Marcos Zerbini

Brasil. «Que las palabras del Papa sobre política se hagan carne»

El discurso de Francisco en Cesena leído en el Parlamento del Estado de Sao Paulo. «Una provocación para cada uno, no solo aquí, sino en el mundo entero». Entrevista a Marcos Zerbini, diputado y fundador de los Trabajadores Sin Tierra

Más allá de Italia. Las palabras del papa Francisco en Cesena, el pasado octubre, sobre bien común y política, propuesta como hipótesis de trabajo con un manifiesto firmado por CL de cara a las elecciones del pasado 4 de marzo, son una provocación para todos en el mundo entero. Incluso en Brasil, donde Marcos Zerbini, diputado del Parlamento del Estado de Sao Paulo (y fundador, junto con su mujer Cleuza Ramos, de la Asociación de Trabajadores Sin Tierra) y Fábio Riva, compañero y amigo senador, han invitado a otros políticos a leerlo juntos. El porqué y lo que ha pasado a raíz de esto lo cuenta el mismo Zerbini en Passos, la versión de Huellas en portugués.

¿Qué provocación ha supuesto para vosotros, que lleváis tantos años trabajando para construir el bien común, el discurso del papa Francisco?
La primera provocación es que nos ha hecho mirar nuestra propia vida, nuestra experiencia personal, porque creo que las palabras del Papa nos dan una indicación clara sobre cuál es nuestro papel, especialmente en el ámbito de la política. Por lo tanto, la primera provocación ha sido mirar mi experiencia, mi actividad política y preguntarme si he sido un verdadero instrumento para construir el bien común. Creo que esta es la primera provocación, que nos ayuda a reflexionar y a plantear esta pregunta. El segundo punto, muy importante, es que el texto también nos ayuda a desafiar a las demás personas que viven la dimensión política como yo. Porque, desafortunadamente, no es así solo en Brasil. Es una realidad que emerge en todo el mundo, y la gente a menudo vive la política interesándose solo por el poder; y por eso construir el bien común es algo secundario, algo que viene después, siempre que sea posible. Lo que nos llama la atención es sobre todo la posibilidad de poner en el centro la construcción de este bien, hacer entender a la gente que esta es la verdadera tarea de quien hace política.

Sao Paulo, Brasil

¿Y cómo puede ser una ayuda pertenecer a una asociación como la vuestra?
La pertenencia a una asociación es clave porque, como digo siempre, la tentación del poder es muy, muy grande. Perder el norte, desviarse del camino, es muy fácil para quien vive en el mundo de la política. Si no fuera por la compañía de amigos y amigas dedicados al trabajo social, que nos ayudan y nos mantienen vigilantes cada día, que nos ayudan a entender lo que es verdaderamente importante, ya me habría perdido.

¿Qué quiere decir trabajar «todos juntos por el bien común», como dice una de las frases del texto, a través del compromiso político a nivel estatal?
Eso es lo más complicado: «todos juntos…». La mayoría de los que se mueven en el mundo de las instituciones públicas no entiende el bien común de la misma forma. Es un problema muy grande el hecho de que los partidos, lo dice el mismo nombre, formen parte de ellas. Ellos representan parte de la sociedad que defiende siempre determinados intereses, son una visión política parcial del mundo. Y que todos entiendan que más allá de tu mirada, de tu opinión personal, hay una preocupación por el otro, por el todo, por el bien común, es lo que me parece más complicado. A menudo la gente intenta entrar en esta discusión, intenta provocarla, pero es muy difícil que la gente la entienda. Creo que la parte más complicada es que todo el mundo se preocupe por este bien común.

Fábio y tú habéis leído el texto en el Parlamento, cada uno en su cámara (Congreso y Senado, ndt). ¿De dónde ha nacido el deseo de compartir este texto con vuestros compañeros? ¿Qué ha suscitado en ellos?
En primer lugar este deseo ha nacido porque he entendido que para mí esto es verdadero, para mí es un bien mirar mi experiencia. En segundo lugar, el deseo de compartir con la gente lo que me ayuda en mi camino. Y tercero, enseñar el punto de vista de alguien que tiene la autoridad moral para reclamar la atención sobre algo que es fundamental y muy importante en el proceso de construcción del bien común y de la política, en cualquier sitio. Por eso, no solo la importancia que tenía para mí, sino también el deseo de compartir con los demás lo que es bueno. Finalmente, sin duda, mostrar también que alguien con la autoridad moral del papa Francisco estaba poniendo la atención en este punto.

