Violante, Carrón y esa apuesta por lo humano

El terrorismo, los flujos migratorios, la crisis de valores, la herencia de la Ilustración. El presidente emérito de la Cámara italiana y el responsable de CL vuelven a encontrarse. Otra ocasión para afrontar los desafío actuales, y seguir en camino
Paolo Desalvo

“En el corazón del presente, hombres en diálogo para vivir un cambio de época”. Este era el título del encuentro celebrado en el Teatro Moretti de Pietra Ligure con Julián Carrón y Luciano Violante. El Centro Cultural Cara Beltà quiso retomar así las cuestiones que el presidente de la Fraternidad de CL abordaba en su entrevista con la publicación española Jot Down. Temas como el terrorismo, los flujos migratorios, la crisis de valores, la herencia de la Ilustración, el papel histórico de la Iglesia, el arte, la belleza…

La primera pregunta se refería a eso que el Papa Francisco ha definido «no una época de cambios sino un cambio de época», tan profundo que no se puede comparar con otros momentos de la historia europea y mundial de los últimos siglos. «Este cambio de época ha puesto en crisis a la razón o, mejor dicho, la razón ha entrado en crisis porque los hombres de esta época han dejado de ejercitarla», afirmó Violante. Se trata sobre todo de la crisis de relaciones que antaño sostenían la vida de los hombres: padre-hijo, profesor-alumno. «Hoy cuesta mucho decir no, algo que muchas veces es necesario porque en la persona existe un nivel que no es negociable», añadió el presidente emérito de la cámara italiana. «En el momento en que se ponen ciertas prohibiciones, se le permite al otro entender que hay un nivel en la persona que es fundamental no pisar». Esta época, explicó, fundamenta todo en los derechos y muy poco en los deberes, desenmascarando así su incapacidad para educar.

Por su parte, Carrón recordó que uno de los mayores peligros de la época moderna es la separación entre razón y sentimiento, oponiendo la primera a la segunda. «El ser humano no se puede reducir a la suma de factores que lo constituyen porque es infinitamente más grande. Pero sobre todo hay que recuperar una capacidad para usar la razón sin separarla del sentimiento, del afecto». O prevalece un racionalismo obtuso o prevalece un sentimentalismo impotente.

¿Cómo se puede, por ejemplo, resolver el problema de la soledad humana solo mediante el racionalismo? ¿Cómo se pueden generar comunidades o vínculos sin partir de un vínculo afectivo? ¿Es posible que precisamente cuando abordamos los problemas que más nos interesan en la vida, más tengamos que eliminar el sentimiento para ser realmente objetivos y poder afrontar esos problemas de manera adecuada?



Una segunda pregunta destacaba la situación del hombre moderno, cada vez más influenciado no por relaciones directas y visibles, sino por las relaciones virtuales de las redes sociales, que lo hacen más vulnerable al pensamiento dominante (como ha demostrado recientemente el escándalo referido a Facebook). ¿En qué se puede apoyar entonces el hombre para recuperarse a sí mismo? ¿Dónde podemos ver una posibilidad de redimir lo más humano de nosotros mismos?

Carrón señaló que el cristianismo no es un paquete de verdades precocinadas, sino una persona que ha entrado en la historia y frente a la cual la propia humanidad aflora de manera explícita. Los que se encontraban con Jesús recuperaban de forma inconfundible su humanidad. «El método de Dios en la historia siempre ha coincidido con la elección de un hombre», dijo el sacerdote español. «Como pasó por ejemplo con Abrahán, un hombre perdido en una remota región de la Tierra, o con un pueblo que sorprendentemente concebía la relación con el Misterio de Dios de una manera distinta a los demás pueblos colindantes». El cristianismo no introdujo en primer lugar unos mandamientos distintos a los de otras regiones –explicó– sino que permitió valorar la propia humanidad de un modo que les permitía ver más, reconocer mejor el valor de la persona, de la libertad, del amor, de la justicia.



Violante destacó los nuevos desafíos que el mundo tecnológico plantea al hombre de hoy. «Las inteligencias artificiales llegan a componer poesía utilizando las palabras de Montale, su métrica, copiándolo en cierto modo. Pero solo la inteligencia humana puede dar un salto cualitativo, es decir, no solo ensamblar conceptos sino crear otros nuevos». No hay que tener miedo a estos cambios sino, en todo caso, gobernar estos procesos. De ahí la necesidad de un uso de la razón y de la humanidad «más profundo e incisivo». ¿Qué quiere decir hoy ser humano? «Hay que redescubrir dentro de uno mismo ese nivel innegociable de la persona del que hablábamos al principio».

Un enfoque, el de estos dos hombres, que muestra la posibilidad de vivir el momento histórico presente sin miedo porque la realidad puede volver a ser, como decía María Zambrano, «una promesa, una patria de la que en principio todo se espera, donde se cree posible encontrarlo todo».