Luciano Violante y Giorgio Vittadini

Un “Primero de Mayo” trabajando

La experiencia de Giorgio Vittadini, el político Luciano Violante y el sindicalista Gabriele Poeta Paccati. Pero también las preguntas de cientos de jóvenes trabajadores. Son los ingredientes de una “fiesta del trabajo” alternativa
Michele Plescia

Miércoles, 2 de mayo de 2018. Como todos los días, vas a trabajar como el que retoma la rutina habitual, pero hoy algo es diferente. En el sopor de la mañana te acompañan las trescientas personas que el día antes has visto en el encuentro organizado por la asociación Crosspoint, con motivo de la fiesta del “Primero de Mayo” en el teatro de las Hermanas de María Consoladora de Milán. Vuelven a tu mente las caras de las personas que salían en el video de la exposición del Meeting de Rímini titulada “Cada uno a su trabajo”, que se proyectó de nuevo para la ocasión, o las palabras que te has cruzado con algunos amigos en el aperitivo después del encuentro…

Pero más que todo eso, lo que vuelve a tu mente es la conversación sobre el trabajo que tuvo lugar a media tarde, con las preguntas de tus amigos y las respuestas de los ilustres invitados. De hecho, no todos los días te encuentras con un político como Luciano Violante, presidente emérito del Congreso italiano, un sindicalista como Gabriele Poeta Paccati, secretario general del FISAC-CGL de Milán, y Giorgio Vittadini, presidente de la Fundación para la Subsidiariedad, que se confrontaron con franqueza “con” y “delante de” un grupo de jóvenes trabajadores.



«Para mí, que realizo tareas repetitivas, ¿qué significa servir? ¿Qué quiere decir realizar la obra de Dios?», pregunta Lorenzo, mozo de almacén. «¿Qué incidencia, qué utilidad puede tener mi trabajo para el mundo?», abunda en la cuestión Marcelo, ingeniero.

Según Violante, un trabajador «solo puede responder totalmente a esta pregunta si reconoce que forma parte de una organización más grande». Pero esta conciencia no es habitual, porque hoy una de las características de los trabajadores es la de concebirse solos. «Tenemos que identificarnos con los 26 millones de italianos que entre 1880 y 1920 emigraron al extranjero», añade Vittadini: «Gente que aceptó hacer las labores más humildes y fatigosas, lejos de su familia. ¿Por qué? Porque tenían alguien por quien trabajar, tenían un vínculo, y así permitieron que muchas familias pudieran mandar a sus hijos a estudiar. Italia era esto, un país de gente pobre pero que tenía claro por quién merecía la pena sacrificarse». Pero eso no basta. Para Vittadini, lo que da sentido al trabajo es que el hombre quiera trabajar, necesite trabajar, sea cual sea su trabajo, para participar en el cambio del mundo, tanto que, «hasta en las peores condiciones de explotación, llega “querer a su fábrica”», continúa Vittadini, citando a la “Vincenzina”, de una canción de Enzo Jannacci.



«Mi trabajo, aunque me va bien, no me apasiona y me gustaría hacer otra cosa, pero no puedo porque necesito mantener a mi familia», cuenta Mateo, un joven abogado. «¿Cómo afrontáis vosotros el desafío del cambio?», añade Giovanni, ingeniero informático. «Hay que hacer bien lo que se tiene delante y, al mismo tiempo, custodiar los propios sueños», responde Vittadini. Estas dos cosas no son incompatibles, de hecho van juntas. Además, a muchos les ha pasado lo de tener que hacer trabajos que no les gustaran, aunque es «realmente difícil que en un trabajo uno no consiga encontrar absolutamente nada que le guste», añade Violante, recordando que él trabajó de camarero antes de llegar a magistrado. «Ahora es cada vez más necesario cambiar de trabajo con la perspectiva de construirse una carrera profesional», señala Poeta, «pero este cambio debe ir acompañado por elementos de cierta seguridad en términos de retribución y duración de la relación laboral». Por eso, dice, hay que invertir en políticas activas de empleo.

Gabriele Poeta Paccati

«¿Pero cómo estar delante del propio trabajo cuando no te sientes a la altura de la tarea que tienes que hacer?», pregunta Francesca, médico especialista. «¿O ante los resultados negativos que suele dar la búsqueda de empleo?», añade Elia, diseñadora gráfica. Poeta apunta que ante todo «el fracaso es lo que ayuda a entender el perímetro de las propias capacidades» y que no todos los resultados negativos son fracasos. «No puedes imputarte un fracaso si lo que has hecho supera tus capacidades», afirma el sindicalista. Para Violante, «el problema normalmente no es tanto el de no estar a la altura como sobre todo el de no sentirse a la altura». La cuestión consiste por tanto, principalmente, en creer en uno mismo, aunque solo sea como mera responsabilidad frente aquellos que han puesto en nosotros su confianza. «Eso no significa ser arrogantes, sino volver a levantarse siempre, esforzándose en dar lo máximo». Vittadini también señala que frente al fracaso y las dificultades «el corazón del hombre no se queda parado sino que siempre tiene el deseo de volver a empezar. Por otro lado, siempre ha sido gracias a enfrentarse con sus propios límites como la humanidad ha crecido y evolucionado».



Entonces vuelves al día de hoy, de vuelta al trabajo. Quizás todo eso que has oído el día antes no sea suficiente para resolver los problemas de esta jornada, pero tienes una conciencia nueva. Has empezado un camino y tienes amigos que viven comprometidos con su vida y con su trabajo. Ya lo decía Violante, poco antes de tomar el tren de regreso a casa: «Nunca había vivido así la fiesta del Primero de Mayo, con preguntas tan verdaderas que nacen de la propia vida». Esta vez ha sucedido así.