Marco Bersanelli e Claudio Burgio

Los jóvenes y el desafío de Don Giussani

El astrofísico Marco Bersanelli y Claudio Burgio, capellán de cárceles de menores de Milán, se miden con la nueva edición del libro “Los jóvenes y el ideal. El desafío de la realidad”, del fundador de CL
Davide Caccamo

Del 19 al 28 de mayo la escuela primaria y secundaria Frassati de Seveso se vistió de fiesta. Una ocasión para compartir con todos, padres, profesores, alumnos y amigos, la experiencia, el desafío y el recorrido de conocimiento que se vive en las aulas diariamente.

La semana, denominada “Open week”, comenzó con un evento algo diferente: la presentación del libro de Luigi Giussani Realtà e giovinezza: la sfida (Los jóvenes y el ideal), reeditado recientemente en Italia. En el auditorio de la Fundación Lombarda para el Medio Ambiente de Seveso, repleto de padres, profesores y estudiantes, dialogaron Marco Bersanelli, profesor de Astronomía y Astrofísica en la Universidad estatal de Milán y presidente de la Fundación Sacro Cuore de Milán, y Claudio Burgio, capellán de la cárcel de menores Beccaria y responsable de la comunidad Kayròs, que hospeda a chicos con dificultades.

El punto de partida fue la carta de un chaval del instituto a sus amigos: «¿Yo soy realmente lo que dice él –un profesor que le ha reprendido duramente– o soy algo más?». Stefano Giorgi preguntó a los dos invitados: «¿Qué son los jóvenes? ¿Los seres apáticos que describe la sociedad o son algo más?»

Luigi Giussani, ''Realtà e giovinezza: la sfida'' (Rizzoli)

Burgio se apartó en seguida de las definiciones, procedimiento de los adultos para “etiquetar” a los jóvenes. Entre los chavales presos que alberga en su comunidad, ve una gran necesidad, una gran exigencia, y por tanto, un valor reprimido por la sociedad, que define y mira solo al rendimiento. La “decepción”, lugar común de nuestro tiempo, es precisamente una desafección respecto a los jóvenes. «Los muchachos son frágiles, pero de valor», concluyó Burgio.

Bersanelli subrayó que, a pesar de que a menudo se relaciona con chicos “normales”, con problemas totalmente distintos, se reconoce perfectamente en la respuesta de Burgio. Los jóvenes en el ámbito de la investigación dan nueva savia al ambiente. La tarea del adulto consiste por tanto en no limitar la grandeza de cada uno de ellos, ya que en cada chico hay algo irreductible. Para los jóvenes, es importante tener alguien que les restituya ese valor que ni tan siquiera sospechan que tienen.

Giorgi trasladó después la atención a los educadores preguntando: «¿Cómo se puede ser una persona que mira como miraba Giussani, restituyendo ese valor?». «Como los adultos no tienen confianza en los jóvenes, vale también lo contrario», dijo Burgio. Los chicos problemáticos a menudo ponen de manifiesto la falta de un verdadero adulto presente en su vida, no un “adulto amigo” sino un “adulto adulto”, como dijo uno de sus chicos. El fundador de Kayrós precisó que tendemos cada vez más a asemejarnos a las generaciones jóvenes para ser parecidos y entrar en diálogo con ellos. Sin embargo, los jóvenes necesitan la diferencia, el diálogo se verifica en la diferencia. Otro riesgo es el de comunicar una cultura, una moral incluso justa, pero impuesta a la libertad de las nuevas generaciones. La verdad no se puede imponer. La diferencia entonces se vuelve respuesta, ya que permite no conformarse, que remueve la inteligencia y el juicio de cada muchacho, empujándole a tener su propio pensamiento crítico. Tampoco la fe debe imponerse a los jóvenes, hay que respetar su libertad. La educación, por tanto, es salvaguardar la diferencia, no reconducir al muchacho a las propias expectativas.



Respondiendo a esta pregunta, Bersanelli abordó el problema del miedo a crecer, que nace por la falta de un adulto capaz de “generar humanidad”. La diferencia es posible si hay una personalidad, alguien con certeza y ganas de vivir. Un chico viendo a una persona así (para Bersanelli fue Giussani) tiene ganas de crecer. El adulto, además de ser diferente del joven, debe estar en camino como él. De hecho es mucho más fascinante para los jóvenes seguir a un adulto en camino, para que la certeza no sea lo que sé sino lo que sigo.

En la última pregunta, Giorgi volvió a una palabra recurrente en el libro de don Giussani. «¿Qué es el corazón?».

Para Burgio el corazón es redescubrir continuamente el sentido de la propia vida; el corazón es un descubrimiento continuo. Los chicos son para él una continua pro-vocación, es decir, una llamada última a redescubrir el corazón. Es un trabajo continuo que nos hace estar vivos; el corazón nos despierta, a menudo de forma inesperada. Bersanelli añadió un matiz: «El corazón se reconoce cuando está en acción», es una apertura al infinito, el corazón es la relación con Dios que nos hace “jóvenes”. «Por eso», concluyó, «os deseo a todos que seáis fieles a vuestro corazón».

Tiempo de algunas preguntas del público y, al final, Giorgi quiso retomar lo que dijo Julián Carrón en el congreso celebrado por el cuadragésimo aniversario de la publicación de Educar es un riesgo, de don Giussani. «Creo que la realidad es lo suficientemente provocadora para volver a despertar la curiosidad, para desafiarme constantemente, y la única cuestión es si yo tengo la lealtad suficiente para dejarme provocar. Y así todo es parte de un camino fascinante para llegar a ser nosotros mismos. Cuando los chicos ven que no nos retiramos de este desafío, también nace en ellos el deseo de participar en esta aventura. Creo que es el mayor testimonio que podemos darles».