Uno de los debates en Brno

Meeting Brno. La fuerza de la reconciliación

En tres años el encuentro checo se ha convertido en un lugar estable de diálogo. Incluso con los que discuten el espíritu de esta iniciativa. Una propuesta ha cruzado la frontera con Alemania. Hasta el punto de que el alcalde…
Stefano Filippi

Jan Novák fue uno de los mayores compositores checos de la segunda mitad del siglo pasado. Diplomado en el conservatorio de Brno, tras 1968 y el fracaso de la Primavera de Praga vivió en Italia, en Riva del Garda, y en Alemania, en Ulm, donde murió en 1984. Cuando optó por el exilio voluntario, su música fue prohibida en Checoslovaquia. Ahora una de sus composiciones, Aesopia, ha cerrado el tercer Meeting Brno el sábado 9 de junio. «Un checo que vivió en Italia y Alemania es un símbolo de este encuentro», dice su vicepresidente, David Macek. Este Meeting es joven, pero hunde sus raíces en el pasado. Hace tres años, cuando se cumplían 70 desde el final de la segunda guerra mundial, la ciudad checa se preguntaba cómo celebrar el evento bajo el signo de la reconciliación con Alemania. La posguerra estuvo marcada por el odio profundo contra los ocupantes alemanes que culminó en la Marcha de la muerte: en pocas horas 20.000 checos de lengua alemana fueron reunidos y obligados a traspasar la frontera con Austria, a unos treinta kilómetros de distancia, entre dos alas de multitud violenta. Muchos perdieron la vida.

Después de tantos años, la herida todavía está abierta. En 2015 el municipio pidió perdón a los alemanes e hizo una “contra marcha” de reconciliación con un millar de personas partiendo de un cementerio cerca de la frontera donde estaban enterrados miles de civiles sin nombre y recorrieron a pie en sentido contrario el trayecto de los rechazados. Pero en Brno deseaban que el espíritu de reconciliación no abandonase la ciudad, que en el imperio de Habsburgo era conocida como la “Manchester austriaca” por su masiva actividad industrial. «Le conté a algunos amigos mi experiencia en el Meeting de Rímini», cuenta Macek, «lugar de amistad entre los pueblos y de paz, donde se encuentra gente de todo país, cultura y religión». Y el «espíritu de Rímini» llegó desde el Adriático hasta la ciudad dominada por el castillo Spielberg. República Checa, Italia, Alemania: se compone la triada de la reconciliación. Y de la «re-visión», palabra que ha dado el título al Meeting 2018. «El guion es importante», explica Macek, «porque son dos palabras: la revisión mira hacia atrás, pero la visión está abierta al futuro».

La marcha de la reconciliación

En tres años el Meeting Brno se ha convertido en un lugar estable de diálogo. Ha encontrado el favor de las administraciones, que han asegurado su apoyo también en el futuro. Pero sobre todo la concreción de un lugar, explica Macek, «consiente no solo mirar al otro a los ojos, como también se hacía hace años, sino abrazarlo, hacer algo juntos, superar el miedo al que es distinto a nosotros». No es simplemente una cuestión étnica (los Sudetendeutsche, es decir los «alemanes de los Sudetes», perseguidos en 1945 eran el 30 por ciento de la población habiendo colonizado la Bohemia y la Moravia del tardo medievo), sino también religiosa. «Las estadísticas internacionales dicen que somos el país más ateo del mundo», dice Macek, «yo soy el único católico entre los organizadores del Meeting. Y este año, por primera vez, un gesto de oración ecuménica entre católicos y protestantes, en lengua alemana y acompañado de un salmo de Dvořák, precedió la Marcha de la reconciliación que se repite desde 2015. Solo repitiendo se aprende».

Pero también otros gestos han impresionado a Macek en las dos semanas en que se ha articulado el Meeting entre encuentros, debates (entre ellos uno muy importante sobre «1918, ¿victoria o tragedia?», pero también «Élites post-revolucionarias. ¿De dónde han salido y qué nos han dado?», o bien sobre el tema de la integración europea, sobre el feminismo o sobre la participación de las empresas checas en proyectos espaciales europeos). Y además lecturas, teatro, películas, música, que han implicado a la ciudad entera. «En el cementerio mi mujer y yo llevábamos la camiseta de las vacaciones de CL de la República Checa de 2017», nos dice David. «Una mujer de lengua alemana se acercó y se puso a llorar. “Estoy conmovida por ver a gente de nuestro movimiento en un gesto como este”, dijo. Su madre había sido expatriada en la Marcha de la muerte y durante muchos años había llevado en el corazón un drama del que no conseguía hablar».



«Al final de la Marcha», continúa Macek, «un grupo de viejos comunistas checos llevó a cabo una contra-manifestación. Lo esperábamos, lo hacen siempre. Para ellos los alemanes siempre son nazis y releer la historia es como un delito. La policía nos protegía. Pero yo quería encontrarme con ellos, no solo pasar con seguridad. Y así, mientras se burlaban y amenazaban, los invité a tomar una cerveza. Y sucedió. Unos quince, acabada la marcha, se unieron a nosotros, al principio con desconfianza, repitiendo todavía sus consignas estalinistas, pero después empezamos a hablar cada uno un poco de su historia personal, de su sufrimiento, de su familia. Estaba feliz, fue un gesto de amistad muy humano, y también ellos querían ser felices y hasta entonces no parecía que lo fueran».

Coincidiendo con el Meeting, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier entregó en Praga la Gran cruz del mérito, el reconocimiento alemán más importante que se concede a un no alemán, a Petr Vokřál, alcalde de Brno, por sus gestos de reconciliación y amistad. «El alcalde solo quiso que estuvieran con él cuatro personas», dice Macek, «no su vice ni otros políticos sino nosotros, los del Meeting. Me di cuenta de que el sentido de nuestra acción ha traspasado límites, alcanzando también a los alemanes, ellos también han valorado esta nueva historia que ha comenzado».


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