Pero tengo que darme cuenta, tiene que surgir una unidad entre mi yo y lo que sucede».

«En muchas conversaciones, últimamente, ha salido el deseo creciente de vivir la familiaridad con Cristo de la que hablábamos en Rímini», dice Julián Carrón en el salón de Cristal de Cervinia. «Siempre me asombran las palabras de don Giussani sobre esto: “No considero que, estadísticamente hablando, sea normal entre nosotros que el hacernos adultos conlleve una mayor familiaridad con Cristo”». No es un reproche, «es más bien una ayuda a preguntarnos si el tiempo que ha pasado nos lo ha hecho más familiar, es decir, que lo que cuenta verdaderamente para vivir crezca», continúa. Es crucial. «O crece en la realidad o no crece». Y esto tiene que ver con la tarea de cada uno, su responsabilidad ante el mundo. «Lo que proponemos será para los demás solo si es para nosotros, solo si se vive como algo que incrementa en nosotros esta familiaridad». El recorrido de las vacaciones está trazado. Mirar los hechos, volver a lo que ha sucedido y sucede. Un paso tras otro.



Como en las excursiones. Un paso tras otro, nunca solos. Siguiendo a alguien que te ayuda a mirar lo que tienes alrededor: la belleza del paisaje, las flores, el cielo azul. Cantar juntos entre las cumbres todavía nevadas, entre un bocadillo y un par de charlas con viejos y nuevos amigos. Y percibir esa «vibración del corazón» que es el primer signo de la satisfacción del deseo, como había dicho Prosperi la primera noche.

En la asamblea del viernes por la tarde, pocos instantes después de los cantos iniciales, se acumulan en fila los que quieren intervenir. Giovanni, por ejemplo, y sus amigos de Seregno, en otras intervenciones. Gente para la que, en un clima difícil por ciertos asuntos judiciales relacionados con la antigua administración, el trabajo de la política para elegir nuevo alcalde ha sido la ocasión de encontrarse con muchísima gente. «Podríamos ser una presencia insignificante, y en cambio nos hemos preguntado quiénes éramos y cuál era la contribución que podíamos aportar». Una novedad sorprendente ya desde los primeros momentos en que se encontraron trabajando cada vez con más personas en la redacción de un manifiesto. «No hay otro camino; si no, dependemos de los resultados», dice Carrón.



Es una medida diferente de la nuestra, continúa al responder a Alessandra con su «avanzar a uno por hora, mientras el deseo quisiera ir a mil». La velocidad puede ser mil aunque te parezca que sea uno, replica Carrón. «La diferencia está en el amor, y en el dolor que vives cuando te das cuenta de que en una jornada no has dado un paso». Quizá sea esto lo que emerge por la noche. «Es Él quien actúa y te dice: “¿no te falto yo?”», añade respondiendo a Davide, de Milán, que ante el compromiso con la realidad cotidiana no consigue decir que «sí, hoy Cristo se me ha hecho más familiar». «El ideal es la totalidad», explica el guía de CL, «pero hay un camino hecho de pasos. Nosotros contraponemos el camino con la totalidad. En cambio hay que empezar a acoger el don que Dios da cuando lo da, a lo largo del camino. Y volverlo a pedir el día siguiente, y el otro también».



No depende de las ganas o del compromiso. Basta escuchar a Maddalena, de Chiavenna, profesora comprometida con un grupo de ayuda al estudio para jóvenes con discapacidad en la parroquia, algo muy distinto de lo que ella tenía en mente. Arrastrada por sus hijas primero, y después por lo que sucedía, pero sin llegar a estar nunca convencida. Hasta al final, en una cena con las familias de los chicos. «Me conmovía ver lo felices que eran. Jesús había llevado adelante todo esto a pesar de mis intentos de sabotaje». Y ahora sucedía ante sus ojos, para ella. Comenta Carrón: «Fijaos, tenemos que darnos tiempo para que Él se haga nuestro. Para que se haga familiar. No sirve un afán moralista. El Misterio no se detiene hasta que te derrite el corazón…»



Después de Maddalena, les toca a Ugo, Sara, Fabio, Tiziana, Alessandro… Dos horas intensas de diálogo e historias que podrían retrasar la cena si en cartel, para la velada, no estuviera ya programada una cantata junto a Walter Muto, Carlo Pastori y su banda con el espectáculo Lasciateci cantare, un viaje por la música ligera, sobre todo italiana, de los últimos sesenta años.

