Don Pigi Bernareggi

Pigi Bernareggi. Cincuenta años «señalando a Cristo»

Belo Horizonte celebra el 50º aniversario de sacerdocio del misionero italiano. Tras salir de Italia en 1964 con otros bachilleres, se hizo cura y ha dedicado toda su vida a los más necesitados
Isabella Alberto

El domingo por la tarde, 17 de diciembre, un pueblo se reunió en la iglesia de Ognissanti, en el barrio de Providência, a las afueras de Belo Horizonte. Centenares de personas, sobre todo del barrio, llevaban puesta una camiseta para honrar a su querido padre Pigi Bernareggi. Era la misa por su jubileo sacerdotal, 50 años de sacerdocio en Brasil.

La misa estuvo presidida por el arzobispo de Belo Horizonte, monseñor Walmor Oliveira de Azevedo, junto a una decena de curas. Entre ellos, también monseñor Hélio Ângelo Raso, el cura que acogió al joven Pigi, que hoy tiene 78 años, a su llegada al Seminario Arquidiocesano del Corazón Eucarístico de Jesús, en la capital de Minas Gerais: «La llegada de Pigi a Brasil tiene su historia. Don Giussani conoció a Dom João Resende Costa, quien entonces era arzobispo de Belo Horizonte, y le propuso que tres jóvenes de GS viniesen a estudiar al seminario de Belo Horizonte. Yo me fui a Milán y les traje aquí. Pigi se quedó en Brasil y dedicó todo su ministerio a los más necesitados».

Al comienzo de la celebración, bajo el lema “No anteponer absolutamente nada a Cristo” (San Cipriano), un breve resumen de su vida como cura. En una iglesia repleta, había también un grupo de ancianos que, a pesar de andar con dificultad, llegaron sonriendo y se sentaron en los primeros bancos para rendir homenaje y abrazar al tan querido amigo.

El arzobispo Walmor subrayó la coincidencia con el tercer domingo de Adviento, el "de Alegría”, para dar las gracias al «padre de los pobres», un hombre que ha pasado por muchas dificultades, pero en el cual la llama del ideal nunca se ha apagado. «La fuerza del testimonio no deja que la llama se apague». El evangelio del día hablaba de Juan el Bautista. Lo que pasó al principio ocurre también ahora. «De Pigi podemos decir: “Soy la voz que grita en el desierto”. Una persona humilde y sencilla, que despierta simpatía, amor y devoción mientras nos señala a Cristo».

Como don de la comunidad, dos imágenes del Buen Pastor, signo de lo que su ministerio representa. Al final, Marco Montrasi, responsable nacional de CL, leyó el mensaje enviado por Julián Carrón, expresando su gratitud por el sí de este hombre, «un padre para muchos».