Los protagonistas del espectáculo sobre Pinocho en la conferencia cerca de la educación de Asunción

Paraguay. Aprender a vivir en un país que cambia

Tres días de encuentros (y mucho más) en Asunción. Una conferencia sobre educación abierta a estudiantes, padres y profesores. Un diálogo exhaustivo sobre lo que significa enseñar y sobre el papel del colegio y de la familia
Patrizia Sabatino

Del 10 al 12 de mayo tuvo lugar en Asunción la conferencia “La educación frente a un país que cambia”. La idea de esta iniciativa surgió tras varios años de trabajo en nuestro colegio Santa Catalina de Siena, en Asunción, que, fundado en 2005 con unos cincuenta niños, hoy abarca todo el recorrido escolar con casi quinientos alumnos desde la guardería hasta el instituto. Queríamos verificar si nuestras preocupaciones y dudas, así como nuestras certezas, eran las mismas que las de los compañeros y padres de otros colegios.

Paraguay está creciendo de manera exponencial desde un punto de vista económico. Sin embargo, frente a este crecimiento, todavía tiene carencias en el ámbito de la educación. El país, tras años de dictadura, ha abrazado la democracia, pero citando a Karl Kraus, «¿para qué sirve la libertad de expresión si no existe un pensamiento?». Por eso, la idea era reflexionar sobre lo que significa educar hoy, como profesores y como padres, buscando y creando en el colegio una comunidad. Es decir, un lugar de encuentro, donde en primer lugar se eduque a los alumnos y a nosotros mismos a aprender a vivir, adquiriendo, mediante la experiencia, ese valor humano y espiritual que representa la consistencia y el tesoro que cada uno lleva dentro para desafiar al mundo.

Desde el principio, nuestro deseo era que participase mucha gente en la conferencia, y por eso buscamos ponentes que comunicasen con un lenguaje sencillo pero incisivo su experiencia educativa. Y justo así fueron las aportaciones del padre José Medina (responsable de CL en Estados Unidos con muchos años de experiencia como profesor y director de un instituto en Boston, ndr) y de Erasmo y Serena Figini, fundadores de Cometa (la experiencia de acogida de menores en Como, ndr). Sus palabras y sobre todo sus testimonios fueron de una belleza y de una fuerza abrumadoras.

El encuentro con José Medina

El primer día, dedicado a los profesores, acudieron al salón de actos del Banco Central más de 200 profesores. El punto de partida fue la frase de Pier Paolo Pasolini: «Solo enseña quien sabe amar». Medina centró su reflexión en un nuevo recorrido educativo: el recorrido del corazón, porque el mundo de los jóvenes, aparentemente tan frágil, está sediento de respuestas que les lleven al cumplimiento de su persona. «Preparemos a los jóvenes para amplios horizontes. Si no somos capaces de enseñar a los chavales a soñar, no pintamos nada en la educación. Educar es enseñar a esperar un momento que atrape el corazón, alguien, algo, que te quiera, que te sorprenda, que te conmueva y te mueva a cambiar tu vida. Todas las estrategias educativas están a nuestra disposición para enseñar a los chavales a soñar, pero eso solo será posible si tenemos un maestro que nos enseñe a pedir un momento de libertad que nos pueda cambiar la vida».

Otro punto interesante fue la invitación a los profesores a educar a los chavales no en una obediencia pasiva o inducida, sino en libertad, como capacidad de reconocer y encontrar algo por lo que merece la pena vivir. Solo personas verdaderamente libres y felices podrán hacer que el país sea mejor. En la mesa redonda que hubo a continuación, surgió un diálogo entre profesionales del mundo del trabajo y de la universidad con los jóvenes. El aspecto más significativo que destacaron fue la importancia de educar personas no solo ricas en competencias técnicas, sino también con un valor humano que les haga fuertes en integridad moral y ética. De ahí la urgencia de volver a una escuela que “humanice” a la gente. A la salida, Diana, profesora de Letras, comentaba a una compañera: «No me imaginaba que mi tarea fuera un acto de caridad para la sociedad».



El segundo día estuvo dedicado a los estudiantes. Quinientos chavales de colegios públicos y privados asistieron al encuentro con Medina, bajo el lema “Al colegio para aprender a vivir”. «Me ha llamado la atención cuando decía que había que “quemar los barcos”, es decir, jugárselo todo por lo que nos parece verdadero», decía Cecilia, de catorce años. Para Paola, de la misma edad, el error es algo que te bloquea. «Siempre tengo miedo a equivocarme; cuando he escuchado esa frase he entendido que es necesario arriesgarme, sin preocuparme por el resultado». «No solo tenemos que estudiar historia, matemáticas y todas las demás asignaturas, también tenemos que aprender a utilizar el corazón. Porque si los profesores nos indican caminos equivocados, gracias al corazón podremos entender dónde está el error», comentaba Pablo. La mayor sorpresa fue ver y percibir la sed de preguntas de chavales de distintas realidades educativas sobre cuestiones tan importantes como el amor, la patria, la libertad, el colegio, el futuro... Es decir, la vida.

También hemos sorprendido este potencial humano de los jóvenes en el interés y en el entusiasmo con que siguieron el espectáculo “La aventura de Pinocho, inspirado en la lectura hecha por Franco Nembrini del cuento de Collodi.

El dialogo con Erasmo y Serena Figini.

Pero todo esto solo es posible mantenerlo si sabemos enseñar a los jóvenes a utilizar su corazón como una brújula que ayuda a reconocer y a buscar el bien. «Educar es por tanto amar la vida hasta el final», empezó diciendo Erasmo Figini el tercer día de la conferencia, dedicado a los padres. El fundador de Cometa insistió en que no es un psicólogo o sociólogo capaz de proporcionar recetas exitosas para la educación, pues esta solo se puede llevar a cabo dando un sentido a la vida. Educación no es por tanto una palabra, sino una experiencia donde incluso las reglas tienen un valor si son el reflejo de una vida vivida plena. Erasmo y Serena trajeron a Paraguay un fantástico testimonio de cómo la paternidad no es solo una cuestión de procreación, sino de gratuidad. «Los hijos son como “huéspedes” en el sentido más sagrado del término, un don y no una posesión». En sus relatos, muy concretos, subrayaron que la tarea más urgente de la educación pasa por la unidad entre colegio y familia para intentar que cada chaval saque su pasión y encuentre el camino para entender que esa intuición de que la vida merece la pena es real, pero solo cuando encuentras una compañía que te permite experimentarlo.

El resultado más evidente de cómo estos tres días han sido para todos una experiencia significativa ha sido la alegría que hemos experimentado por algo capaz de contagiar las ganas de hacer y vivir con plenitud. El cansancio desapareció en seguida, preparados una vez más para dejarnos sorprender por el mañana.