Seguimos el sábado por la tarde, después de otra excursión a la sombra del Cervino. Enrico y los amigos de Cinisello Balsamo empiezan en seguida con el relato de la reciente presentación del Meeting. Pero más sorprendente que el éxito de la iniciativa, con miles de participantes, es la implicación de personas que hasta hace pocos años eran “enemigos”. Una ideología desquiciada: los que antes hacían la Fiesta de la Unidad hoy colaboran en este gesto. Y la relación que ha nacido con varias asociaciones del país ha vuelto a dar vida a un centro cultural, explicará poco después Alessandra. «Lo que vivimos en el encuentro con los demás es una sobreabundancia para nosotros». «¿Veis? Un hecho. Que comienza a generar un tejido social que antes no había. ¿De dónde nace? ¿Cómo testimonia la familiaridad con Cristo?». No es una traducción cultural de la fe, sino una vida que el otro percibe como un bien para sí. Por eso también Daniela, de Seveso, puede intervenir a continuación y decir que, pensando en el lema de los Ejercicios, si la realidad se vive así «yo soy la novedad más grande».

“Lasciateci cantare”, espectáculo a cargo de Walter Muto y Carlo Pastori

«¿Pero nosotros vemos la realidad como una iniciativa del Misterio que muestra toda su ternura hacia mí?», pregunta Carrón. «Este es el test, no los resultados». No es que no se deba llegar a un juicio, pero a Pedro que lo acababa de traicionar Jesús solo le preguntó: «¿Tú me amas?». «Es un aspecto decisivo», relanza Prosperi, continuando con Pedro. «Tú eres el Cristo», había respondido a Jesús cuando preguntó a los discípulos quién era Él para ellos. Pero solo podía decirlo por la familiaridad que había vivido. Por la experiencia que había tenido».

«¡Exacto!», interviene Carrón. «La familiaridad con Cristo crece en la experiencia. Yo me enamoré del movimiento porque no introducía en el conocimiento a través de teorías sino dentro de la experiencia que vivía». Palabras que se hacen carne en el relato de Eugenio, en su cena con dos compañeros y la comunidad donde hace cuarenta años había sido militar. En el de Fabio, docente, y su doctoranda iraní que, «ayudada solo por profesionalidad y sentido del deber», un día le da las gracias, dejándolo de piedra, porque por primera vez se ha sentido acogida. Y también en la intervención de Nicola, en su encuentro con una pareja durante una causa de divorcio y el redescubrimiento, para él, de qué es la indisolubilidad del matrimonio. Hasta el punto de implicarse con ellos. «Se han divorciado, pero el marido me ha dicho: “esto no termina aquí, a lo mejor nos volvemos a casar. Y entonces usted será nuestro testigo”».

Velada sobre arte contemporáneo guiada por Giuseppe Frangi

«Qué impacto podríamos recibir cada mañana si estuviéramos atentos a aquello con lo que el Misterio nos sorprende». Así empieza la síntesis del domingo por la mañana Carrón, al día siguiente de una velada, guiada por Giuseppe Frangi, sobre el arte contemporáneo, o mejor, «sobre los artistas de hoy y su modo de mirar la realidad». Ahora las palabras de Carrón resuenan cuando todavía tenemos en los ojos las imágenes del rostro del artista Christo ante su pasarela sobre el lago de Iseo, de hombres y mujeres turcas inmortalizadas por Sophie Calle mientras miran el mar por primera vez, del estudio de Lucio Fontana en ruinas tras la guerra… Carrón habla de un “abrazo de la Gracia”. «La familiaridad con Cristo puede recomenzar cada mañana. Y creciendo nos hace ser cada vez más nosotros mismos». Todo está entretejido, todo nos es dado para «darnos cuenta cada vez más de esta Presencia. Hacemos experiencia de lo que sucede cuando nos damos cuenta de ello. Y darse cuenta es lo que hace crecer a la persona. No basta que las cosas sucedan, no bastan los hechos». Esta es la manera con la que el Misterio hace emerger cada vez más nuestro rostro, lo que somos, continúa Carrón. «La realidad se convierte en el lugar del diálogo con Él. Y de su conocimiento». Precisamente por esa familiaridad, única condición del testimonio. «Solo así se puede transmitir. Solo si resplandece en la belleza de una vida».