De excursión durante las vacaciones de los adultos de CL Uganda

Uganda. Unas vacaciones de "bofetadas" y ternura

Sesenta personas en las vacaciones de adultos del movimiento en Uganda. Africanos, italianos, cristianos, musulmanes... Con marchas, asambleas y "Los novios" de Manzoni. «Todo nació de Francesco, unos días antes que falleciera...»
Paolo Perego

Francesco lo había organizado todo. Había preparado los momentos de encuentro, los cantos, los juegos. «Las vacaciones en el norte de Uganda de los universitarios del CLU de África, con algunos amigos españoles, fueron una preciosidad», cuenta Rose Busingye, responsable de CL de Kampala y alrededores. «¿Por qué no proponemos un momento igual también para los adultos del movimiento de Uganda?», había dejado caer Francesco.

Nunca se había hecho. Sin embargo, unas semanas después, el viernes 26 de enero, llegaron a un hotel a tres horas de Kampala, en un parque en la frontera con Kenia, 60 adultos y familias con niños, italianos y africanos, para escuchar a Rose que introducía un fin de semana de convivencia. Faltaba Francesco Frigerio, muerto unos días antes, el 10 de enero, en un accidente de carretera. Vivía en Uganda desde hace nueve años, con su esposa y tres hijos pequeños. «Había decidido mudarse allí desde la provincia de Bergamo, después de una experiencia con Avsi durante la carrera», dice Rose. «El día antes del accidente, mientras preparábamos las vacaciones, se había ofrecido para llevar la guitarra. Él habría tocado y su mujer, Sara, habría cantado».



«¿Qué nos pide lo que ha ocurrido?», preguntaba Rose el viernes por la noche. «Estaban todos consternados por el fallecimiento de nuestro amigo. Fue como una bofetada en plena cara. Pero estábamos todos allí. Les conté cómo lo estaba viviendo yo y que me daba cuenta de que no podía ser un “castigo”. Que el sentido de lo que nos estaba pasando estaba en reconocer una vez más lo que Dios hace acontecer entre nosotros».



Y esto es lo que ha pasado, continúa Rose. «En esos días la presencia de Cristo era palpable. Era como si se pudiera respirar en cada instante». El sábado por la mañana alguien se despertó después de haber «dormido mal, las camas son duras…». Una queja que en seguida se vio reemplazada por la felicidad y las sonrisas de algunas amigas del Meeting Point de Kampala, una obra que, entre las chabolas de Kireka y Naguru, en la capital, acoge a mujeres enferma de sida y a sus familias. Muchas son madres del colegio "Luigi Giussani" y Rose había invitado a nueve de ellas a las vacaciones. «Allí estaban, asombradas y contentas. No están acostumbradas a dormir en una cama…». Tres de ellas son musulmanas. Cuando Francesco murió recogieron dinero y, según la costumbre de Kireka, se lo dieron a su mujer. «Porque cuando alguien pierde a un miembro de la familia hace falta ayudarle en todo», explica Rose.

Después de desayunar empieza la marcha. El sendero es estrecho y pantanoso. Pero todo el mundo llega arriba, donde les espera un picnic, cantos y juegos. «Al día siguiente, domingo, durante la asamblea todos hablaban del impacto por la belleza de lo que habían vivido. Todo el mundo había reconocido que “Él estaba entre nosotros”. Lo que nos permitía estar juntos no podía ser otra cosa». Incluso la velada del sábado, después de un día entero en la montaña, cuando la lectura del capitulo de Los Novios sobre el Innominado cautivó a todos.



Domingo. Después de la asamblea y la misa, Rose ve a Sara, Hanifa y Aisha, las tres musulmanas, que lloran de rodillas. «Nunca hemos visto algo tan bonito… Hombres y mujeres que están juntos, rezan y hacen todo lo que hemos hecho de esta forma. Y nos acogen así», explican las mujeres.

«Estoy con ellas desde hace mucho tiempo, y el riesgo de acostumbrarse a lo que ocurre cada día es real. “Ya me lo sé…”», dice Rose. «En cambio Jesús te deja a cuadros. Lo mismo ha pasado con la muerte de Francesco. Una bofetada. Pero luego Le ves acontecer, como ha pasado estos tres días, con una ternura hacia ti que te sorprende. Es como si tomase tu cabeza entre sus manos y se la acercase al pecho. Eso es lo que han sido estas vacaciones».