Marcos Zerbini con Fábio Riva

El Papa habla de política y utiliza, en varios pasajes, los siguientes adjetivos: amiga, colaboradora, responsable, valiente, prudente y participativa, entre otros. ¿Siguen siendo ideales reconocidos sobre los que es posible construir?
Para mí lo son. No tengo ninguna duda. A menudo digo que lo que salva nuestra actividad política, tanto la mía como –creo– la de Fábio, es pertenecer a un grupo de personas que tienen el mismo objetivo y que desean construir el bien común. Sin esta compañía, sin este contexto, difícilmente habría conseguido mantener vivos estos ideales. Por lo tanto, para mí es así. Sin embargo, desafortunadamente, veo que no lo es para la mayoría de los que hacen política hoy.

¿Eso, en el Parlamento por ejemplo, qué significa? ¿Quien está allí no está para construir juntos?
No siempre, no siempre… Dentro del mundo político se puede identificar muy claramente a personas con las cuales es posible compartir determinadas cosas, que llevan dentro de sí un determinado ideal, un deseo de bien común. Puede pasar. Con estas personas es posible compartir, es posible proponer juntos proyectos de ley, es posible discutir sobre visiones comunes de la sociedad, independientemente de las dinámicas del partido. Con ellos es fácil dialogar. Sin embargo, una parte de los diputados no tiene la más mínima preocupación al respecto. Está allí solo y exclusivamente para defender determinados intereses. Y con ellos en cambio es muy complicado.

¿Qué lo que más necesitan los brasileños, tras las dificultades de los últimos años?
Que los cargos de mando sean ocupados por personas preocupadas por construir el bien común. Y que no se limiten a hacer discursos ideológicos o decir lo que la gente quiere escuchar. Hacen falta personas con la valentía de decir lo que hay que hacer, y actuar para resolver lo que hay que resolver. Y es muy complicado hacerlo porque algunas medidas a tomar son muy duras... Sin embargo, creo que una persona dispuesta a hacer política de forma real tiene que declarar abiertamente que hay que tomar estas medidas. En segundo lugar, es necesario lo que el Papa llama “atención”. La gente necesita dejar de mirar desde el balcón, limitándose a elogiar o criticar... Si no entiende que está llamada a participar en el proceso de construcción del país, no podrán cambiar la realidad. Por tanto, es clave que la gente diga lo que piensa de verdad, que las personas intenten controlar la vida de aquellos a los que eligen, que emitan críticas constructivas. O se entiende que la construcción del país es un deber de todo el mundo, o se seguirá creyendo en la historia de un “salvador de la patria” que nunca llegará.

El discurso de Francisco dice que el buen político está llamado a ser un “mártir”. Habla también de pedir perdón, de paciencia en la construcción. ¿Cuál es su experiencia después de tantos años trabajando en la política?
Es una experiencia de incomprensión. De hecho, cuando la gente no vive en el ámbito político, cree que cualquier persona que se mueva en dicho ambiente tiene poder, un poder mucho mayor del que de verdad tiene. Por eso esperan que resuelvan todos los problemas. ¡No es así para nada! Desempeñar un cargo político claramente conlleva más responsabilidades y un determinado poder. Pero es un poder entre comillas. Te otorga los medios para hacer un poco más de lo que puede hacer una persona sin cargo, pero desde luego no te da la capacidad de resolver todos los problemas. Es una sensación muy compleja. Creo entender la cuestión del martirio, porque la gente espera de ti algo que no le puedes dar, y esto provoca mucha angustia, mucho dolor. A menudo, las reivindicaciones de la gente son justas. Pero al mismo tiempo no está en nuestras manos conseguir contentar a todos, poder ayudar de verdad. Algunas cosas las puedes hacer, otras no. El mayor dolor que pruebo es este, el de no ser capaz de cumplir las justas necesidades de la gente que viene a buscarnos.

¿Quieres añadir algo más sobre las palabras del Papa?
No. Solo el deseo, la esperanza de que esas palabras de Francisco se hagan carne, que puedan encarnarse cada vez más en las personas que desempeñan cargos públicos en Brasil y en todo el mundo. Estoy convencido de que si la gente entendiera lo que está diciendo el Papa, seríamos capaces de construir un mundo mejor para todos. En el mundo en que vivimos existen condiciones que ayudarían a todos vivir, y vivir con dignidad. Sin embargo, para que esto sea posible, en primer lugar, los que ejercen un poder político y económico tienen que renunciar a algo para construir este bien común.