Entrega de premios durante los Coloquios Florentinos

Coloquios Florentinos. Interrogando a Montale

Del 22 al 24 de febrero, más de tres mil bachilleres de toda Italia. Meses de preparación y tres días de estudio “de verdad”, no sobre temas alternativos, sino sobre los autores del programa. Hablamos con su fundador, Gilberto Baroni
Paolo Perego

Volver a Eugenio Montale, como al principio, en el primer congreso de 2002. Entonces hubo 453 asistentes, entre profesores y estudiantes, de 18 ciudades italianas. Era la primera edición de los Coloquios Florentinos. «Este año somos casi 3.600», explica Gilberto Baroni, profesor de Italiano de un liceo clásico de Florencia, al principio «de esta preciosa historia».

Tres días, del 22 al 24 de febrero, de estudio “de verdad” –no una excursión– para centenares de bachilleres de toda Italia. Un formato ensayado en los últimos años, dedicado a la profundización de autores literarios que se estudian en clase y que cautiva, edición tras edición, a cada vez más asistentes. «Este año han pedido participar también desde el extranjero. De Inglaterra, por ejemplo. De Estados Unidos y España ha llegado la propuesta de abrir también para ellos estos Coloquios. Quizás nos organicemos en futuro». Las jornadas de Florencia son el punto culminante de un trabajo que los participantes han empezado en los meses anteriores en clase y «los chavales tienen que preparar un trabajo acerca del autor propuesto, que luego será evaluado y premiado».


Florencia


«La idea de fondo de los Coloquios siempre ha sido la de profundizar en los autores que ya se encuentran en los programas escolares. Nada de alternativo», dice Baroni. Pirandello, Leopardi, Foscolo, Ungaretti… Y Montale. «Eso quiere decir, en un momento como el nuestro, proponer un personaje que pone encima de la mesa grandes provocaciones de la realidad: qué es, el hecho de que no termine en la apariencia... Y acerca del deseo humano, siempre herido, “triste maravilla…”, escribe Montale. Llenar nuestro deseo debería ser fácil, pero no lo conseguimos». Es un desafío para los estudiantes, «pero no solo», añade el profesor florentino. «Montale hace todo un recorrido. De la necesidad de una “salvación” nace la búsqueda continua de una brecha, primero en la naturaleza, y luego como intuición en una persona, con Clizia en Las ocasiones, declinación del encuentro y del amor con Irma Brandeis, judía de Nueva York, donde el poeta vislumbra una oportunidad para su búsqueda de sentido». Para Montale, este recorrido nunca tendrá final. «En el clímax de su recorrido toda la “religiosidad” decae. Quedará siempre la sombra de una ocasión perdida, aunque el poeta nunca llegará a cerrar la puerta. La pregunta sobre el “imprevisto” siempre quedará abierta», explica Baroni.

Sin embargo, durante las jornadas de los Coloquios, no basta “estudiar” el recorrido de un autor. «La propuesta que se hace aquí es un diálogo con él. Es una ocasión para plantearle muchas preguntas, llegando hasta el fondo de la “cuestión”. Y luego, intentar dar un paso más, el paso que tal vez él, Montale en este caso, no dio».
Las clases por la mañana, con expertos, profundizan algunos aspectos como la poética, la biografía, los contextos históricos, por ejemplo. «Por la tarde, en cambio, por grupo de trabajo, los chavales entran en el fondo de lo que han escuchado, dialogan con los guías, que suelen ser profesores, y entre ellos, poniéndose a prueba en primera persona. “Coloquios” significa “dialogar con”».

Una de las últimas ediciones de los Coloquios

De hecho, el autor es una persona que despierta las preguntas de cada uno. «En cierto modo se convierte en compañero tuyo», concluye Baroni. «Aunque tenga su historia y su pensamiento: uno que es muy distinto a mí se hace compañero mío».

Para los chavales es algo fascinante. Se nota en el entusiasmo que muestran a la hora de preparar las tres jornadas en los meses anteriores. «O en los mensajes que escriben después de haber estado aquí. “Ninguna de las dos ha podido volver a la vida de siempre”, escriben dos chicas de Calabria. “Me habéis devuelto la valentía y la esperanza para volver a enseñar…”, el comentario de una profesora de Toscana». Es una propuesta al corazón de cada uno. «En primer lugar, a la libertad. En el fondo uno puede encontrar solo lo que busca. La clave de todo, como para Montale, es una pregunta siempre abierta».